Edwin Aldrin tras plantar la bandera de EE.UU. en la Luna (Fuente: curiosity.com) |
Apolo fue una de las divinidades principales de la mitología griega, y uno de los dioses olímpicos más significativos, motivo por el cual los griegos le dedicaron una gran cantidad de templos. Era descrito como el dios de las artes, del arco y la flecha, que amenazaba o protegía desde lo alto de los cielos, siendo identificado con la luz de la verdad. Tal vez por esa razón se eligió su nombre para bautizar las naves que la Administración Nacional de la Aeronáutica y del Espacio (NASA, por sus siglas en inglés) envió al espacio, con o sin éxito, a lo largo de casi 20 años (recordemos la tragedia de la cápsula del Apollo I, en la que el incendio desatado provocó la muerte de los astronautas Grissom, White y Chaffee).
Lo
interesante es que este acontecimiento, el primero en ser transmitido
vía satélite a Perú, numerosos jefes de Estado de todo el mundo enviaron,
en una placa de metal, mensajes de apoyo y buenos deseos al trío de astronautas
de la misión Apollo XI, Armstrong, Aldrin y Collins, especialmente el
presidente de Colombia, pues justo ese día, la nación vecina cumplía 159 años
de vida independiente (ver la noticia en el siguiente enlace: https://noticias.caracoltv.com/colombia/el-mensaje-que-colombia-envio-en-el-apolo-11-y-que-reposa-en-la-luna).
Despegue del Apollo XI en Cabo Cañaveral, FLorida (Fuente: europapress.com) |
La concreción
de este multimillonario proyecto estuvo fuertemente relacionada con la
agudización de la Guerra Fría: tras los primeros éxitos soviéticos en el
espacio (la URSS había lanzado en 1957 el Sputnik I, el primer satélite
artificial de la historia, y en abril de 1961 el cosmonauta Yuri Gagarin fue el
primer ser humano en ser enviado al espacio), el presidente de EE.UU. John F.
Kennedy declaró en 1961 que llegar a la Luna en el siglo XX era una cuestión de
importancia nacional y se comprometió a ello como parte de la llamada
"carrera espacial".
Durante su
estancia en el cráter Mar de la tranquilidad, los astronautas tuvieron que
efectuar un exhaustivo programa de trabajo, para poder proporcionar a los
científicos de la NASA una extensa relación de datos para posteriores
investigaciones. Un archivo de 82 páginas especificaba con exactitud qué debía
recogerse, ensayarse y examinarse. Por ejemplo, Edwin "Buzz" Aldrin
desplegó una lámina de aluminio para captar partículas solares y mediante un
aparato especial de medición de viento solar se analizaron las nubes de gases
emitidas por el sol. Luego, con la ayuda de un reflector de rayos láser
colocado sobre la superficie lunar, los científicos midieron la distancia
exacta entre la Tierra y la Luna (384,000 km.); y un sismógrafo proporcionó
información sobre la existencia de sismos lunares. Tras permanecer en la Luna
21 horas y 37 minutos, los astronautas prepararon su regreso a la Tierra
llevando en el equipaje unos 20 kilos de material lunar, en especial piedras y
arena que recogieron directamente de la superficie, aunque algunas muestras
fueron extraídas a 20 centímetros de profundidad. Para dejar constancia del
viaje, se dejó la sección de aterrizaje del módulo lunar Eagle (Águila) con una
pequeña placa de metal en la que podía leerse "Vinimos en son de paz, en
representación de toda la humanidad".
Pese al
prestigio que generaba esta exitosa empresa, la opinión pública se cuestionó
durante años si, dados los altos gastos que comportaba, valía la pena viajar a
la Luna, no habiéndose encontrado en ella recursos naturales. No obstante, en
1998, científicos de la NASA han asegurado que en los polos de la Luna existen
grandes extensiones de agua helada, lo que ha renovado el interés por la
investigación de nuestro satélite.
Papa San Pablo VI en el telescopio del Observatorio Vaticano (Fuente: aciprensa.com) |