viernes, 16 de noviembre de 2018
El género y la gran prensa
El jueves 15 de noviembre se llevó a cabo la segunda marcha Con mis Hijos no te metas y, nuevamente, la acogida fue mayoritaria, pese a ser un día laborable. No cabe duda que nuestro pueblo quiere no sólo mejoras en su nivel de vida (economía, seguridad, salud y servicios públicos y privados), sino una educación con valores y principios inspirados en la fe cristiana, las cuales forjaron la identidad y el alma de esta nación. De haberse llevado a cabo la marcha el fin de semana, el flujo de gente hubiera sido abrumador, pero es probable que se haya querido escoger un día laborable para ir despertando el interés de quienes van a trabajar al Cercado de Lima, al igual de quienes viven sus vidas teniendo desconocimiento del tema.
Por supuesto, son escasos los medios que dieron cobertura a esta marcha que se desarrolló también en 28 ciudades del país. Por ejemplo, el Decano de la prensa peruana fue el único que anunció esta marcha en su primera página, pero recién en la página 14 (¡escondida y minimizada!) se dedica unas pocas palabras, resaltando el hecho que hayan ingresado a la plaza San Martín grupos minúsculos de promotores del "enfoque de género" y promotores de la agenda LGBT. Se les podía distinguir por su bandera del arco iris, sus "tolerantes" gritos fuera de lugar con megáfonos y tambores y rodeados de policías para evitar agresiones lamentables. De haberse producido un solo conato de agresión, ahí sí hubieran dado harta cobertura los grandes medios y con todo lujo de detalles.
Esto no es más que una muestra (otra más) de que a la gran prensa (que está perdiendo lectoría en diarios debido al internet y a las redes sociales) le convenía que el Tribunal Constitucional se tumbara la "Ley Mulder", pues en ningún país institucionalizado se paga a cada empresa periodística entre 15 y 20 millones de soles mensuales para dar "publicidad estatal" a las obras del gobierno. Contando con esa suculenta mermelada y sueldos dorados que les permiten vivir una vida cómoda (nos encantaría también a los pobres mortales), no publicitan, como se debe, un evento masivo donde la ciudadanía ya expresó su repudio a la infiltración de la ideología de género en la currícula escolar.
En su lugar, ¿qué noticia era más "relevante"? Muy simple: el pedido del fiscal Pérez de impedimento de salida del país para Alan, la prisión preventiva impuesta por el juez Concepción contra los asesores de Keiko, el manoseo del congresista Mamani a una aeromoza de LATAM, la confirmación de detención contra el juez Hinostroza en Madrid, el berrinche de Yahaira, la derrota de Perú ante Ecuador en un partido amistoso durante el "día del hincha peruano", y demás noticias de "trascendencia" para el devenir de la especie humana que nos repiten todos los días sin descanso.
Este bombardeo de las mismas noticias, realizado al unísono y sin resaltar el deseo de los consumidores de saber más de temas que son necesarios para el devenir histórico del país, revela el carácter mercantilista (y corrupto) de la gran prensa. Gracias al milagro del internet y de la prensa independiente, contamos con voces disidentes al discurso alineado con la corrección política, lo cual genera vergüenza en muchos consumidores que no se atreven a expresar su desacuerdo con el pensamiento único por el temor a ser etiquetados de retrógrados, machistas, ignorantes, homofóbicos y demás declaraciones de amor.
A pesar de lo anterior, la manifestación del jueves revela que las opiniones conservadoras en el país gozan de buena salud y están en permanente actualización ante los intentos del actual gobierno de adoctrinar a los niños en los colegios públicos (como lo hicieron las dictaduras nazi y comunista), presionar a los docentes, manipular el lenguaje con términos inocentes como "enfoque", "igualdad", "equidad" y "no discriminación", pues el lenguaje es el arma perfecta para dominar a las mentes menos cultivadas. La infiltración de esa táctica de manipulación se está llevando a cabo en Perú a través de campañas sistemáticas en las redes, financiamiento externo e interno de ONGs sin rendir cuentas al Estado, modificación de normas de rango infralegal (ordenanzas municipales, resoluciones administrativas, vice o ministeriales, etc.), o sentencias de tribunales internacionales que obligan a un país a plegarse a una visión ideológica y doctrinaria dominante, usando de pretexto la "jurisdicción supraconstitucional", atentando así contra la Constitución y nuestra soberanía.
Sobre esto último, la conocida abogada Beatriz Mejía denuncia con frecuencia la presión internacional de poderosos organismos políticos, aliados con multinacionales, para que nuestro país se adecúe a las políticas de "igualdad de género" y así poder recibir ayuda financiera internacional y, de esa forma, consolidar una nueva colonización del país. El actual presidente se ha plegado a esa agenda y cinco de los ministros de su gabinete también (Educación, Salud, Cultura, Mujer y Desarrollo e Inclusión Social). Basta escuchar la repetición de la mentira de la inexistencia de la ideología de género por parte del ministro del "arroz con leche feminista" Daniel Alfaro, como el año pasado lo hizo también Marilú Martens. Ellos no son los únicos: gente de Chollywood, periodistas caviares, congresistas de izquierda y hasta Duberlí Rodríguez (ex presidente del Poder Judicial) se sumaron a ese discurso monocorde.
Por todo lo anterior, es reconfortante saber que hay mucha gente que no actúa como ovejas guiados por falsos pastores (ideológicos). La presencia de políticos y autoridades como los congresistas Olaechea, Bartra y Galarreta, líderes de opinión como Butters, Rosas y sobrevivientes a la ideología de género como Fernando Ñaupari dan aliento a la población para no sucumbir ante la presión del marxismo cultural, por más que se disfrace de ciencia y hasta de maestrías en "estudios de género". Lo ideal es que la información sobre los orígenes, evolución, desarrollo y consecuencias de esta ideología en los países donde echó raíces, al igual que la identificación de sus promotores y sus estrategias en todo el mundo sea materia de estudios, pues la información bibliográfica y seria sobre el tema es enorme y apasionante. Dejamos eso como idea para defendernos como sociedad y no limitarnos a las marchas o a hacer activismo en redes. Nuestras familias, nuestra educación y nuestra sexualidad son tan valiosas como para dejarlas en manos de una minoría antiperuana.
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