jueves, 29 de enero de 2015
Auschwitz y la repetición de los patrones de conducta
Se cumplieron 70 años de la liberación por parte del ejército soviético del campo de exterminio de Auschwitz, ubicado al suroeste de Polonia (a más de 40 kilómetros de Cracovia) y máximo símbolo del terror nazi en la Europa de la Segunda Guerra Mundial. Y se hicieron presentes los pocos sobrevivientes con sus familiares prestando su testimonio de sufrimiento para que las nuevas generaciones sepan de esta etapa oscura de la historia de la humanidad, porque como bien reza el dicho, "pueblo que no conoce su historia está condenado a repetirla". Dicho que, cada cierto tiempo es bueno recordar, ante la fragilidad de nuestras poblaciones que no desarrollan criterios basados en valores divinos y humanos, sino en consumismos y placeres. Ya sé que no es bueno generalizar, pero el grado de amnesia y la falta de formación llevan a pensar eso.
El cineasta Steven Spielberg, como buen judío, honró a los asistentes con su presencia, haciendo recordar su compromiso por la paz y la justicia, desde que filmó su obra maestra "La lista de Schindler" (1992) y produjo el también oscarizado documental "Los últimos días" (1998). Antes y después de ambas películas se filmaron centenares de obras cinematográficas que muestran los grados de inhumanidad a los que puede llegar el ser humano cuando se deja llevar por el odio azuzado por ideologías deformes o apasionamientos injustificados por cualquier causa. El Día internacional de Conmemoración de las Víctimas del Holocausto, celebrado todos los 27 de enero, fecha de la mencionada liberación tras la huida de los nazis, sirve, valga la redundancia, para evitar el olvido de aquel horror. Sobre el olvido, es menester reflexionar, pues el séptimo arte, con sus elocuentes ejemplos nos ayuda a ello, aunque no siempre nos haga conocer todas las masacres de manera respetuosa, equilibrada, o por lo menos objetiva.
¿Quiénes saben del millón y medio de armenios entre 1915 y 1923 muertos a manos de los otomanos? ¿O del millón de muertos durante la sangrienta guerra civil entre hutus y tutsis en Ruanda en 1994? ¿O el Holodomor (1932-1933) durante la dictadura de Stalin, que provocó la muerte de casi 10 millones de personas? ¿O la matanza de 2 millones de camboyanos durante la dictadora de los Jemeres Rojos de Pol Pot (1975-1979)? ¿O la Revolución Cultural de Mao Zedong en la China comunista que provocó la muerte de más de 70 millones de personas (1949-1969)? ¿O la terrible masacre de Nankín (1937) perpetrada por el ejército invasor japonés contra los civiles chinos y que provocó 100 mil muertes (aunque la cifra sigue en debate)? ¿O de los más de 70 mil católicos martirizados por Enrique VIII por negarse a aceptar la autoridad espiritual del rey por encima de la del Papa? ¿O la matanza de un millón de filipinos por los ocupantes estadounidenses entre 1899 y 1910? ¿O la masacre de Biafra en la que murieron 30 mil igbos y perpetrada por la dictadura militar nigeriana en 1960? ¿Quiénes se han enterado de ellas?
Hay muchas masacres que permanecen en el olvido y que deben ser desenterradas no para acusar a los responsables, sino para recordar esos vergonzosos hechos y así crear conciencia de que las matanzas sólo dejan odio en los hombres y generan nuevas y peores injusticias. Eso sí, no debemos confundir los términos "genocidio" y "masacre" (desde la óptica jurídica): según la Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio (1948) y el Estatuto de Roma para la Corte Penal Internacional (1988): Se entenderá por “genocidio” cualquiera de los actos mencionados a continuación, perpetrados con la intención de destruir total o parcialmente a un grupo nacional, étnico, racial o religioso como tal: A) Matanza de miembros del grupo; B) Lesión grave a la integridad física o mental de los miembros del grupo; C) Sometimiento intencional del grupo a condiciones de existencia que hayan de acarrear su destrucción física, total o parcial; D) Medidas destinadas a impedir nacimientos en el seno del grupo; E) Traslado por la fuerza de niños del grupo a otro grupo. En cambio, "masacre", de acuerdo con el DRAE es "Matanza de personas, por lo general indefensas, producida por ataque armado o causa parecida". Ante las definiciones expuestas, la gente suele atribuir como sinónimos dichos términos, cuando no siempre se ajustan al tipo penal del delito definido internacionalmente.
Lo cierto, es que la fecha que se conmemora y los ejemplos citados deben servir para que estos crímenes infames no queden impunes ni sean reinterpretados o "enterrados" por los poderes de turno por razones ideológicas, políticas, económicas, religiosas o culturales, pues así sólo se logra materializar el "Ministerio de la Verdad" como advertía George Orwell en su novela "1984": la historia como objeto de reescritura en clave ideológica y maniquea por parte de los poderosos. Sólo que no será obra de una dictadura totalitaria, sino de la indiferencia de las masas ante la verdad. Eso sólo lleva a la insensibilidad ante el dolor ajeno, y especialmente al de los más sufrientes en tierras lejanas y culturas distintas. Recordemos cómo reaccionó el entonces presidente Bill Clinton ante los bombardeos de Estados Unidos en Kosovo y la matanza en el colegio Columbine de Littleton el 9 de abril de 1999: en una, con frialdad y en la otra conmocionado por morir estadounidenses. Algo parecido sucedió hace poco con la matanza de cristianos nigerianos a manos de Boko Haram y la matanza de los caricaturistas de Charlie Hebdo. La conmoción por el sufrimiento atenuada o sobredimensionada por razones de posición económica, religión, opinión, ideas, raza, etc.
Ante esta actitud, me pregunto ¿qué valores son los que dominan a la política occidental: el respeto y difusión por los derechos humanos o su utilización como mascarada para encubrir intereses inhumanos y egoístas? Tal paree que la respuesta se resume en una sola palabra: Utilitarismo, definido como "doctrina filosófica moderna que considera la utilidad como principio de la moral", desarrollada por John Stuart Mill y Jeremy Bentham. Sin embargo, para esta corriente lograr la felicidad lo útil sólo es provechoso en aquello que lleve a la obtención de provecho personal o grupal, aunque eso esté reñido con la ética y la dignidad intrínseca del ser humano. Esa separación degenera en una progresiva deshumanización o vaciamiento de contenido a las ideologías o programas de gobierno. Lo útil, para que sea beneficioso para los demás debe estar acompañado siempre del beneficio colectivo (no para la argolla) y al imprescriptible derecho de cada ser humano no sólo a tener más, sino a ser más.
Dicho todo esto, parece que el siglo XX es la culminación de todo ese proceso de despojar de contenido ontológico a las ideas, iniciado desde el siglo XVI, cuando se empezó a demoler todo lo avanzado por la civilización cristiana, llegando a negarse la condición de humanos a los judíos y a otros grupos minoritarios, calificándolos de "sub-humanos", utilizando métodos atroces de exterminio para "liberar a Alemania de la opresión de la bacteria judía" como se decía en el lenguaje nazi, repetido machaconamente por el aparato propagandístico del régimen para mantener controladas a las masas y ocultar su protervo sistema. Algo parecido se hace ahora con los no nacidos, con los eufemismos "pre-embrión", "contenido uterino", "tumor", "masa de células", entre otros. La historia no se repite, pero el mismo patrón de conducta sí y eso debe denunciarse sin titubeos. Esa es la lección más profunda que nos deja el nombre Auschwitz en el siglo XXI.
lunes, 12 de enero de 2015
Los pirómanos de la "libertad"
Mucho se ha escrito sobre el execrable atentado contra doce personas que trabajaban en la sede parisina de la revista Charlie Hebdo y contra el posterior asesinato de cuatro rehenes en un supermercado judío a manos de musulmanes radicales. El mundo repudia ese acto criminal con toda justificación y eso explica con elocuencia la marcha multitudinaria en la capital gala, en la que participaron más de cincuenta jefes de Estado de varios países, defendiendo al mismo tiempo el derecho humano a la libertad de expresión. En este punto vamos a detenernos, porque se está utilizando mucho dicho término de manera redundante hasta vaciar su contenido. Empecemos por analizar cada una de las palabras que componen dicha frase con ayuda del Diccionario de la Real Academia Española (DRAE):
Libertad: 1) Facultad natural que tiene el hombre de obrar de una manera o de otra, y de no obrar, por lo que es responsable de sus actos. (...) 5) Facultad que se disfruta en las naciones bien gobernadas de hacer y decir cuanto no se oponga a las leyes ni a las buenas costumbres.
Expresión: 1) Especificación, declaración de algo para darlo a entender. (...) 3) Efecto de expresar algo sin palabras.
Ahora que ya tenemos los significados aplicables al contexto de lo sucedido, utilizaremos el mismo criterio para buscar el significado de los términos "abusar" (y por extensión "abuso de derecho"), "libertinaje" y "sátira":
Abusar: 1) Usar mal, excesiva, injusta, impropia o indebidamente de algo o de alguien. (...). Abuso de derecho: Ejercicio de un derecho en sentido contrario a su finalidad propia y con perjuicio ajeno.
Libertinaje: (...) 2) Falta de respeto a la religión.
Sátira: 1) Composición poética u otro escrito cuyo objeto es censurar acremente o poner en ridículo a alguien o algo. (...)
Muy bien. Ya tenemos los significados. ¿A qué va todo esto? Es muy simple. Por todas partes leemos y escuchamos la expresión "Je suis Charlie" y la gente la repite sin profundizar en su alcance y significado, limitándose a condenar el asesinato y a solidarizarse con las víctimas apelando a este derecho humano fundamental. ¿Por qué? Porque el asesinato es un acto criminal en el que se viola el derecho a la vida. Hasta ahí todo bien, pero ¿por qué precisamente Charlie Hebdo? Porque los asesinos islámicos, ofendidos por las caricaturas fuertemente mordaces y groseras, consideraban que éstas eran una blasfemia contra su religión y un insulto contra el profeta Mahoma. Es decir, se violó su derecho fundamental a la libertad de culto. Sin embargo, dicho derecho violado, ¿justifica que se viole otro? Definitivamente no. Tampoco un derecho tiene prevalencia sobre otro, a no ser que vivamos en una sociedad laicista o en una teocrática. Ambas son producto de introducir religión o ideología en sus políticas, generándose así, abusos que llevan a pisotear la dignidad del ser humano.
Así como se condena el terrorismo de matriz religioso o político, también debe condenarse la absolutización del derecho a la libertad de expresión, pues si ya conocemos su significado, no da carta blanca para que se concrete en la práctica un "derecho fundamental a la libertad de blasfemia". Ninguna declaración, carta o tratado internacional lo incorporaría, a no ser que lo promueva un Estado que fomente el odio contra las religiones. Porque leyendo un artículo de Juan Manual De Prada (aquí tienen el enlace http://www.cruzdesanandres.org/noticias.php?idnoticias=948), es fácil reconocer para quien tiene un mínimo de inteligencia, que las constantes caricaturas que publicaba Charlie Hebdo no eran para alentar la crítica hacia las religiones sino ofender.
No seamos ingenuos. Se puede ser mordaz sin caer en la grosería, en la ofensa o en la blasfemia. No cabe duda de que se generarán adhesiones y críticas, pero así se puede contribuir a generar un clima de expresión verdaderamente civilizado. Desafortunadamente, muchos pensarán lo contrario, porque dada la progresiva degradación moral de la sociedad, se seguirá defendiendo a capa y espada la expresión sobre el culto alegando la evolución de las especies o que "la voz del pueblo es la voz de Dios". ¡Un momento! No metamos a Dios en los entuertos que nosotros creamos. Ya bastante tiene Él para tamaño atrevimiento. Respetos guardan respetos. Eso me recuerda cuando la Iglesia protesta por cualquier blasfemia u ofensa contra el Papa o los obispos y sólo recibe una ola de críticas y ataques de manera constante. ¿Acaso la Iglesia no tiene el mismo derecho que los de Charlie Hebdo a ejercer la libertad de expresión? Si la respuesta es no, invocando la "laicidad del Estado", ése es un barniz que esconde una intención discriminatoria basada en el odio a la fe. Así de simple.
La tristemente famosa revista estaba integrada por gente de militancia comunista (basta ver la foto de su director con el puño en alto) que encontraron en la sátira un mecanismo para descargar su rechazo a quienes no comparten sus posturas. Les cayeron balas y el mundo hizo una movilización mundial de rechazo contra estos asesinatos presentándolos como los "mártires de la libertad de expresión". Pero cuando los cristianos son asesinados en Nigeria por las huestes de Boko Haram o en Irak y Siria por los del Estado Islámico, lamentan los hechos pero los minimizan. Otro ejemplo similar es de los 43 muertos hace casi un año en Venezuela y los gobiernos sudamericanos con su silencio avalaron esa represión. Otro ejemplo son las irrupciones de las activistas radicales de Femen en los templos con los senos al descubierto y lanzando frases agraviantes contra el cristianismo y sus representantes. ¿Por qué la progresía mundial no reacciona igual? ¿Acaso unos valen más que otros por el sólo hecho de ser dibujantes o periodistas? Además, cuando en las redes sociales los progresistas, rojos, caviares y socialconfusos son criticados o ridiculizados, saltan hasta agujerear el techo, pues sólo los conservadores, derechistas, católicos practicantes y antichavistas deben ser ultrajados porque no se someten a la dictadura del pensamiento "políticamente correcto".
La libertad de expresión y de culto se encuentran reconocidos en los artículos 18 al 21 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos nacida en la misma París en 1948. Por eso hay que comprender el verdadero alcance de la frase "Yo soy Charlie" y es el siguiente: Me solidarizo con las víctimas rechazando este brutal atentado y me manifiesto en defensa de la libertad de prensa, de expresión... y de blasfemia. No se tiene esa intención, claro, pero implícitamente se incluye eso. Fue magnífica la manifestación, pero la frasecita no es la más apropiada. Por eso se entiende cómo algunos expresan su repudio a este delito y también su rechazo a cualquier ofensa contra cualquier culto religioso diciendo "Yo no soy Charlie".
Ambos derechos mencionados forman parte de la intrínseca dignidad del hombre a ser feliz y a realizarse plenamente, porque mis derechos terminan donde empiezan los de los demás. Ojalá con este dramático ejemplo se entienda el sentido de esa frase. De sostenerse empecinadamente la superioridad de la libertad de expresión (perdón, la de blasfemia), no sólo se concretará el vaticinado "choque de civilizaciones" de Samuel Huntington, sino que se le dará la razón al DRAE cuando explica el significado de la palabra Piromanía: "Tendencia patológica a la provocación de incendios." Esa patología puede ser originada por las ideologías, los resentimientos, las antipatías, las envidias y no sólo por problemas exclusivamente psicológico-emocionales. Y la libertad no es un capricho.
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