miércoles, 29 de junio de 2022

El catolicismo como careta: La actitud ante la Sentencia del Tribunal Supremo de EE.UU.

 


A raíz de la reciente sentencia del Tribunal Supremo de Estados Unidos que revirtió la sentencia del caso Roe vs. Wade (1973) y Planned Parenthood vs. Casey (1992) y de las posteriores reacciones del Presidente Joe Biden y de ciertos políticos del Partido Demócrata que se presentan a sí mismos como católicos, es necesario emitir un pronunciamiento firme por parte de las autoridades de la Iglesia. Pero no existiendo nada al respecto, salvo comentarios y comunicados aislados y de escasa difusión, desde esta tribuna quiero aportar mi grano de arena. Ojo que acá no se busca juzgar a nadie, sino opinar en base a hechos perfectamente verificables.



La fe católica, por su carácter universal está destinada a toda la humanidad y tiene como objetivo dar a conocer a Cristo a todos los pueblos y culturas para formar una sola unidad como el propio Jesús ha deseado en el Evangelio de Juan, capítulo 20. Dicha unidad, si bien respeta la libertad de cada uno de sus miembros, exige coherencia y cumplimiento de la Palabra de Dios. Por algo Jesucristo nos enseña que “el que me ama guardará mi palabra” (Juan 14:23).

 


Por ello, a Jesús le repugna la doble vida. El caso más llamativo es la llamada de atención a los fariseos, quienes buscaban algo con qué involucrarlo en una violación de la ley hebrea o romana, viendo que su autoridad desvelaba la hipocresía con la que vivían, pese a ser hombres religiosos. Dios ve todo lo oculto en los corazones de los seres humanos, creyentes y no creyentes, y por eso enseña que la autenticidad en lo público y lo privado revela no sólo qué tan transparentes somos sino también qué tan consecuentes somos con la práctica de su Palabra.

 


En el caso del Tribunal Supremo de Estados Unidos, si bien no penalizó ni despenalizó el aborto, precisó que la Constitución de ese país no menciona nada del tema, sino que es potestad de los Estados regularlo, limitarlo o prohibirlo, algo que el fallo Roe vs. Wade se había atribuido como un derecho constitucional erróneamente interpretado. De ahí que no hay nada más falso que afirmar, como ciertos medios masivos de comunicación, que la Corte eliminó el “derecho a decidir”.

 

Centro provida CompassCare de Buffalo vandalizado por radicales a favor del aborto (créditos: cbn.com)

La furia de los activistas, jóvenes adoctrinados, políticos de izquierda, ONGs feministas, grupos de cabildeo abortista, artistas liberales del mundo millonario de la farándula, fue predecible y, en algunos casos se tradujo en violencia contra los centros de ayuda a la mujer embarazada o templos cristianos (más de 40 desde que se filtró el borrador de un dictamen favorable a la reversión de Roe vs. Wade). Eso demuestra que para un sector de la política estadounidense los derechos humanos sólo existen les son favorables a su agenda política e ideológica.

 


Algunos miembros del Partido Demócrata y hasta el Presidente Biden reaccionaron calificando el fallo como un retroceso y una tragedia para la vida de miles de mujeres (menos las no nacidas). Biden ahora arremete anunciando un proyecto de ley federal abortista y exigiendo una movilización electoral masiva a favor del aborto para las elecciones legislativas de noviembre, sobre todo para tapar los malos resultados de su administración. Además de eso, firmó una orden ejecutiva prohibiendo en todo Estados Unidos las terapias de conversión para homosexuales que desean salir de ese estilo de vida.

 


Lo verdaderamente trágico del testimonio de Biden no es su persistente política anti-vida y anti-familia, sino que enarbola su condición de católico para pretender justificar su postura invocando la laicidad del Estado (o de su persona). Recordemos que, a diferencia de Santo Tomás Moro, quien prefirió morir martirizado en 1535 en lugar de traicionar su conciencia católica al negarse a jurar fidelidad al Acta de Sujeción al rey Enrique VIII como cabeza de la Iglesia en Inglaterra y a su matrimonio adúltero con Ana Bolena, en pleno siglo XXI Biden promueve una política abiertamente violatoria del Quinto Mandamiento de la Ley de Dios. Encima lo secundan otros políticos como Nancy Pelosi, quien se saltó la prohibición de comulgar impuesta por el Arzobispo de San Francisco por su persistente intento de promover el aborto en todo el país, a pesar de las correcciones que se le dieron durante años.

 


Otro ejemplo de incoherencia de un político católico en Estados Unidos fue John F. Kennedy, el tan admirado político demócrata asesinado en 1963 en circunstancias nunca aclaradas. Independientemente de su apoyo al Movimiento por los derechos civiles, o sus célebres frases citadas de manera recurrente en el cine y la televisión, tuvo un comportamiento adúltero con su esposa Jackie, fue patrocinador del asesinato del presidente de Vietnam del Sur en 1963 (algo poco conocido, pero que provocó el aumento de la escalada bélica) y continuador de la política de ocultación y engaño deliberado sobre la Guerra de Vietnam (según los Papeles del Pentágono filtrados en 1971).

 

Parroquia de Owo, Nigeria, atacada en fiesta de Pentecostés (créditos: ChurchPOP.com)

Lo cierto es que, el hecho de ser católico en el mundo actual conlleva el riesgo de sufrir discriminación en una civilización cada vez más apóstata, y en la que se les trata a los seguidores de Jesucristo como ciudadanos de segunda clase. Un ejemplo de ello es la poca cobertura dada por los grandes medios masivos al sangriento atentado contra los católicos en Nigeria durante una misa por la fiesta de Pentecostés. El catolicismo es auténtico o hipócrita dependiendo de la manera como cada persona se decida a vivirlo: de forma genuina o quedando bien con Dios y con el diablo. Al final Dios tendrá la última palabra en el juicio personal, porque nadie lo engaña. Ni siquiera hombres con solideo o pectoral. De ahí lo importante que es orar por su conversión.

 


Por lo tanto, vivir la fe cristiana de manera coherente hasta el final es lo que deja frutos abundantes para la posteridad, independientemente de lo conocida o no que haya sido el alma que la practicó. La sentencia del Tribunal Supremo es una luz de esperanza para los no nacidos y para la salud emocional y espiritual de las familias norteamericanas. Eso es un ejemplo de remar a contracorriente a pesar de la oscuridad que quiere imponerse sobre un país que se construyó en base a los valores de la libertad y la fe cristiana. Sin duda, ayuda a creer en la existencia de Dios.

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