jueves, 20 de agosto de 2015

Mahler y su Titan conquistan Lima


El Gran Teatro Nacional fue inaugurado en 2011, pocos días antes de que Alan García culminara su segundo gobierno, pese a que aun no se había terminado. El entonces gobernante peruano no quería despedirse del poder sin cerrar con broche de oro su gestión, además de culminar y poner en funcionamiento la línea 1 del Metrolima que pasa justo al lado del recinto. Nunca lo visité, hasta que en el mes de julio recibí una invitación familiar para asistir al concierto sinfónico de Gustav Mahler como parte de la Temporada Internacional de Invierno 2015. Acepté y me puse a indagar sobre este casi desconocido compositor bohemio-austriaco de la segunda mitad del siglo XIX y nunca conocí una sola de sus obras hasta que se me informó que no era un músico que conectara con los gustos populares, como Mozart, que sus sinfonías son difíciles de ejecutar y que involucran a muchos músicos en escena (llegó a tener 1,068 en el estreno de su Octava Sinfonía en Estados Unidos). Además, nunca se había tocado en Lima, ni mucho menos en el resto del país.


Lo primero que supe de él fue su condición de representante del post-romanticismo y el estilo heterogéneo de sus composiciones, pues se empapaba de numerosas fuentes para innovar hasta crear un estilo incomprendido en su tiempo, pero no rechazado y menos olvidado: Introdujo elementos de distinta procedencia como melodías populares, marchas, fanfarrias militares, mediante un uso personal del acorde, entrecortando o alargando inusitadamente las líneas melódicas, acoplados o yuxtapuestos en el interior del marco formal que absorbió de la tradición clásica vienesa. Sus obras sinfónicas adquirieron desmesuradas proporciones e incluyó armonías disonantes. La apariencia del desorden que resultaba, con el esfuerzo extra que demandaba reconocer alguna formalidad "clásica" en su estructura, generó la incomprensión de su música, atrayéndole una hostilidad casi general, pese al apoyo de una minoría entusiasta entre la que se contaban los miembros de la Segunda Escuela de Viena, que lo tenían por su más directo precursor. Una vez más queda demostrado que un eximio artista no siempre goza de comprensión en vida.


Mahler tuvo una vida relativamente corta (murió de un mal cardíaco a los 50 años en 1911), sufrió el antisemitismo de su época, la trágica pérdida de una de sus dos hijas, la infidelidad de su esposa en sus últimos años cuando trabajaba en Nueva York, y encima el nazismo en el poder prohibió terminantemente su música calificándola de "degenerada", al igual que la de Mendelsohn. Sin embargo, el tiempo es el mejor juez de la vida terrena, e hizo justicia: sólo al final de la Segunda Guerra Mundial, y gracias a la labor de directores como Bruno Walter y Otto Klemperer, sus sinfonías empezaron a hacerse un hueco en el repertorio de las grandes orquestas. Además influyó en muchos compositores y directores de orquesta venideros como Aaron Copland, Kurt Weill, Dmitri Shostakóvich, entre otros.


Para Jean Sibelius (cuyo concierto para violín en re-menor, Op. 47 en Lima tuvo como solista a la talentosa Leticia Muñoz-Moreno), Mahler expresaba la creencia de que "la sinfonía debe ser como el mundo. Debe abarcarlo todo". Fiel a esta creencia, Mahler obtuvo material de diversas fuentes para sus canciones y obras sinfónicas: cantos de pájaros y cencerros de vaca para evocar la naturaleza y el campo, fanfarria de clarines, melodías callejeras y danzas nacionales para recordar el mundo perdido de su infancia. Los problemas de la vida se representan en estados de ánimo extremos: el anhelo de realización personal lo interpreta por el incremento de melodías y armonías cromáticas, mientras que el sufrimiento y la desesperación son representados musicalmente por medio de la disonancia, la distorsión y lo grotesco. Además una de las particularidades de Mahler: la intrusión de la banalidad y el absurdo en momentos de profunda seriedad.


Por eso, al escuchar de la mano del director Pablo Sabat la Sinfonía N° 1 en re-mayor (conocida como Titán) es inevitable sentirse en una montaña rusa musical donde se combina lo pausado con lo apasionado, expresado a través de cuatro movimientos: 1) Lento, arrastrado, como una llamada de la naturaleza, al principio muy cómodo; 2) poderosamente agitado, pero no tan rápido; 3) solemne y mesurado sin arrastrar; y 4) tempestuosamente agitado. ¿Se imaginan el clímax final? La emoción del momento, combinada con el virtuosismo de dos orquestas fusionadas para la ocasión (la Sinfónica Nacional y la Juvenil superando los 100 músicos en escena) la belleza, la acústica y la decoración del teatro, al nivel de los grandes teatros de la ópera del primer mundo, arrancaron aplausos y hasta lágrimas por parte de los más sensibles. Como se diría en la jerga criolla, podemos "jamonearnos".


Es cierto que el Titan de Mahler opacó la ejecución de la solista Muñoz Moreno, pero no se puede negar el talento de la española a la hora de su ejecución; incluso con el ritmo con el que movía su cuerpo mientras tocaba apasionadamente el violín, parecía darle instrucciones al director para que la melodía saliese más personal en su estilo. Pese a ello, se rompió una cuerda de su violín y lo cambió rápidamente con ayuda de su asistente por otro, demostrando así una rápida reacción ante un imprevisto que por primera vez presencié. Gracias a Dios no se notó ningún desafinamiento ni repercutió en el resultado final. Como desagravio, tocó "La nana" de Manuel de Falla acompañada del arpa. Simplemente genial.


Volviendo a Mahler, éste una vez manifestó que su música no sería apreciada hasta cincuenta años después de su muerte. No le faltaba razón: valorado en su tiempo más como director de orquesta que como compositor, y hasta criticado, hoy es considerado uno de los más grandes y originales sinfonistas que ha dado la historia de la música clásica; más aún, es uno de los músicos que anuncian y presagian en su obra de manera más lúcida y consecuente todas las contradicciones que definieron el desarrollo del arte musical a lo largo del siglo pasado. De ahí puede entenderse la vigencia de su obra y la necesidad de darla a conocer. Felizmente, la respuesta del público limeño ha sido positiva, y especialmente del juvenil, pues el número de espectadores menores de 30 años no fue nada insignificante. Claro, no faltaron los fastidiosos bostezos de niños nada acostumbrados a este tipo de música, pero al menos les quedará la semilla por cultivar su oído y alejarse poco a poco de esperpentos musicales como el reggaeton. Aquí les paso la grabación de cuando el finado Claudio Abbado dirigió impecablemente a la orquesta sinfónica de Lucerna. Espero que esto sea sólo el inicio de su interés en conocer la magistral obra de Mahler.

 

lunes, 3 de agosto de 2015

Perú, el eterno Sísifo


Es increíble hasta qué nivel de patetismo se manifiesta la izquierda peruana representada por la periodista Claudia Cisneros en su vertiente limeña caviar diciendo "¡Ollanta, devuélveme mi voto!", de acuerdo con el artículo "La decadencia caviar" de Dante Bobadilla Ramírez. Ese es el mejor ejemplo de rechazo emocional y literal al actual mandatario, junto a otros como "Ollanta traidor", como lo llaman los radicales antimineros. Sin embargo, como bien lo expresó Diana Seminario en El Comercio, ¿por qué nos sorprendemos? Era de esperarse que el discurso de Humala por el cuarto año de su gobierno estaría marcado por el aburrimiento, cifras de los logros de sus programas asistencialistas y cero mención a la reactivación de la economía, la lucha contra el narcotráfico y la inseguridad ciudadana y menos aun la autocrítica a su gestión diciendo "el presidente no se equivoca". Sí, claro. Típica actitud de militar que dicta órdenes sin chistar, aunque en su caso, órdenes dictadas por su mujer.


Debo confesar que estaba esperando a que este gobierno terminase el 28 de julio de 2016 para recién escribir la presente columna, pero no pude resistir la tentación de manifestar mi placer al ver, cuatro años después, las reacciones de los que votaron por el comandante (en retiro, por si acaso) por su enfermizo odio al fujimorismo ("¡votar por Keiko es votar por el papá!", ¿se acuerdan?), porque es militar y que "por eso tiene mayor experiencia en la lucha contra la delincuencia", porque es el "mal menor", etc. Sin dejar de mencionar la manifiestamente enconada actitud del "garante" Nobel de Literatura contra la contrincante (¿garante de qué?). Muy bien, el 51% de peruanos le dieron su confianza y, ¿qué obtuvieron con ello? La lista de ineptitudes, leyes, programas y criterios erróneos y falta de liderazgo (y personalidad) del mandatario es larga y no voy a enumerarlas, porque de eso se encargarán otros columnistas en los diferentes diarios, especialmente en los ámbitos económico, social, político, administrativo, etc.


El polémico periodista Aldo Mariátegui popularizó el término "electarado", creado por el caricaturista Eduardo Rodríguez, alias Heduardo, para expresar lo mal que vota el pueblo en este país (la clase de gobernantes lo demuestra), aunque luego reconoció que en Argentina es peor, porque siendo un país más homogéneo, más desarrollado y más culto que el nuestro, el pueblo elige, una y otra vez a candidatos del Partido Justicialista, el cual destrozó progresivamente al que, hasta mediados de los años cuarenta del siglo pasado era la sétima potencia económica mundial (incluso se le llamó "el granero del mundo"). Si, pues. El populismo de Juan Domingo Perón, no sólo creó escuela latinoamericana, sino que ilusionó a pobres, ignorantes e ilusos que creen que con asistencialismo, intervencionismo estatal en la economía, discursos anticapitalistas, entre otras perlas, vamos a estar al nivel de los tigres asiáticos como Corea del Sur, Malasia, Singapur, Taiwán, etc.


"Incluir para crecer" es la consigna favorita del mandatario, y la razón por la que creó el ministerio del mismo nombre. La verdadera inclusión es la que fomenta la inversión privada, respeta las reglas de juego, fomenta la investigación en los ámbitos tecnológico y educativo, tiene pantalones para poner orden y castigar a los delincuentes, desburocratiza al mamut estatal y promueve reformas que, si bien pueden ser impopulares al inicio, a mediano plazo resultan beneficiosas para la población, como se llevaron a cabo en los noventa. De ahí considero que el mejor ejemplo de ello es Margaret Thatcher dentro de la reciente historia británica: una mujer decidida, inflexible, inteligente, culta, que profesaba un gran amor a su país y por el que no cedió hasta sacarlo del comatoso estado en el que se encontraba a finales de los setenta y transformarlo en la potencia económica que es hoy. Más detalles en su autobiografía "Los años de Downing Street".


Sin embargo, Humala está a años luz de la Dama de Hierro por causas harto conocidas y y eso prueba que los outsiders no son la garantía de que las cosas mejoren en este país. Andrés Bedoya Ugarteche, se consideraba la versión masculina (y arequipeña) de Casandra, la linda joven de La Ilíada de Homero, hija de los reyes de Troya, que hizo un pacto con el dios Apolo: le pidió el don de la profecía, a cambio de una relación carnal, pero no cumplió con su parte y Apolo la castigó escupiéndole en la boca y le dijo: "Te maldigo. De ahora en adelante nadie creerá en tus palabras ni en tus predicciones". Predijo la caída de Troya y nadie le creyó. El iconoclasta periodista predijo la caída de Perú con Humala y casi nadie le creyó (pues ya se está sintiendo, si no, dense una vuelta a ver cuántos departamentos, oficinas y casas se están dando en venta o en alquiler y no es por la ley del leasing, por si acaso).


Estamos en un año perdido más, sin temor a equivocarnos, y seguiremos viendo más ministros y congresistas comandados por la "primera dama", los pobres tendrán un mayor incentivo a vivir como dependientes de papá gobierno, porque ningún político se atreverá a tocar a las vacas sagradas en que se han convertido Juntos o Kali Warma por miedo a perder votantes. Las calles permanecerán tomadas por los delincuentes, el Estado seguirá sin controlar amplias regiones del territorio nacional y no tendremos una sola vía en todo el Perú que pueda ser calificada como autopista de acuerdo a los estándares internacionales. A estas alturas, Perú parece como el eterno Sísifo, pues la piedra siempre termina cayéndosele y rodando hasta el lugar donde empezó y..., a subirla de nuevo, con actitud resignada. Eso explica el pesimismo de las generaciones mayores sobre el futuro del país, por más que digamos la trillada frasecita "orgulloso de ser peruano".

Entonces, ¿qué podemos hacer? Una nueva Constitución no es una varita mágica social, un gobierno autoproclamado "revolucionario" en la práctica es "robolucionario", cambiar el nombre oficial de un país no cambia su situación real, expropiar a los ricos para dárselo a los pobres imitando a Robin Hood perpetúa la injusticia y toda corrupción política tiene su origen en la viveza criolla que toleramos en nuestro entorno. No quiero pecar de pesimista y que no le veo futuro a Perú, pues siempre le echamos la culpa a nuestros gobernantes de la situación en la que vivimos. Por eso, siempre es necesario conocer nuestros derechos, informarnos de la situación del país y ver programas culturales, hacer autocrítica de nuestras actitudes y pensamientos y superarnos en todos los aspectos de nuestras vidas. Por ello es siempre útil revisionar ese video "Transformemos el Perú", del Movimiento Responsabilidad Social Todos, especialmente por parte de los más jóvenes.

 

Para terminar, recomiendo leer este enlace, como una forma de poner en práctica lo que he venido diciendo, como para que después no nos digan que nos la buscamos por escoger mal a quien hoy nos gobierna; si no, como dirían los Hermanos Yaipén, "a llorar a otra parte". ¡Provecho!: http://www.lampadia.com/analisis/economia/complot-anti-desarrollo-al-descubierto