"Sonido de libertad" es la nueva película del director Alejandro Monteverde ("Bella") y la protagoniza un rubio Jim Caviezel, casi 20 años después de ser Jesús en "La pasión de Cristo". Esta vez interpreta a un personaje real, cuya historia de rescate de niños raptados por traficantes sexuales es la base de la película que ocupa este artículo. Se estrenó el 4 de julio en Estados Unidos y, contra todo pronóstico, está generando más ingresos por taquilla de lo esperado (superó al blockbuster "Indiana Jones y el Dial del destino") y está dando mucho que hablar.
La película comienza con nervio, gracias a la presentación de los hermanos Rocío y Miguel Aguilar, quienes convencen a su padre de participar en una sesión de fotos para un concurso de modelaje infantil, sin saber que es una fachada para secuestrar menores, y venderlos a pederastas en diversos países del mundo. Lo que sigue es de terror: traslados forzosos de niños como esclavos, su separación, su venta clandestina a pervertidos sexuales, tratantes de blancas o terroristas, los abusos sexuales que experimentan y el infierno del que sienten que no podrán salir.
Una realidad muy dura de la que casi no se habla. Bueno, esta película va a contracorriente al denunciarla sin caer en el morbo o el mal gusto. De haber sido así, quedarían al descubierto las intenciones de los realizadores de buscar el entretenimiento barato como si fuera una película de terror tipo "Hostel", "Scream", "Saw" o muchas otras similares con las que muchos adolescentes buscan escapar por un par de horas de la realidad. Pero no es eso lo que busca "Sonido de libertad".
No se busca traumatizar a nadie con imágenes devastadoras de esta lacra, pues no hay nada de eso. Más bien, la acertada dirección de Alejandro Monteverde y la fotografía de Gorka Gómez Andreu, entre el manejo a contraluz y la oscuridad (sobre todo en la secuencia de la selva colombiana), ayudan a crear una atmósfera estremecedora que logra atrapar al espectador. Eso, aunado al guión del propio Monteverde y Rod Barr, basado en la experiencias reales de Tim Ballard, generan expectativa sobre las arriesgadas acciones del personaje principal y los contactos que debe llevar a cabo para salvar a numerosos niños secuestrados. Todo ello sin caer en efectivismos o la espectacularidad propia de las superproducciones de Hollywood.
A propósito, viene a la memoria la película "Búsqueda implacable" (Taken), con la que se denuncia el tema de la trata de blancas en París. A diferencia de esa película, que muestra la crudeza de ese "negocio" bestial como motivo para entretener y generar suspenso con una buena cantidad de cadáveres (cortesía del personaje de Liam Neeson), "Sonido de libertad" va más allá y se convierte en una película de denuncia. Tal vez eso, junto con las creencias católicas de sus realizadores, hacen que la película incomode a ciertos círculos de poder político y mediático.
Para muestra un botón: un redactor del diario The Guardian (conocido por sus prejuicios contra la Iglesia) calificó la cinta de "conspirativa y paranoica" y en el canal CNN un furibundo entrevistado dijo que se basa en "pánico moral" y basada en "estadísticas falsas". Ojalá nos explicara esos conceptos, pero cuando la gente sale del cine y la recomienda a propios y extraños, no es sólo porque está basada en una historia no inventada, sino porque probablemente tocará fibras sensibles de cierta gente poderosa que no quiere que se conozca de este monstruoso negocio que destruye la inocencia de los niños. Con eso se deja al descubierto los bajos instintos de cierta gente que puede ir por todas partes con una sonrisa y buenos modales, pero que también puede usar eso como una máscara.
El filme, producido por Eduardo Verástegui (quien tiene un breve papel), está hecho para remover conciencias y corazones, como "La pasión de Cristo" lo hizo en su tiempo. La mejor prueba es su retraso al estrenarse, luego de 5 años de producción y dificultades para encontrar una empresa distribuidora (Angel Studios) tras la compra de Fox por parte de Disney. Pero la Divina Providencia actúa de maneras sorprendentes y el resultado es su creciente éxito de taquilla y la mayor difusión que está consiguiendo como película independiente.
El mismo Jim Caviezel ha declarado que "los hijos de Dios no están a la venta". Con eso queda al descubierto la misión de esta película: generar conciencia y denunciar todo lo posible para destapar esta plaga, sin importar los ataques, burlas, cinismo e incomprensiones que genere. "Sonido de libertad" pone su granito de arena en ello. Es una película honesta, valiente, notable, desgarradora e intensa. Al mismo tiempo es esperanzadora porque así revela que hay gente con corazón y dispuesta a dar de sí, incluso a nivel heroico, para proteger a los niños, los seres humanos más vulnerables e indefensos que existen. De ahí las palabras de Jesucristo "Dejen que los niños se acerquen a mí y no se lo impidan porque de ellos es el Reino de los Cielos".
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