El lunes 4 de mayo se develó en el parque Bausate y Meza, en el distrito de Jesús María, el busto en honor al fallecido ex congresista de izquierda Javier Diez Canseco Cisneros, en un acto realizado a dos años de su desaparición. A la cita en dicho parque, ubicado entre las calles Talara y Pachacútec, se hizo presente la presidenta del Congreso, Ana María Solórzano, y también la ex premier Beatriz Merino, quien tuvo unas palabas de elogio a la memoria de Diez Canseco. También participaron diferentes integrantes de la izquierda peruana, entre ellos Verónika Mendoza, así como familiares de Diez Canseco, entre otros. Diez Canseco falleció el 4 de mayo del 2013 víctima del cáncer. Durante su última etapa política, el fundador del Partido Socialista fue sancionado por el Congreso por promover un proyecto de ley de canje de acciones de inversión por acciones comunes que presuntamente beneficiaba a su familia, lo cual él negó siempre y por el cual interpuso un recurso de amparo. Sin embargo, murió antes de conocer la decisión del Poder Judicial.
Es obvio que debido a la amnesia colectiva que caracteriza a nuestra clase política, al oportunismo o silencio por conveniencia, y a la carencia de figuras realmente ejemplares para colocar en pedestales, se recurre a la farisaica frase "no hay muerto malo ni novia fea", y por eso nos callamos nuestras opiniones para no provocar incendios. Sin embargo, tras la construcción (en el mismo distrito) del polémico monumento "El ojo que llora" en 2005, donde figuran los nombres de las víctimas del terrorismo y también de 41 senderistas (¡!) que murieron durante el sofocamiento del motín en la prisión Miguel Castro Castro en 1992, se suma ahora el monumento a este personaje tan idolatrado por la izquierda y tomado como ejemplo de luchador por la justicia social. Hay que reconocer a Diez Canseco su carácter combativo y su fidelidad a sus ideas socialistas, convencido de que servirían para construir un país realmente justo, algo que se puede ver en su testamento político. ¿Fue un ejemplo? Vamos a refrescar la memoria a fin de obtener un análisis más revelador de las prácticas del ex congresista, a fin de concluir si era digno de poseer un monumento en su honor.
Para empezar, Diez Canseco integró el grupo radical comunista Vanguardia Revolucionaria (asociado al terrorista MIRE de Luis De la Puente Uceda) durante su juventud en los 60, junto a caviares conocidos como Diego García Sayán, Teresa Quiroz, Carlos Tapia, entre otros (ninguno se atrevió a tomar un fusil e imitar a Fidel Castro, como sí lo hizo el romántico Javier Heraud). En la nefasta década de los 80, Diez Canseco elogiaba y aplaudía a la Senderista Edith Lagos, condenaba las "balas reaccionarias del acciopepecismo", daba charlas en 1987 a senderistas como el camarada Ferrete, hoy preso. En 1989 promovía la toma de tierras en Puno, defendía a la senderista Sybila Arredondo y visitaba en la cárcel a Víctor Polay, líder del MRTA. En 1991 se opuso a que las Fuerzas Armadas ingresaran a los penales controlados por Sendero Luminoso y se negó a que el Partido Unificado Mariateguista (PUM) firmase el "compromiso común" para enfrentar democráticamente el terrorismo. Tras la toma de la residencia del embajador japonés en 1996, en lugar de prestar su voz en defensa de los rehenes, propuso el domingo 22 de diciembre de 1996, la amnistía para esos terroristas y la legalización del MRTA.
Al dictador Pinochet lo detuvieron en Londres mientras que a Fidel Castro los "demócratas" lo reciben de abrazos en las Cumbres Anuales Iberoamericanas: en la Cumbre de Lima de noviembre de 2001 estaba presente, entre otros, el propio Diez Canseco, proclamando el comunicado "¡Bienvenida Cuba!" de apoyo a Fidel, lamentando la inasistencia del único billonario cubano responsable del fusilamiento de 17,000 personas y de la anulación de las libertades políticas, económicas y religiosas de Cuba. En 35 años de labor parlamentaria viajó con dinero público (de nuestros impuestos) a diferentes países gastando más de un cuarto de millón de dólares, con casi un año viajando en su trayectoria de parlamentario, acompañado de sus amigos e incondicionales. Viajes para ir a ver al médico a Cuba, México, Bolivia, Colombia y a China para ver ceremonias del Partido Comunista Chino, responsable de más de 30 millones de muertos durante el Gran Salto Adelante (1946-1957) y de un millón de muertos durante la Revolución Cultural (1966-1976) durante la dictadura del "timonel" Mao Zedong. Viajó a Nicaragua en 1986 para celebrar el XXV aniversario del marxista Frente Sandinista de Liberación Nacional.
En el plano económico paralizó la venta del gas de Camisea a fines de los 80, defendía la existencia de las elefantiásicas empresas estatales creadas por el dictador Velasco tras su política de expropiación, y que las privatizaciones generaban un "menoscabo de los intereses del Estado", ignorando que esas políticas las lleva a cabo el Reino Unido (desde la era de Margaret Thatcher) hasta la China post maoísta. Las razones para privatizar, en palabras del ex ministro de economía, doctor Carlos Boloña Behr son para dar más calidad, cantidad y mejor precio de un bien o servicio a la población, reducir el tamaño de un gobierno a lo indispensable (salud, educación, defensa nacional, orden interno), mejorar la productividad, la eficiencia, la producción y la inversión, despolitizar las empresas, difundir el accionariado y generar ingresos fiscales. Eso se logró desde los años 90. Nada de esto quiso reconocer el camarada comisario Diez Canseco.
Los juicios del camarada hablan de su "honradez y transparencia": El 3 de junio de 1995 le inició un proceso de amparo al Estado peruano para cobrar los emolumentos que él no percibió como diputado desde el autogolpe del 5 de abril de 1992 hasta el 28 de julio de 1995, cuando finalizaba su gestión. Fue un juicio que perdió, pese a que alegó que Fujimori interrumpió su carrera política y que él, por concepto de lucro cesante, debió ganar ese dinero (dinero público, valga la redundancia). Tampoco aclaró el caso de la apropiación de un predio ajeno en el pueblo joven Nuevo Lurín, presuntamente adquirido al Ministerio de Vivienda y Construcción mediante la Res. N° 039-92-VC-1500. Luis Augusto Linares Cabrejos y su esposa, propietarios originales del lote lo demandaron por nulidad de acto jurídico y ganaron el juicio ante el 27 Juzgado Civil de Lima. Se negó a pagar la indemnización de $ 4,000.00 tras perder un juicio entablado por los deudos de un atropellado por el chofer de uno de sus camiones, el cual fue alquilado a la empresa Transporte Terrestre Hurón S.A., en diciembre de 1999.
Apoyó a su asesor, el abogado laboralista Javier Mujica Petit, para que el Congreso le pague a cinco pensionistas de la Superintendencia de Banca y Seguros que él defendía, una suma millonaria ordenada por la Corte Suprema y por la Corte Interamericana de Derechos Humanos por concepto de sueldos y jubilación de acuerdo a la Ley de la Cédula Viva (misma paga a jubilados que a los trabajadores que están en actividad). Pero Mujica Petit nunca dijo que su padre estaba entre los beneficiados y encima terminó cobrando 15% como honorarios de éxito de toda esa masa de dinero a pagarse. Y el congresista sabía todo eso. Se puede ver el siguiente enlace para saber más los detalles:
Ante todo este rosario de denuncias, silencios, sesgo ideológico, inexistencia de deslinde con los grupos terroristas que tanto dolor y sangre derramada ocasionaron a Perú, ¿merecía este señor ser colocado en un busto?. ¡Es como erigir un monumento al ferozmente anticlerical presidente mexicano Plutarco Elías Calles frente a la Basílica de Guadalupe! una vez más queda demostrado cómo la ceguera ideológica lleva a canonizar a personajes que bajo la etiqueta de "luchador social" se escondía una persona que jamás investigó de manera decidida los crímenes execrables del marxismo-leninismo-maoísmo buscando la justicia para sus víctimas civiles y militares. Y cuando el país estaba saliendo del foso estatista, intervencionista, controlista y corrupto, en el que nos hundió Velasco, Diez Canseco se dedicó con su caduca ideología a fabricar más pobres, cerrándose así a reconocer los beneficios de la libertad económica. De todos modos, la historia, como disciplina académica y científica se encargará de poner las cosas en su justa dimensión.