domingo, 20 de junio de 2021

Ser conservador hoy


 

En pleno bicentenario, Perú se volvió víctima de los intereses de los grupos de poder que quieren su tajada de la torta llamada "Presidencia de la República". Incluso los principales portavoces de los valores morales cristianos (obispos, sacerdotes y religiosos) callan o cambian de tema de conversación cuando el comunismo intenta llegar al poder mediante la vía democrática (su nueva metodología) o cuando el liberal-progresismo y su dictadura de la corrección política se quieren imponer tras un adoctrinamiento paulatino de la población a través de la gran prensa, la academia, las artes o las big tech. Eso lleva a los disidentes a ser víctimas de la "cultura de la cancelación", creada en la URSS.

 

Por todo lo anterior es propicio preguntarnos los siguiente: ¿Es malo ser conservador? Muchos piensan que no, pero callan ante el arrastre que genera el progresismo globalista en las masas, muchas veces carentes de criterio propio y de afán de investigación sobre este fenómeno, que hoy en día constituye la agenda de las multinacionales, los organismos internacionales y que se materializa en la Agenda 2030 y el Gran Reseteo, como bien lo presentó Claus Schwalb el año pasado en Davos, Suiza. Para responder la citada interrogante, resulta interesante recordar la frontal actitud que tuvo el anterior arzobispo de Lima ante la imposición de la agenda de género durante el gobierno de Humala, algo que nunca se ve en las declaraciones de monseñor Carlos Castillo.

 

La mención expresa a ciertos personajes del mundo de la política, el Derecho y el periodismo atañen exclusivamente a sus opiniones, pues es posible que algunos hayan cambiado de postura luego de transcurridos siete años. Cipriani se encuentra hoy en Roma trabajando como miembro de la Comisión de Economía del Vaticano y Perú se encuentra en medio de un proceso electoral que evidencia la polarización de su población entre dos posturas ideológicas contrapuestas: democracia y comunismo, y que generan desconfianza, conflictos y la probable agudización de la actual crisis política, social y económica que ahora padecemos. Por eso, es pertinente recordar el carácter atemporal de los valores cristianos y cómo la actitud de conservarlos y transmitirlos es vital para sanar las heridas que tiene la sociedad a fin de lograr la anhelada paz y justicia social para volver a la calma y retomar la senda del desarrollo.


¿Es malo ser conservador?

 

"Leyendo varias columnas de opinión sobre la propuesta de referéndum del cardenal Juan Luis Cipriani sobre las uniones civiles entre homosexuales y el aborto, es evidente la saña con la cual se le trata al principal pastor de la diócesis católica más importante de Perú. Una y otra vez, los opinólogos, creyendo tener la razón demuestran ser unos verdaderos ignorantes en lo que se refiere al Derecho familiar y sucesorio, antropología, ley natural, moral y psicología. No van al fondo del tema, sino que repiten las palabras "derechos", "opción sexual", "intolerancia", entre otras. Es decir, se convierten en los portavoces del lenguaje propio de la dictadura del pensamiento políticamente correcto.

 

Algunos de ellos, como Alfredo Bullard, Ronald Gamarra, Ricardo Vásquez Kunze y Carlos Meléndez, sin desmerecer sus altas capacidades intelectuales y profesionales, han demostrado en sus columnas desconocer el hecho de que por lógica elemental, el matrimonio es anterior a la existencia de los Estados, al derecho internacional, y, sobre todo, a la ideología de género. a que en una relación homosexual o lésbica no se puede procrear. El derecho a la libre opinión es fundamental en una democracia, pero si no va acompañado de una sólida formación moral e intelectual, hace que su portavoz se convierta en el títere de los ideólogos de cada era. En el caso que nos ocupa, es la propuesta del cardenal.

 

La única opinión realmente objetiva y desapasionada que he visto hasta ahora es la del jurista (y profesor de quien escribe) Mario Castillo Freyre, (pueden clickear aquí http://elcomercio.pe/politica/actualidad/union-civil-no-colisiona-constitucion-noticia-1719751) porque analiza el proyecto del congresista Carlos Bruce criticando la creación de un quinto estado civil (los anteriores con solero, casado, viudo, divorciado): la unión civil no matrimonial, es decir, camina como pato, grazna como pato, aletea como pato, nada como pato, pero no es pato. A pesar de ello, no hay que olvidar lo siguiente: si el Derecho equipara las uniones civiles al matrimonio, sin importar las clases de uniones que surjan en el futuro (no sólo homosexuales, sino pedófilas, zoófilas, poligámicas, etc.), se desnaturalizará su carácter regulador y se convertirá en un mero vehículo para que los postulados de la ideología de género (o cualquier otra) se cuelen en el ordenamiento jurídico de cualquier país, generando mayores injusticias contra los padres, hijos y personas de buena voluntad que disienten de esta clase de pensamiento. Por eso, ante esta amenaza, cobra mayor sentido el segundo mandamiento del abogado, de acuerdo con Eduardo J. Couture: "LUCHA: Tu deber es luchar por el Derecho. Pero el día que veas en conflicto el Derecho con la Justicia, lucha por la Justicia".

 

Lo que la ideología de género busca no es la caridad hacia los homosexuales ni la conquista de sus derechos legales o humanos. Simplemente los utiliza como parte de su agenda para labrar un proyecto de reingeniería social y antropológico que busca imponer un pensamiento totalitario y discriminador hacia la disidencia y todo comienza con el reconocimiento legal de esta clase de uniones. ¿Alguien en su sano juicio cree que esta embestida de los lobbies gays se va a acabar con este proyecto de ley después de aprobado y publicado? Esto es sólo el comienzo de un proyecto relativista, inmoral, intolerante y persecutorio que forma parte de la llamada "cultura de la muerte" fomentada por los grandes grupos de poder económico y político existentes en los países desarrollados. Es mejor informarse de este tema con recomendables textos como "La Agenda de Género. Redefiniendo la Igualdad" (2007) de Dale O'Leary, "La Ideología de Género o el Género como herramienta de poder" (2010) de Jorge Scala o "La Dictadura de Género" (2013) de Francisco Serrano.

 

De esta forma, los opinólogos mencionados líneas arriba demuestran sus prejuicios y odio ideológico hacia el cardenal y hacia la Conferencia Episcopal Peruana. Con esto, surge una pregunta que sería bueno que respondan con fundamento y es la siguiente: ¿Es malo ser conservador? Ser conservador tiene tres significados en el DRAE, pero el que mejor se ajusta a las enseñanzas de la Iglesia sobre la defensa de los valores, la familia, el matrimonio y la dignidad de la vida humana, es el primer significado, pues el conservador, dicho de la forma más elemental, es aquél que conserva dichos valores e instituciones que forman parte de la vida individual y social del ser humano en armonía con la creación y con el Creador.

 

¿Es malo ser conservador? Sí, dirán algunos, pues atenta contra el pensamiento políticamente correcto, contra la tolerancia, los derechos humanos, la ley y no sé qué más. Lo cierto, es que todo lo anterior son valores desde el punto de vista conservador, pero también son palabras fácilmente manipulables para los intereses ideológicos de quienes siguen la agenda de género, la cual, desde 1994, con la Conferencia de las Naciones Unidas sobre la Mujer en El Cairo busca implantarse en todo el mundo pisoteando dichos valores y discriminando a quienes no comulgan con sus dogmas, pues son tachados de intolerantes, fundamentalistas, retrógrados, homofóbicos, obsoletos, dogmáticos, cerrados, ultras, represores, integristas, enemigos de la humanidad y anticaritativos. Bueno, todo eso se podría aplicar a los nazis, a quienes Bullard compara con Cipriani; y también a los castristas, que son tan amados por Gamarra (quien, dicho sea de paso, repite la mentira de Jason Day sobre el Sodalicio). Esa es una muestra de cómo inteligencia y sentido común no siempre van de la mano. Vásquez Kunze y Meléndez, por su parte, necesitan un poco más de información sobre todo lo mencionado en el presente artículo, porque desde la óptica de la política es muy fácil comentar un fenómeno social, pero desde otras ramas del saber, el panorama se amplía. Igual que ver un árbol, y no el bosque entero, que sufre un incendio y que necesita ser apagado. No "tolerado"."