A raíz de la reciente sentencia del Tribunal Supremo de Estados Unidos que revirtió la sentencia del caso Roe vs. Wade (1973) y Planned Parenthood vs. Casey (1992) y de las posteriores reacciones del Presidente Joe Biden y de ciertos políticos del Partido Demócrata que se presentan a sí mismos como católicos, es necesario emitir un pronunciamiento firme por parte de las autoridades de la Iglesia. Pero no existiendo nada al respecto, salvo comentarios y comunicados aislados y de escasa difusión, desde esta tribuna quiero aportar mi grano de arena. Ojo que acá no se busca juzgar a nadie, sino opinar en base a hechos perfectamente verificables.
La fe católica, por su
carácter universal está destinada a toda la humanidad y tiene como objetivo dar
a conocer a Cristo a todos los pueblos y culturas para formar una sola unidad
como el propio Jesús ha deseado en el Evangelio de Juan, capítulo 20. Dicha
unidad, si bien respeta la libertad de cada uno de sus miembros, exige
coherencia y cumplimiento de la Palabra de Dios. Por algo Jesucristo nos enseña
que “el que me ama guardará mi palabra” (Juan 14:23).
Por ello, a Jesús le
repugna la doble vida. El caso más llamativo es la llamada de atención a los
fariseos, quienes buscaban algo con qué involucrarlo en una violación de la ley
hebrea o romana, viendo que su autoridad desvelaba la hipocresía con la que
vivían, pese a ser hombres religiosos. Dios ve todo lo oculto en los corazones
de los seres humanos, creyentes y no creyentes, y por eso enseña que la
autenticidad en lo público y lo privado revela no sólo qué tan transparentes
somos sino también qué tan consecuentes somos con la práctica de su Palabra.
En el caso del
Tribunal Supremo de Estados Unidos, si bien no penalizó ni despenalizó el
aborto, precisó que la Constitución de ese país no menciona nada del tema, sino
que es potestad de los Estados regularlo, limitarlo o prohibirlo, algo que el
fallo Roe vs. Wade se había atribuido como un derecho constitucional
erróneamente interpretado. De ahí que no hay nada más falso que afirmar, como
ciertos medios masivos de comunicación, que la Corte eliminó el “derecho a
decidir”.
Centro provida CompassCare de Buffalo vandalizado por radicales a favor del aborto (créditos: cbn.com)
La furia de los
activistas, jóvenes adoctrinados, políticos de izquierda, ONGs feministas,
grupos de cabildeo abortista, artistas liberales del mundo millonario de la
farándula, fue predecible y, en algunos casos se tradujo en violencia contra
los centros de ayuda a la mujer embarazada o templos cristianos (más de 40
desde que se filtró el borrador de un dictamen favorable a la reversión de Roe
vs. Wade). Eso demuestra que para un sector de la política estadounidense los
derechos humanos sólo existen les son favorables a su agenda política e
ideológica.
Algunos miembros del Partido
Demócrata y hasta el Presidente Biden reaccionaron calificando el fallo como un
retroceso y una tragedia para la vida de miles de mujeres (menos las no
nacidas). Biden ahora arremete anunciando un proyecto de ley federal abortista
y exigiendo una movilización electoral masiva a favor del aborto para las elecciones
legislativas de noviembre, sobre todo para tapar los malos resultados de su
administración. Además de eso, firmó una orden ejecutiva prohibiendo en todo
Estados Unidos las terapias de conversión para homosexuales que desean salir de
ese estilo de vida.
Lo verdaderamente
trágico del testimonio de Biden no es su persistente política anti-vida y
anti-familia, sino que enarbola su condición de católico para pretender
justificar su postura invocando la laicidad del Estado (o de su persona).
Recordemos que, a diferencia de Santo Tomás Moro, quien prefirió morir
martirizado en 1535 en lugar de traicionar su conciencia católica al negarse a
jurar fidelidad al Acta de Sujeción al rey Enrique VIII como cabeza de la
Iglesia en Inglaterra y a su matrimonio adúltero con Ana Bolena, en pleno siglo
XXI Biden promueve una política abiertamente violatoria del Quinto Mandamiento
de la Ley de Dios. Encima lo secundan otros políticos como Nancy Pelosi, quien
se saltó la prohibición de comulgar impuesta por el Arzobispo de San Francisco
por su persistente intento de promover el aborto en todo el país, a pesar de
las correcciones que se le dieron durante años.
Otro ejemplo de
incoherencia de un político católico en Estados Unidos fue John F. Kennedy, el
tan admirado político demócrata asesinado en 1963 en circunstancias nunca
aclaradas. Independientemente de su apoyo al Movimiento por los derechos
civiles, o sus célebres frases citadas de manera recurrente en el cine y la
televisión, tuvo un comportamiento adúltero con su esposa Jackie, fue patrocinador
del asesinato del presidente de Vietnam del Sur en 1963 (algo poco conocido,
pero que provocó el aumento de la escalada bélica) y continuador de la política
de ocultación y engaño deliberado sobre la Guerra de Vietnam (según los Papeles
del Pentágono filtrados en 1971).
Parroquia de Owo, Nigeria, atacada en fiesta de Pentecostés (créditos: ChurchPOP.com)
Lo cierto es que, el
hecho de ser católico en el mundo actual conlleva el riesgo de sufrir
discriminación en una civilización cada vez más apóstata, y en la que se les
trata a los seguidores de Jesucristo como ciudadanos de segunda clase. Un
ejemplo de ello es la poca cobertura dada por los grandes medios masivos al
sangriento atentado contra los católicos en Nigeria durante una misa por la
fiesta de Pentecostés. El catolicismo es auténtico o hipócrita dependiendo de
la manera como cada persona se decida a vivirlo: de forma genuina o quedando
bien con Dios y con el diablo. Al final Dios tendrá la última palabra en el
juicio personal, porque nadie lo engaña. Ni siquiera hombres con solideo o
pectoral. De ahí lo importante que es orar por su conversión.
Por lo tanto, vivir la
fe cristiana de manera coherente hasta el final es lo que deja frutos
abundantes para la posteridad, independientemente de lo conocida o no que haya
sido el alma que la practicó. La sentencia del Tribunal Supremo es una luz de
esperanza para los no nacidos y para la salud emocional y espiritual de las
familias norteamericanas. Eso es un ejemplo de remar a contracorriente a pesar
de la oscuridad que quiere imponerse sobre un país que se construyó en base a
los valores de la libertad y la fe cristiana. Sin duda, ayuda a creer en la
existencia de Dios.
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