martes, 15 de julio de 2014

¿Por qué Alemania ganó el Mundial de Brasil?

Estamos tan acostumbrados a comentar el hecho de que Perú no va desde hace 32 años a un Mundial de Fútbol. Y nos da pena por una serie de motivos: la indisciplina de nuestros jugadores, su carencia de agilidad y físico, la corrupción en los clubes de fútbol, la poca o nula promoción del deporte por parte del Estado, la permanencia del inamovible Manuel Burga como representante de esa superpotencia itinerante llamada FIFA que amenaza con expulsar de su lista de afiliados a cualquier país que se atreva a remover a sus directivos, entre otros. Algunos, sin temor a equivocarse, incluirán dentro de dichos motivos, a la prensa deportiva televisiva, tan amarillista y oportunista, que no sabe hacer bien un recuento deportivo, especialmente durante la transmisión de un mundial, algo que se resume en una palabra muy de moda a lo largo del torneo: "Fleishmaneadas".
En mi caso, no recuerdo nada del Mundial de España 82 por ser muy pequeño, por lo que sólo me queda ver los documentales de los partidos que nuestra selección jugó y que se pueden disfrutar en youtube, tanto los triunfos como las derrotas. Definitivamente internet es una herramienta útil para ayudarnos a confirmar lo que nuestros mayores nos relataban de acuerdo a lo vivido. Lástima que no hayan videos de los partidos de las Olimpiadas de 1936 en Berlín. Perú era la envidia y los nazis en el poder no soportaban ver a un grupito de "indios" ganándole a la "raza superior", lo que causó la anulación del partido bajo una serie de pretextos extradeportivos y el despojo de un triunfo justo, lo cual fue respondido de manera caballeresca por el presidente Oscar Benavides, al retirar a la selección y finalmente ser recibidos los jugadores en Lima como héroes.
Ocho décadas más tarde, el mundo cambió radicalmente y Alemania es hoy el "motor" de Europa, la cuarta potencia industrial del mundo, la lideresa de la Unión Europea y la tetracampeona mundial de fútbol. Es un país de numerosas virtudes dignas de imitar: meticulosidad, sentido del deber, capacidad de abstracción para desarrollar el intelecto, cultura de la eficiencia, espíritu de lucha y orgullo nacional. Se levantó rápido después de dos océanos de sangre, de una partición de su territorio, de crisis sociales y económicas largas y dolorosas a lo largo del siglo pasado y con este triunfo se consolidó como país líder del balompié. La verdad, no deja de impresionar cómo teniendo un pasado negro y vergonzoso, hoy comandan de manera meritoria la construcción de una Europa unida y las virtudes que practican deben servir de inspiración para los países más afectados por la crisis financiera, algo que aquí nos hace falta en cantidades descomunales.
Pero, ¿por qué ganó Alemania este Mundial? La respuesta no está sólo en su preparación, su disciplina, su trabajo en equipo, etc. Los resultados saltan a la vista, especialmente durante el histórico Mineirazo, donde ridiculizó a Brasil por 7 tantos a 1, de manera que bajaron de su nube al pentacampeón mundial y dieron una clase magistral de fútbol que genera placer, pues hace años no se veía semejante resultado. Un comentarista de El Comercio dijo el lunes 14 que Alemania agarró a Brasil como si fueran oficinistas con resaca trabajando un domingo por la mañana. Definitivamente Brasil debe tomar esto como una lección para que no haya una tercera experiencia así, después del célebre Maracanazo durante el mundial de 1950.
Creo que la verdadera razón por la que ganó Alemania se resume en una sola palabra: humildad. Argentina tiene una cantera de talentos, una selección destacada y hábil con el gambeteo y su pasión por este deporte es casi religiosa. La mejor muestra está en la llamada "Iglesia Maradoniana", en la que se idolatra al mayor crack de su historia. Sin embargo, como bien sabemos, la pasión descontrolada lleva a actitudes violentas y delictivas, pero también de soberbia y orgullo que alejan a una selección de lo que se consideraría modélico. Recordemos cómo sin hacer ninguna clase de alharaca, Alemania, con su capitán Philip Lahm, fue escalando posiciones hasta conquistar el campeonato de manera limpia, consolando y alentando a los jugadores de los equipos que cayeron derrotados ante su calidad deportiva. Hablamos de Francia y, especialmente, de Brasil. Mención aparte para la meritoria actuación de Müller, Schweinsteiger, Boateng, Klose (máximo goleador en los mundiales), Oezil, Khedira, Neuer y especialmente al héroe del partido Mario Götze. ¡Salud por ellos!
¿Messi fue el mejor jugador del torneo? ¿El infierno se congeló? ¿Maradona es D10S? La respuesta es contundente: no. El holandés Arjen Robben es el mejor, el infierno sigue caliente y Maradona es un degradado. La selección dirigida por Joaquin Loew se fue de Brasil agradeciendo la acogida de los cariocas y felicitando a los gauchos, sin presumir de su indiscutible calidad deportiva. Personalmente tuve ese pronóstico, pues notaba la actuación de los teutones desde el comienzo y se confirmó lo que preveía sin necesidad de ser un adivino o un "pulpo Paul". Por ello, deseo que Argentina saque provecho de esta lección y desarrolle la virtud de la humildad para su selección y que la pasión no ciegue la sensatez, como bien se representó en un meme: Argentina juega con el corazón y Alemania con el cerebro. Los gauchos tienen muchas posibilidades, y más aun siendo bicampeones mundiales.
Para cerrar esta columna, nada mejor que citar al Papa Emérito Benedicto XVI, quien escribió un artículo sobre el significado del fútbol a raíz del Mundial de Argentina 78. Con la sencillez y la sabiduría que lo caracteriza dice una indiscutible verdad: El juego sobrepasa en cierto sentido la vida cotidiana, tiene otro carácter, especialmente en los niños. Es una ejercitación para la vida. Simboliza la vida misma y la anticipa de un modo configurado libremente. Me parece que la fascinación del fútbol consiste esencialmente en que une estos dos aspectos en una forma convincente. Obliga al hombre, ante todo a uno mismo, a cultivarse, de modo que a través del ejercicio se logra el dominio de sí, a través del domino, la superioridad, y a través de la superioridad, la libertad. (El fútbol) enseña también una colaboración disciplinada: como juego de equipo obliga a subordinar lo propio en beneficio del conjunto. Lo une a través de un objetivo común. Éxito y fracaso de cada individuo dependen del éxito y fracaso del conjunto. Y le enseña finalmente una competición limpia en la que las reglas comunes a las que se somete, en la competición es lo que une y vincula, y por encima de ello, la libertad del juego, cuando se pone en ejerce correctamente, libera la seriedad de la competición en el juego en la libertad del juego cuando este acaba. (...) Asistiendo al juego, la gente se identifica con él y con los jugadores, y participan así en el espíritu de equipo y de competición, en su seriedad y su libertad. El jugador se convierte en un símbolo de la propia vida, que actúa sobre ella. Saben que uno se ve representado en ella y encuentra su confirmación.