martes, 7 de octubre de 2014
Medellín: Orgullo en transporte
Lima, capital de Perú. Una ciudad con más de 9 millones de habitantes y en rápido crecimiento horizontal y vertical. Cuenta con uno de los parques automotores más sobresaturados y antiguos de Sudamérica y un sistema de transporte público que deja mucho que desear. Por ello, la gente con recursos opta por adquirir autos particulares o camionetas para viajar con sus parejas o hijos. Algunos compran estas últimas para compensar el complejo de estatura que sufren y otros para imponerse sobre los demás, cuales “monster trucks” sobre chatarras de automóviles. Como vemos, lo psicológico influye en la decisión de compra, además de lo económico o lo estético. No obstante, pese a todo lo anterior, sólo el 7,6% de la población utiliza el vehículo propio para ir a trabajar o estudiar, como lo reveló una encuesta de la ONG Lima Cómo Vamos.
Últimamente los limeños estamos reclamando mayor seguridad ante el incremento de la delincuencia y un transporte masivo de calidad (bueno, bonito y barato), que nos haga enorgullecernos de utilizarlo y de promoverlo. Esos son temas que exigimos al reelecto candidato a la alcaldía Luis Castañeda Lossio. Además, existen ciudades con embotellamientos, pero con sistemas de tránsito de vanguardia que son envidiables, como en la populosa Tokio (ver el siguiente enlace para mayor información: http://www.autobild.es/reportajes/centro-control-trafico-tokio-gran-hermano-vigila-207586). Pero en Japón influye también la milenaria cultura del respeto al medio ambiente y de la educación colectiva, que moviliza a los habitantes de manera pulcra y segura, algo que en Perú se echa de menos a gritos. Teniendo eso en cuenta, no podemos importar un sistema de control de tránsito propio de otra realidad, como si fuera un fácil copy/paste, por más que figure en cualquier plan de gobierno edil.
Hace un mes estuve de visita en Medellín, la capital del departamento de Antioquia (sin tilde en la segunda i y de pronunciación grave para quien no sepa) y, francamente, la segunda ciudad más importante de Colombia tiene un sistema de transporte admirable y que puede servir de inspiración para mejorar el tránsito de Lima, volviéndolo fluido, seguro y hasta atractivo. Las capitales latinoamericanas cuentan con subterráneos modernos como el de Santiago o el de Río de Janeiro. Esta última ciudad posee un sistema de buses que dependen exclusivamente del ayuntamiento de la ciudad, es decir, bajo una autoridad única que fija las rutas, conexiones, tarifas y proyectos para lograr un mayor alcance popular que beneficie a todos. Medellín no se ha quedado atrás en esto y por ello, es recomendable hacer una breve descripción de su sistema de transporte masivo.
Para empezar, Medellín tiene la cuarta parte de la población de Lima; está rodeada de cerros verdes y posee un clima agradable propio de la ceja de selva. Al mismo tiempo, los paisas han desarrollado un sentimiento regionalista que los lleva a enorgullecerse de su sistema de transporte y a cuidarlo como si fuera propio de cada uno. Basta viajar por el metro para constatar la ausencia de suciedad o graffittis en el interior o en el exterior de sus vagones. Además es el primer sistema de transporte masivo que se construyó en Colombia (empezó a operar a fines de 1995) y desde entonces ha movilizado a más de mil millones de pasajeros. El Metro cuenta con varios tipos de niveles (nivel de tierra, viaductos elevados y cables aéreos), y no tiene tramos subterráneos. Lima cuenta con un Metro con viaducto elevado, pero hasta el momento es sólo una línea, pese a que ya existen proyectos para construir nuevas líneas que unan varios puntos de la ciudad. Algo que debió construirse hace cuatro décadas, por lo menos, para que su costo sea menor y así demostrar tener una visión urbanística a largo plazo. Pero eso, en la práctica es mucho pedir para las cortoplacistas políticas de nuestras autoridades.
El Metro combina un sistema férreo con un sistema de cable aéreo llamado Metrocable (no confundir con el sistema teleférico, aunque son similares), el cual ha sido usado por primera vez en el mundo en Medellín como transporte masivo permanente. En Lima no estamos acostumbrados a la experiencia de viajar por este medio, aunque con el tiempo servirá para integrar a los distritos periféricos con los tradicionales; en Medellín es más veloz y seguro que viajar por tierra para subir a los distritos que están en las pendientes de los cerros. De manera equivalente, dada la cultura de los migrantes y sus descendientes, que formaron lo que hoy son los conos norte y sur de Lima, en lo referido a edificar sus casas en los cerros, la alternativa del metrocable les sería muy beneficiosa.
No podemos conformarnos con el Metropolitano como único sistema de transporte. Tampoco dejar que el reinado de las combis y coasters siga imponiendo su criterio de 1 persona = 1 sol, como si más valiera la cantidad de nuevos soles que entran al bolsillo de los dueños de los vehículos alquilados, que la calidad del transporte. Con ese criterio no se palpa la consideración ni menos el respeto hacia los pasajeros ni tampoco a las autoridades policiales que sacrifican diariamente su salud y su tiempo para que podamos circular de la manera más fluida posible. Para ello, la solución no debe limitarse a eliminar esas penosas unidades de transporte. Una vez más, Medellín puede darnos una plausible alternativa: el Metroplús (equivalente de los buses alimentadores del Metropolitano).
Es un sistema de transporte masivo de buses articulados, el cual está integrado físicamente con el Metro y cuenta con estaciones cada 500 metros y los vehículos están unidos por una articulación que les confiere movilidad, con una capacidad de 160 personas cada uno; vienen equipados con tres puertas de acceso, caja automática y suspensión neumática. Aunque el Metroplús está integrado, física y tarifariamente, con el Metro, es en realidad una empresa aparte, que entre sus accionistas está el mismo Metro de Medellín con el 25,64% de partición accionaria.
De igual manera, existen numerosas empresas de taxis que cubren toda el área metropolitana de Medellín, y entre ellas hay algunas con servicios bilingües en inglés-español. El servicio de pedido de taxi por teléfono es el más usual y seguro (como en Lima es Taxi satelital). Es usual además el servicio de taxi colectivo. El uso del GPS se implementó en todos los taxis de la ciudad el 31 de marzo de 2012 y no podemos dejar de mencionar que el tarifario se calcula por la distancia recorrida y determinada por los taxímetros que todas las unidades deben llevar, algo que también urge hacer en Lima para evitar los regateos y las frustrantes respuestas como “no voy allá, lo siento”.
Como vemos, Medellín tiene mucho que enseñarnos a los limeños sobre cultura de transporte y de lo exitosa que ésta puede ser si las autoridades trabajan con una visión planificada, detallada, comprometida con la ciudadanía y en constante diálogo con los consumidores finales, quienes son los que efectúan las evaluaciones y recomendaciones para mejorar nuestra diaria movilización. Podríamos citar como ejemplos de transporte público a ciudades europeas, pero lo que en Lima se necesita forjar es una cultura de la civilidad traducida en respeto a las señales de tránsito, integrar a los más necesitados en el uso de estos servicios, abandono de la criollada y de la mentalidad pesimista, fomento de la historia de la ciudad, de la conciencia colectiva y de la educación en valores morales. Tendrán que pasar generaciones y alcaldes para que se logre eso, pero si ponemos eso en agenda, Lima podrá renacer. De cada uno de nosotros depende.
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