lunes, 15 de febrero de 2016

Spotlight: Evitar el escándalo

Ha ganado el Oscar la película "Spotlight" (rebautizada con el título "En primera plana") en la que se recrea la investigación llevada a cabo en 2002, por parte de un grupo de periodistas, de los casos de pederastia cometidos por sacerdotes católicos en Massachussetts a lo largo de cuatro décadas. La película muestra el típico periodismo de investigación sin recurrir al suspenso fácil o al terror gratuito porque no es ése su objetivo, sino que busca rendirles un homenaje a estos hombres de prensa que destaparon una realidad vergonzosa que los llevó a recibir el premio Pulitzer. Si tú eres un católico(a) sensible a este tema, te recomiendo no seguir leyendo este artículo. Pero si aun así tienes interés en empaparte de la verdad, por más dolorosa que sea, te agradezco por continuar con la lectura.
Comencemos, analizando brevemente la película desde el plano cinematográfico: la trama se desarrolla, en su mayor parte, en las oficinas del diario Boston Globe, y todo comienza con la llegada al diario un nuevo editor de origen judío, Marty Baron (Liev Schreiber) que les revela a sus colegas de la unidad Spotlight (Michael Keaton a la cabeza), una primera acusación proveniente de un grupo pequeño de víctimas de sacerdotes, mostrándose de manera indirecta la complicidad del cardenal Bernard Law (John Mahoney), a la hora de tratar el drama con una solución nada justa: trasladando a los depredadores a otras parroquias y arreglando monetariamente el asunto con abogados, policías y familiares de las víctimas. Todo por el afán de "evitar el escándalo", como se ve en la escena inicial de la película. Esto da pie a la investigación que terminó desenmascarando esta política de encubrimiento y que se convertiría en una bomba mediática de alcance global que destapó casos similares en otros países (Alemania e Irlanda, por ejemplo).
La película evita caer en el aspaviento o en la actitud sensacionalista típica de la prensa amarillista, y se enfoca en su objeto de interés: cómo la investigación lleva a descubrir una realidad humillante para cualquier católico, la indignación tras el destape y la búsqueda de justicia por parte de las víctimas ante las trabas eclesiásticas, legales, judiciales y la oposición de abogados y familiares de las víctimas por la actitud de hacerse la vista gorda. Todo eso se trata con el estilo del cine clásico ("Todos los hombres del presidente" de Alan J. Pakula es una evidente referencia) y con una dirección y montaje impecables, actuaciones destacadas de todo el reparto, especialmente de Mark Ruffalo (el Hulk de "Los Vengadores" 1 y 2) y Stanley Tucci y un realismo en su puesta en escena. Si alguien busca acción, suspenso o terror en esta película, se quedará con los crespos hechos, pues es una película de diálogos que requieren atención en cada escena y no verla por el mero "pasarlo bien" con palomitas, gaseosa o whatsapp durante el metraje. El guión del propio director Tom McCarthy y Josh Singer cumple así su objetivo, entregando una película lograda, interesante, aunque inevitablemente polémica. Ahora hagamos un comentario crítico de la película desde una óptica deontológica: Para ello, me permito transcribir las palabras del sacerdote Mario Arroyo publicadas en el portal web Lucidez, tras su visionado de la película: "¿Qué le falta contar a Spotlight? Lo que sucedió después: la película concluye con la crisis de fe que sufrieron los periodistas y el pueblo norteamericano, pero no dice lo que hizo la Iglesia, primero en este país y siguiendo su ejemplo, en el resto del mundo, para erradicar el problema. No cuenta como después de esa dura prueba para la fe de los norteamericanos, a trece años de distancia, esa fe ha renacido más fuerte, no ha decaído la religiosidad de ese pueblo, sino que ahora es más madura, (...) Además, el prestigio, también moral, de la Iglesia y sus pastores en ese mismo país se ha recuperado (como lo confirma el reciente viaje de Francisco). Spotlight está hecha, como cabe esperarse de un filme hollywoodense, para ganar premios, dinero y contar una historia. Pero si uno quiere conocer la “historia completa”, necesita de una segunda parte (lo que no es objetivo de la película ni de sus productores), que bien podría ser el documental Manzanas podridas de Rome Reports, el cual narra precisamente lo que sucedió después: La lucha decidida por sanear la institución primero en E.U. y después en el resto de la Iglesia durante el pontificado de Benedicto XVI."
Hasta donde sabemos, McCarthy no tiene la intención hacer un díptico que permita decir "Ah, muy bien, ya hay objetividad real a la hora de tratar este tema" o "Le están dando voz a los acusados para que se defiendan", de tal forma que pueda constatarse que se busca equilibrar la balanza para conseguir una justicia verdaderamente equitativa. En cambio, Clint Eastwood sí tuvo ese propósito a la hora de recrear la batalla de Iwo Jima con sus logradas películas "La conquista del honor" (óptica del bando vencedor) y "Cartas de Iwo Jima" (óptica del bando derrotado). Además, si uno presta atención a los detalles, todos los periodistas de Spotlight son católicos no practicantes y el anterior editor, como que tuvo que renunciar para que un no católico emprendiera la investigación. Se podría interpretar eso como si la complicidad viniera no sólo de la gente aludida líneas arriba, sino también de la pasividad de parte de quienes fueron formados en la fe, pero luego parece que les ganó la mundanidad. Tras este hallazgo, se descubrieron más de 3,200 casos de abusos sexuales y ante esta dolorosa realidad, la Iglesia tuvo que pagar más de 1,250 millones de dólares en reparaciones civiles a los sobrevivientes de estos crímenes abominables. Benedicto XVI endureció las penas contra los que estén implicados directa o mediatamente en estos delitos o cualquier otro y garantizó la plena colaboración con las autoridades civiles de cada país, además de elevar la valla de requisitos para la admisión de futuros seminaristas. "Dios llora", dijo el Papa Francisco, y eso me lleva, inevitablemente, a recordar los testimonios de las víctimas que figuran en el libro de Pedro Salinas "Mitad monjes, mitad soldados" y que siguen clamando justicia al cielo, pues Cristo sigue sufriendo en la carne dañada de estas personas. Porque la burocracia no puede ser tampoco pretexto para retrasar los reclamos de quienes tienen problemas para perdonar.
Claro, nunca van a faltar los que aprovechen esta clase de películas para jalar agua para su molino, haciendo el típico raje contra la Iglesia llamándola corrupta, ramera de Babilonia, encubridora, arruina-infancias, castradora, hipócrita, codiciosa, inventora de mitos, enemiga de la libertad y del progreso científico... y no sé qué más (poco falta para que la acusen de querer exterminar a los jedis en una galaxia muy, muy lejana). Lo cierto es que todos los católicos somos la Iglesia (sacerdotes, religiosos y laicos) y que ni nuestros pecados han podido destruirla porque siempre renace por acción de Dios Espíritu Santo, ese "desconocido" que la mantiene unida y sigue ayudando a profundizar en la enseñanza de la Palabra y a transformar nuestras vidas para bien. Respuestas como ésta siempre generarán burlas, pero el perseverar en la Verdad libera de toda atadura y da paz al alma. Si esa gente no quiere entender u oír esto, sólo queda orar por ellos, pues el decir "no les hagas caso", sacarles la lengua, hacer memes para el facebook o ejercer presión desde el twitter no es suficiente.
En otras palabras, "Spotlight" es un recordatorio de que los escándalos indignan a Dios y que toda política debe estar al servicio de la verdad y no del encubrimiento, la complicidad o el silencio. Por el bien de las almas, la Iglesia siempre debe renovarse para purificarse, caminar con el mundo y hacer un mea culpa cuando sea necesario. Por supuesto, sin renunciar a su misión divina de llevar el Evangelio a todos los pueblos. "La verdad les hará libres" fueron las palabras de Jesús, y eso hay que reconocer para colaborar y orar por tener autoridades santas, transparentes, con políticas que sean misericordiosas, justas, eficientes y caritativas. Después de todo, como bien reza el título del último libro-entrevista de Andrea Tornielli al Papa Francisco, "el nombre de Dios es misericordia".