domingo, 23 de febrero de 2014

Por sus frutos los reconoceréis

No voy a hacer un recuentro de los trágicos acontecimientos que se desarrollan en Venezuela, ni tampoco de los síntomas de la crisis económica, social y política ni de los atropellos a los derechos humanos en que incurre el gobierno de Nicolás Maduro. Todo eso es trabajo de la prensa independiente. Lo que voy a comentar, a través de seis puntos, es la actitud del presidente llanero, pues ante lo que está pasando, uno no puede permanecer callado como los gobernantes izquierdistas de América Latina.
1) Maduro ha convertido a Venezuela en una provincia de la Cuba castrista, es decir, ha traicionado a su pueblo, convirtiéndose en un vendepatrias. De nada sirve proclamar que el destino de Venezuela lo deciden los venezolanos, si entregas sus fuerzas armadas al control de la dictadura cubana, al igual que su servicio de inteligencia y dotas de armamento a delincuentes quienes les aseguras dinero y privilegios si se mantienen leales a la "revolución". Esto último se llama crear lacayos con el pretexto de formar una "fuerza de choque de la revolución" ante una invasión estadounidense. Esto lleva al siguiente punto.
2) Estados Unidos financió golpes de Estado en varios países del mundo y historia lo prueba, especialmente durante la Guerra Fría, pues su objetivo era contener al comunismo soviético, a todas luces expansionista, totalitario, intolerante e inhumano. Basta leer el libro "El libro negro del comunismo" (2010) de Stéphane Courtois, Nicolas Werth, Jean-Louis Panné, Andrzej Paczkowski, Karel Bartosek y Jean-Louis Margolin. Es un libro que demuestra de manera contundente las atrocidades de una ideología en todo el mundo a lo largo del siglo XX (80 millones de muertos). No es necesario describirlas porque para eso es mejor revisar sus páginas o ahondar en cualquier buena biblioteca para desengañarse de la propaganda soviética que prometía el "paraíso socialista" para cualquier ingenuo que no sabía (y no sabe) nada de la vida, el esfuerzo, la honestidad y la religiosidad del ser humano. Tras el descubrimiento del shale gas, Estados Unidos se hará cada vez menos dependiente del petróleo venezolano, pero la supuesta invasión a Venezuela nunca se efectuará. Sólo existe en el fanatizado pensamiento de Maduro y de sus adláteres. Podría servir de guión para una película propagandística del régimen, como tantas que se hacen en Corea del Norte.
3) Ante la desastrosa política económica que beneficia solamente a quienes le juran fidelidad a Maduro, los que disienten están condenados a sufrir los maltratos de un régimen intolerante que usa oportunistamente los términos "patria", "libertad", "revolución", "fraternidad", "igualdad" y un largo etcétera. Sólo les queda gritar su rechazo a la violencia de los grupos parapoliciales, la ineficiencia de la gigantesca burocracia y la corrupción desenfrenada del régimen. Cuando la obcecación en las ideas políticas se pone en práctica desde el poder, se cae en la soberbia, el autoritarismo y sólo se causa daño al prójimo. Por eso, considero que Leopoldo López, el líder de la oposición que se entregó voluntariamente para responder de cargos inventados por Maduro, se ha convertido en un mártir viviente y símbolo de la resistencia pacífica de la oposición. Su figura va a crecer y le veo mayor carisma que a Henrique Capriles.
4) Llamar "fascistas" a quienes protestan pacíficamente por la situación del país y la violencia que promueve el gobierno para implantar su dictadura, es una grosera muestra de desprecio por el derecho humano a la libertad de pensamiento y de expresión, típica característica del comunismo. Aquí no cabe decir "yo soy progresista", "yo soy socialdemócrata" o "yo soy socialista". En Venezuela, no caben medias tintas, o estás con Maduro o estás contra él. La libertad es la mayor expresión de la dignidad concedida por Dios a la mayor de sus criaturas, después del derecho a la vida. El comunismo se ha encargado de suprimirla en nombre de la "revolución" para que todos queden como una masa de esclavos sin derechos y los que están en el poder vivan como jeques multimillonarios. Miren sino, a los boliburgueses. Eso se llama "robolución".
5) Venezuela está camino a convertirse en un país-cárcel, mientras los gobernantes latinoamericanos que simpatizan con Maduro y los partidos de izquierda o los organismos chavistas internacionales (llámense Unasur, Celac, Alba y me atrevería a decir OEA por el silencio cómplice de Insulza) miran al techo o silban fingiendo no enterarse de nada. Cuando las dictaduras son de derecha, se ponen a chillar como monos, demostrando así su doble moral y su hipocresía cuando se llenan la boca con las palabras "democracia", "derechos humanos", "soberanía" o "justicia social". "Quien calla, otorga", dice la máxima, y eso los delata. La cobardía gubernamental ante las atrocidades de una tiranía es condenable y la historia juzgará dicho silencio con dureza para dejarlos pésimo ante las generaciones futuras.
6) Maduro fue elegido a dedo por su amado y megalómano líder maxista-leninista-narcicista Hugo Chávez (en palabras del periodista Andrés Oppenheimer) como su sucesor mandando al diablo a la Constitución Bolivariana que establece en el segundo párrafo de su artículo 233, que tras la muerte del presidente en funciones, le sucede en el cargo el Presidente del Congreso, en este caso Diosdado Cabello. Sin embargo, Cabello tiene el control de las fuerzas armadas del país y ello lo haría más peligroso para los que reclamen democracia, libertad y respeto a los derechos humanos. A estas alturas, el inconstitucional gobernante formado por la inteligencia cubana y elegido por unas elecciones fraudulentas sería el mal menor. Esto es algo que se puede discutir porque nadie conoce el porvenir del poder político y soberano de Venezuela.
En conclusión, el país del oro negro del Caribe está viviendo la peor crisis política, social y económica de su historia creada no por una guerra externa o interna, sino por la incapacidad de su clase política, por la prepotencia y fanatismo de su poco dotado presidente, por la labor criminal de los grupos parapoliciales enviados por el gobierno a cerrarle la boca a la oposición (primero en la Asamblea Nacional y ahora en la calle), por la polarización de su pueblo y por la actuación soterrada de los servicios de inteligencia cubanos. A estas alturas, Venezuela tiene un futuro incierto y a la oposición le toca resistir heroicamente y demostrar que con la paz, la oración y nuestro apoyo desde el extranjero, no están solos y que las ideas de paz, libertad y desarrollo social son a prueba de balas. Porque Maduro debería recordar que el mal nunca es camino hacia el bien y revisar la frase de Cristo expresada en el Evangelio de Mateo 7, 15-20: "Por sus frutos los reconoceréis".