Logo del Bicentenario. Fuente: gestión.pe |
No es un año fácil pero por ser el correspondiente al bicentenario de nuestro nacimiento como república, nada mejor que comenzar comentando la coyuntura política que nos embarga con las decisiones desconcertantes, ineficientes y absurdas que se están tomando entre los poderes Ejecutivo y Legislativo para mejorar (o empeorar) la situación de los peruanos. Habrán buenas intenciones de parte de ciertos políticos, pero hasta ahora ninguna llega a asomar la cabeza.
El actual Congreso es hijo de un golpe de Estado bendecido por el actual Tribunal Constitucional, el cual con su sentencia le dio legitimidad a la "denegación fáctica de la confianza", debilitando así la seguridad jurídica y abriendo el abanico de posibilidades con las que un Presidente puede disolver un Parlamento, si le gusta o no. Simplemente debe buscar el pretexto ideal para que considere que su cuestión de confianza no fue aceptada, aunque lo contrario conste expresamente en el cuadro de votaciones del día. Sin duda, un grave retroceso jurídico y político.
Se pensaba que el período congresal complementario sería mejor, pero resultó ser una gran decepción que sólo ahondó la incertidumbre que ya se empieza a notar en los proyectos populistas e intervencionistas en materia económica. Pero lo inesperado fue cuando tras los destapes periodísticos del caso Richard Swing y las coimas presuntamente recibidas por Vizcarra cuando fue gobernador de la sureña y pequeña región de Moquegua, su hijo político (el actual Congreso) lo destituyó por incapacidad moral con 105 votos luego de un fallido primer intento de vacancia por incapacidad moral. ¿Golpe de Estado? No. Aplicación estricta de la Constitución y punto.
De acuerdo a la Constitución y al Reglamento del Congreso, le correspondía ocupar la Presidencia de la República al titular del Congreso, pero parece que eso no les gustó a los aliados de Vizcarra ni tampoco a sus corifeos mediáticos, quienes, furiosos por el resultado de la votación, instigaron a las masas para que se tumbaran al régimen de Merino, con un muerto como mínimo en protestas callejeras cuya intención era llegar a la sede del Congreso e incendiarlo, como sucedería días después en Guatemala. Al final consiguieron la renuncia de Merino, no con uno sino dos muertos, ambos con antecedentes policiales y penales, a quienes ahora tildan de "héroes del bicentenario". Un saldo trágico, que dolosamente se buscó.
¿Cuál fue el delito de Merino? ¿Ordenar matar a los jóvenes y pacíficos manifestantes que arrojaban piedras, botellas y disparaban pirotécnicos contra los policías? ¿Meterse con la "generación equivocada"? #MerinoNoMeRepresenta era trending topic en todas las redes. No lo dejaron gobernar ni tampoco conducir una transición ordenada hasta las elecciones de abril de este año. Y justo antes de que alguien pudiera decir "¡Al fondo hay sitio!", la Fiscal de la Nación ya le abrió proceso penal junto a su ex premier y ex ministro del Interior, sin tener pruebas, salvo el aplicar la teoría de Claus Roxin sobre la "autoría mediata". En otras palabras, le pegaron como piñata para que el Partido Morado se hiciera de la Presidencia como caramelos y juguetitos.
Lo extraño (por no decir irregular) fue que debido a la renuncia de Luis Valdez como Presidente del Congreso tras los luctuosos sucesos, se conformaron dos nuevas listas para la Mesa Directiva: una encabezada por la roja Rocío Silva Santisteban (ex pareja del ex cura antiminero Marco Arana), la cual no tuvo los votos necesarios, pero sí el temor generalizado de que preparara la cubanización del país, de convertirse en Presidenta. En cambio, la segunda lista, encabezada por Sagasti, miembro del Partido Morado, sí prosperó, pero teniendo como segunda en su lista a la también comunista y proaborto Mirtha Vásquez. Da la impresión de que las dos listas, integradas por congresistas que no votaron por la vacancia de Vizcarra, fueron presentadas para asustar a la población: o eligen a la roja o eligen al morado.
Sagasti, conocido por pedirle un autógrafo al emerretista Néstor Cerpa tras su liberación en la residencia del embajador de Japón a finales de 1996, negó en una entrevista ser caviar (izquierdista de buena vida). Sin embargo, el gabinete del "Quijote peruano" está conformado por cuestionados ministros que defendieron legalmente a Odebrecht y el "club de la construcción", promueven la ideología de género, la cultura de la muerte y el pensamiento único de la izquierda liberal globalista.
El Partido Morado, se ha revelado ante el país como abanderado del relativismo moral que ahora padece Occidente. Con su política errática, improvisada y argollera que ya ha producido cuatro muertos en manifestaciones violentas, revela que su color ideológico no es el morado por el mes del Señor de los Milagros, sino el rosado, es decir, una combinación del color rojo comunista con el blanco, por ser la "bandera de paz" con la que envían a los desarmados policías a despejar carreteras. No cabe duda de que la incertidumbre se resiste a mudarse de nuestro país a pocos meses de las elecciones.
Magistrados del Tribunal Constitucional. Fuente: diariocorreo.pe |
Richard "Swing" Cisneros con Vizcarra. Fuente: limay.pe |
Simpatizantes de Vizcarra. Fuente: colorvision.com.do |
Protestas callejeras contra Merino. Fuente: telemetro.com |
Manuel Merino De Lama. Fuente: latercera.com |
Francisco Sagasti. Fuente: andina.pe |
Vándalos llevan retenido a policía herido en Virú. Fuente: rpp.pe |