En este momento están circulando ríos de tinta en todos los periódicos, páginas web, revistas, blogs y redes sociales de todo el mundo por el inesperado triunfo de Donald Trump, frente a la candidata demócrata Hillary Clinton a la presidencia de Estados Unidos. Todas las encuestadoras y sondeos de opinión la daban como ganadora a la esposa del ex presidente Bill Clinton (1992-2000). Lo curioso del asunto es ver las credenciales de la señora Clinton: ex Secretaria de Estado de Barack Obama, ex senadora demócrata, ex primera dama de la nación y del estado de Arkansas y receptora de más de 20 distinciones, entre ellos, doctorados honoris causa, especialmente referidos a la lucha por los derechos de la mujer, la niñez y la salud. Su innegable experiencia política, carisma y millonario apoyo de multitud de empresas y medios de prensa, comparada con la del magnate inmobiliario Donald Trump la hacía la segura ganadora de los últimos comicios gringos. Incluso Michael Moore, en su película "Sicko" la califica de "sexy", especialmente por su apoyo al sistema sanitario universal que ahora se le conoce como Obamacare. Pero, como le aconteció al tramposo corredor de bolsa Nick Leeson, nada está dicho en lo que a resultados se refiere, por más sólida que sea la base, el estudio, la infraestructura o la ingeniería bursátil o política.
Recordemos que Leeson, con sus exitosas inversiones y manejos bursátiles logró buena parte de las ganancias del prestigioso banco londinense Baring, pero cuando se produjo el terremoto de Kobe en 1995 y el índice Nikkei cayó en picada, entró en pánico y falsificó documentos y comprometiendo a la institución bancaria en contratos de futuros. Ello significó la quiebra de este poderoso banco tras perder más de 1,500 millones de dólares y su encarcelamiento por 6 años en Singapur. Todo parecía prever que el Baring (fusionado después por el grupo bancario ING de Holanda) ganaría por una fuerte y arriesgada inversión bursátil supuestamente sólida. Haciendo la comparación con el reciente proceso electoral en Estados Unidos, Hillary Clinton tenía a casi todos los medios a su favor y a buena parte de las grandes empresas también. Su victoria estaba cantada, como bien lo muestra la portada de Newsweek "Madam President" y ella firmándola. Pero, repito, la vida tiene sus sorpresas.
Ahora reina la incertidumbre por las propuestas demagógicas del presidente electo Donald Trump (muro limítrofe con México, deportación de indocumentados, críticas a la OTAN, elogio a Putin, reducción de impuestos, aumento de aranceles a las importaciones chinas, etc.) y eso nos lleva a explicar qué es el aislacionismo, la palabrita que resume las intenciones de Trump: el aislacionismo es una doctrina practicada por Estados Unidos durante gran parte de su historia con el objetivo de no intervenir en asuntos externos que no entrañaran una amenaza real para su país. Los presidentes que la llevaron a cabo en Estados Unidos fueron el mismísimo George Washington, Thomas Jefferson y Warren Harding, especialmente durante los últimos años del siglo XIX y principios del XX. Tras la Primera Guerra Mundial, Harding ganó las elecciones con su lema "Back to normalcy", e impulsó la economía reduciendo el aparato estatal, los impuestos, e implantando aranceles para proteger las mercancías. Todo eso impulsó un período de prosperidad llamado "los felices años 20". Supongo que Trump tendrá esa doctrina como inspiración, pero ya no estamos en esa época, pues el mundo ya no es el mismo y Estados Unidos tiene tratados comerciales, políticos y militares con muchos países con los que debe honrar sus compromisos. De ahí la preocupación por saber lo que se viene en materia económica, militar y diplomática.
Hillary Clinton iba a continuar la línea de Obama en lo que se refiere a política económica, pero también sus propuestas "progres" se iban a radicalizar por su firme apoyo al aborto y a la ideología de género como condicionamiento para la ayuda internacional para los países pobres. Es decir, sigue el mismo estilo de su esposo Bill, que se valió de las campañas de esterilizaciones impuestas como las que acá se dieron durante los años de gobierno de Alberto Fujimori. Y no sólo eso. Los 650,000 correos electrónicos que destapó Wikileaks demostraron su menosprecio por la libertad religiosa y sus intentos de usar "Caballos de Troya" para dividir a los católicos, cambiar el magisterio y recurrir a medidas coercitivas para que las diferentes comunidades religiosas no sólo cumplan el Obamacare, sino el "derecho a elegir" de la mujer, el "matrimonio igualitario", el relativismo cultural y el pensamiento "políticamente correcto" impuesto desde las oficinas de los burócratas de Washington D.C. en alianza con la prensa izquierdista liberal, la ONU, la UNICEF, la UNFPA, Planned Parenthood y sus filiales abortistas en todo el mundo, y por supuesto, colocando jueces anti-vida en los puestos vacantes de la Corte Suprema de su país.
El triunfo de su contrincante ha generado un terremoto político, bursátil, ideológico y emocional en su país y en todo el mundo. Es como si en Francia hubiese ganado la lideresa del Frente Nacional, Marine Le Pen, de ultraderecha, y la tendencia del mundo occidental esté virando a las políticas aislacionistas, proteccionistas, separatistas y nacionalistas, especialmente desde la victoria del Brexit, en Inglaterra. SIn duda, 2016 será un año histórico por estos dos acontecimientos, aunado al triunfo del NO al tratado entre el gobierno colombiano y el grupo terrorista FARC. También se le recordará por ser el año en que las encuestadoras y los grandes medios de prensa demostraron su carencia de rigor investigativo al lanzar predicciones como si emularan a Nostradamus. ¡Por favor! ¡Hicieron el ridículo tres veces en un año! Simplemente ya no se les puede creer a ciegas, sino que ahora sus datos deben tomarse con pinzas. Porque se dedicaron a sacar los trapitos al aire del señor Trump y nada bueno sacaban de él. Sin duda tiene defectos muy evidentes, pero eso no convenció a muchos estadounidenses que se cansaron de vivir bajo el mismo discurso, viendo como su situación no mejoraba, sino que empeoraba en muchos casos. Su voto ha sido de protesta (no porque creyeran en Trump necesariamente). Obama y su gente, en buena parte, tienen responsabilidad en ello, pero sobre eso prometo que comentaré más adelante.
Por ahora, vemos días tras día, en grandes ciudades norteamericanas, protestas "pacíficas y espontáneas" contra Trump: Nueva York, Chicago, Seattle, Los Ángeles, etc. diciendo "Not my president" y lloriqueando por la situación de su país y sobre la posibilidad de irse a Canadá o a cualquier otra parte, como si se hubiera replicado el triunfo de Francisco Franco tras ganar la Guerra Civil Española en 1939. SI aquí hubiera sido elegida Keiko Fujimori, ¿no se estaría repitiendo lo mismo? ¿No estarían los pulpines y los defensores de los terroristas coreando gritos de desconocimiento de los resultados electorales? ¿No estaría el colectivo "No a Keiko" organizando una marchita por "el amor a la patria"? ¿No estarían los caviares encabezados por Diego García-Sayán, el marqués, Toledo, Popy y compañía dando declaraciones de "devastación, rotura del corazón, condena, ceguera" y demás perlas repletas de fanatismo e intolerancia contra quienes no piensan como ellos? Los "pro-elección" y "tolerantes" de Gringolandia así se han manifestado. Basta ver las caras de Cecile Richards e Ilyse Hogue, presidenta de la Liga de Acción Nacional de Derechos para Abortar (NARAL), una de las activistas pro-aborto más poderosas de los Estados Unidos.
La continuidad de las políticas de Obama se trunca con la victoria de Trump, pues se ha comprometido a impulsar proyectos en favor de la vida, la familia y la libertad religiosa y de conciencia de los estadounidenses. La gente que está nombrando para su gabinete y para otros puestos claves está comprometida con eso y esperemos que logren asesorarlo adecuadamente en lo referido al tema económico, militar, de política internacional y a un mejor reemplazo del Obamacare, especialmente teniendo mayoría en el Congreso. El tiempo dirá si esta elección ha sido acertada, a pesar de los arrebatos del multimillonario magnate de bienes inmuebles y por la falta de apoyo de muchos republicanos a su candidatura. Por ahora, Trump ha ganado y sólo queda orar por él, aconsejarle moderación y respeto hacia sus detractores y desearle el mayor de los éxitos. Los seguidores de las políticas "progre", los ricos y famosos del mundo del cine y la música y los pulpines gringos tienen ahora dos opciones: ejercer una oposición responsable o irse del país, homenajeando a Los Prisioneros y su tema "¿Por qué no se van?".
En 1987, el ex presidente Richard Nixon le escribió una carta a Trump vaticinando su victoria, de la misma forma que lo hicieron los guionistas de Los Simpson hace 16 años. El presidente electo tuvo también sus cameos en algunas películas como "Pequeños Traviesos" o "Mi pobre angelito 2: Perdido en Nueva York". Algunos weberitos hicieron comentarios y memes jocosos diciendo que reemplazaría el himno de Estados Unidos por la Marcha Imperial de Darth Vader o, que de viejo se vería como Immortan Joe, el villano de "Mad Max: Fury Road". Pero, personalmente, me quedo con el tweet más gracioso que he leído y es de la rica heredera Paris Hilton: “#QueEEUUVuelvaASerSexy #Paris2016”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario