domingo, 21 de julio de 2019

Cuando veo tus cielos...

Edwin Aldrin tras plantar la bandera de EE.UU. en la Luna (Fuente: curiosity.com)
El sábado 20 de julio se cumplieron 50 años de la conquista de la Luna, un acontecimiento histórico que era el cumplimiento de un sueño de la humanidad desde épocas remotas. Así se pudo demostrar que no existen condiciones de vida en nuestro único satélite artificial y que los selenitas o lunáticos sólo existen en los relatos fantásticos y, especialmente, en la clásica película muda de Georges Melies "Viaje a la Luna" (1902), la cual puede ser apreciada en YouTube y generar fascinación por la originalidad de su puesta en escena y su inocente historia.

 

Apolo fue una de las divinidades principales de la mitología griega, y uno de los dioses olímpicos más significativos, motivo por el cual los griegos le dedicaron una gran cantidad de templos. Era descrito como el dios de las artes, del arco y la flecha, que amenazaba o protegía desde lo alto de los cielos, siendo identificado con la luz de la verdad. Tal vez por esa razón se eligió su nombre para bautizar las naves que la Administración Nacional de la Aeronáutica y del Espacio (NASA, por sus siglas en inglés) envió al espacio, con o sin éxito, a lo largo de casi 20 años (recordemos la tragedia de la cápsula del Apollo I, en la que el incendio desatado provocó la muerte de los astronautas Grissom, White y Chaffee).

Astronautas (de izquierda a derecha) Armstrong, Collins y Aldrin (Fuente: eluniversal.com)
Lo interesante es que este acontecimiento, el primero en ser transmitido vía satélite a Perú, numerosos jefes de Estado de todo el mundo enviaron, en una placa de metal, mensajes de apoyo y buenos deseos al trío de astronautas de la misión Apollo XI, Armstrong, Aldrin y Collins, especialmente el presidente de Colombia, pues justo ese día, la nación vecina cumplía 159 años de vida independiente (ver la noticia en el siguiente enlace: https://noticias.caracoltv.com/colombia/el-mensaje-que-colombia-envio-en-el-apolo-11-y-que-reposa-en-la-luna).

Despegue del Apollo XI en Cabo Cañaveral, FLorida (Fuente: europapress.com)
El primer alunizaje en la historia de la exploración espacial fue presenciado en televisión por más de 500 millones de telespectadores en todo el mundo. Ahora nos parece una cifra corta, dada la población mundial de 4 mil millones para la época. Recordemos que la Unión Soviética (URSS) no permitió la transmisión televisiva del acontecimiento y que toda información venida de occidente "rebotaba" en la Cortina de Hierro. El presidente Nixon se puso en contacto con los astronautas en su nave Apollo XI, en la que fue calificada como la "llamada telefónica más histórica de todos los tiempos". Para entonces, Neil Armstrong ya había dicho su histórica frase "este es un pequeño paso para el hombre, pero un gran salto para la humanidad".

Yuri Gagarin
La concreción de este multimillonario proyecto estuvo fuertemente relacionada con la agudización de la Guerra Fría: tras los primeros éxitos soviéticos en el espacio (la URSS había lanzado en 1957 el Sputnik I, el primer satélite artificial de la historia, y en abril de 1961 el cosmonauta Yuri Gagarin fue el primer ser humano en ser enviado al espacio), el presidente de EE.UU. John F. Kennedy declaró en 1961 que llegar a la Luna en el siglo XX era una cuestión de importancia nacional y se comprometió a ello como parte de la llamada "carrera espacial".


Durante su estancia en el cráter Mar de la tranquilidad, los astronautas tuvieron que efectuar un exhaustivo programa de trabajo, para poder proporcionar a los científicos de la NASA una extensa relación de datos para posteriores investigaciones. Un archivo de 82 páginas especificaba con exactitud qué debía recogerse, ensayarse y examinarse. Por ejemplo, Edwin "Buzz" Aldrin desplegó una lámina de aluminio para captar partículas solares y mediante un aparato especial de medición de viento solar se analizaron las nubes de gases emitidas por el sol. Luego, con la ayuda de un reflector de rayos láser colocado sobre la superficie lunar, los científicos midieron la distancia exacta entre la Tierra y la Luna (384,000 km.); y un sismógrafo proporcionó información sobre la existencia de sismos lunares. Tras permanecer en la Luna 21 horas y 37 minutos, los astronautas prepararon su regreso a la Tierra llevando en el equipaje unos 20 kilos de material lunar, en especial piedras y arena que recogieron directamente de la superficie, aunque algunas muestras fueron extraídas a 20 centímetros de profundidad. Para dejar constancia del viaje, se dejó la sección de aterrizaje del módulo lunar Eagle (Águila) con una pequeña placa de metal en la que podía leerse "Vinimos en son de paz, en representación de toda la humanidad".


Pese al prestigio que generaba esta exitosa empresa, la opinión pública se cuestionó durante años si, dados los altos gastos que comportaba, valía la pena viajar a la Luna, no habiéndose encontrado en ella recursos naturales. No obstante, en 1998, científicos de la NASA han asegurado que en los polos de la Luna existen grandes extensiones de agua helada, lo que ha renovado el interés por la investigación de nuestro satélite.

Papa San Pablo VI en el telescopio del Observatorio Vaticano (Fuente: aciprensa.com)
En la actualidad poseemos abundante información respecto de los avances que esta hazaña trajo para el mundo, y los proyectos internacionales en ciernes derivados de ella, especialmente el desarrollo de la tecnología de redes, los viajes espaciales, el estudio del espacio, su origen, posibilidades de vida, desarrollo y potencial, etc.; además de hacernos meditar respecto a nuestro lugar en el universo, la trascendencia de nuestras vidas en él y el Orden Superior que lo forjó tras el Big Bang. Así que, aunque logremos llegar a Marte o crear colonias espaciales, concluimos con el mensaje enviado por el Papa San Pablo VI a los tripulantes del Apollo XI: "Cuando veo tus cielos, obra de tus dedos, la luna y las estrellas que tú has establecido, digo: ¿Qué es el hombre para que te acuerdes de él, y el hijo del hombre para que lo cuides?" Salmo 8.