Muchos se preguntarán por qué escribo sobre la película "Papa Francisco: Un hombre de palabra", pues sólo estuvo una semana en la cartelera local. En vez de darle la oportunidad a más personas que querían verla, se privilegió la exhibición de las 20 películas ya vistas del Universo Marvel. Igual situación se da en la televisión peruana con los programas "Esto es Guerra" y "Combate" frente a "Segunda Opinión" y "A la vuelta de la esquina". Una vez más, el criterio económico (traducido en "chatarra" o "basura") queda al descubierto con esa política que privilegia la taquilla frente a la calidad cinematográfica o los mensajes positivos que algunas películas transmiten. El documental de Wim Wenders es una de ellas.
Para empezar hay que advertir que no es el típico documental elaborado por Goya Producciones o el Centro Televisivo Vaticano, es decir, una película con imágenes de archivo o en la que el director entrevista al persona principal. Aquí, por primera vez en la historia, la Santa Sede le abre las puertas a un cineasta para que le dé tribuna al Sumo Pontífice para predicar mirando directamente a la cámara. Francisco se convierte así en el primer Papa en protagonizar una película en la que transmite sus preocupaciones, ideales y su fe en medio de un mundo cada vez más alejado de Dios.
Wim Wenders es un cineasta que pensó entrar en el seminario, a diferencia de Martin Scorsese, que sí lo hizo. Ambos plasmaron sus respectivas visiones de la fe y de la religión en diferentes películas. Con la diferencia de que Wenders no expresa sus dudas y tormentos a nivel teológico como Scorsese en una pantalla ("La última tentación de Cristo" o "Silencio"), sino que se enfoca en un nivel más sociológico y de denuncia sin caer en la protesta política, como lo hace el griego Constantin Costa-Gavras. Prueba de ello son sus documentales "Relámpago sobre el agua" (1980), "Buena Vista Social Club" (1999), "Invisibles" (2007) y sobre todo la extraordinaria "La sal de la tierra" (2014).
La carrera de Wenders está llena de altibajos, y se inició a finales de los años 60. Alcanzó su pico en su natal Alemania con "El amigo americano" (1977) y "El cielo sobre Berlín" (1987); luego en Estados Unidos con "París, Texas" (1984) y ahora en el mundo católico con "Papa Francisco: Un hombre de palabra". Wenders se encuentra actualmente en proceso de acercamiento a la fe de su juventud y la oportunidad de trabajar en la Santa Sede la califica con estas palabras: “Ni en el mejor de mis sueños habría imaginado hacer una película sobre el Papa Francisco […] Era una oportunidad única de hacer una película que jamás podría haber soñado".
La película muestra la visión del primer Papa del continente americano sobre el medio ambiente, la pobreza, la familia, la escucha y el diálogo, los sacerdotes que cayeron en delitos de abuso sexual, los movimientos sociales y los migrantes. Al menos, esos son los temas que resaltan y a los que se les dedica la mayor parte del metraje. No hay escenas celebrando misas, confesando o predicando sobre el "hagan lío", la santidad, María, la Palabra o el perdón. Es, como dije al inicio, la visión del director Wenders sobre el Papa y su papel de líder religioso y Jefe de Estado y cómo sus gestos de sencillez y pobreza impactan en la gente de hoy. Todo ello en contraste con la situación convulsionada de muchos países hoy en día.
El reciente tema de la denuncia (sin pruebas) del Cardenal Emérito Carlo María Viganò y la posterior solidaridad de los obispos hacia el Papa por el tema del cuestionado Cardenal Emérito Theodore McCarrick es un ejemplo de las pruebas que debe afrontar al actual sucesor de Pedro a 5 años de pontificado en medio de un mundo que se autodestruye por los intereses económicos e ideológicos de los poderosos, del individualismo nihilista y del relativismo egoísta que genera más división de familias, más leyes injustas y más deshumanización, especialmente en los países que se dicen cristianos.
El remedio a todo esto es el amor, sobre todo cuando el Papa lo dijo en tono amigable y sazonado de buen humor durante el Encuentro Mundial de las Familias en Washington. Lo que no sale en la película es que el amor es Cristo mismo, Camino, Verdad y Vida. Al menos un destello de su figura podemos apreciar en las escenas actuadas sin diálogos y filmadas en blanco y negro donde San Francisco de Asís recibe el mensaje del Cristo de San Damián: "Francisco, reconstruye mi Casa que amenaza ruina". El mensaje de San Francisco y su convivencia armónica con la creación y rebosante del amor de Dios es eterno. Este último detalle es el que faltó resaltar en la película, algo que sólo aparece en la escena del "Laudato si".
Pese a todo, la película funciona como una herramienta útil para hacer video forums que ayuden a adultos alejados de la fe a regresar a ella. Para ello se muestran mensajes expresos del Papa tan sencillos como entrañables, como "el apostolado de la oreja", "tenemos tanto que hacer", el "todos somos responsables", y la oración del buen humor de Santo Tomás Moro. Todo ello acompañado de un formidable archivo audiovisual de sus viajes apostólicos por el mundo y de canciones memorables como "Sólo le pido a Dios" y el Salmo 53 en arameo, cerca del final. La única frase ausente ha sido "no se olviden de rezar por mí". Será que Wenders quiso, en su calidad de cineasta, cerrar su película con la gran sonrisa del carismático Papa argentino. Bueno, a los católicos nos toca honrar diariamente el deseo del Santo Padre.
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