lunes, 25 de agosto de 2014

Michael Bay y la crítica de cine

Cada vez que se estrena una película dirigida o producida por Michael Bay, la crítica de cine se pone picona por la simple razón de que el cineasta californiano no se gana una sola crítica positiva. Y, sin embargo, sus películas gustan a las masas. Parece que nadie puede responder a la pregunta de por qué un cineasta malo puede atraer a tanta gente a las salas de cine. Para responder esto necesitamos hacer una breve reseña de los orígenes de Bay en el mundo de los videoclips y su desarrollo como cineasta de entretenimiento puro. No obstante, también es pertinente comentar sobre la crítica "especializada" y por qué muchas veces sus gustos y criterios chocan con los de la mayoría.
A Bay le encantan las explosiones, la velocidad, los tiroteos, las tomas de puestas de sol, los travellings circulares, la edición propia de un videoclip, los guiones simplistas y, por supuesto, las chicas-florero. Y si es una secuela, pues agranda todo eso como un combo de confitería (gaseosa y balde o batea de cartón, ya no sé qué es exactamente), sin importar si te aumenta o no el colesterol. Casi todas esas características se dan en su cine. Desde "Bad Boys", hasta "Transformers, la era de la extinción". Eso tiene su origen en una filmación que hizo con una cámara de su madre cuando era niño y trataba de la explosión de un tren de juguete con petardos. Posteriormente, la obra que Bay presentó para su graduación en la universidad: un muchacho conduciendo su Porsche amarillo a gran velocidad por su pueblo.
Algunos críticos lo llaman la "bestia negra" de Hollywood y dicen que su filmografía representa la "muerte del lenguaje cinematográfico". Incluso en la página española El Criticón se dice que sus obras sólo sirven para complacer su "masturbación ególatra". Sin embargo, él no se disculpa, pues su intención verdadera es llenar las salas de cine y que "el público y no la crítica odie tu película". Además, declaró que ya está acostumbrado a recibir malos comentarios. Se le podría considerar como un "esclavo del dólar", al igual que muchos otros cineastas y directores que no gozan de la simpatía de la crítica especializada. Incluso se le acusó de reciclar algunos planos de sus películas previas para las que posteriormente haría, como es el caso de "La isla", con "Transformers, el lado oscuro de la luna", sin saber claramente si era por un tema de ahorro.
Lo cierto es que a Bay lo que le importa es el entretenimiento puro y hacer lo que más le gusta: divertir a la gente, pues su cine no es para estimular la inteligencia ni para tener experiencias "contemplativas" con largos planos fijos que pasen de 30 segundos, ni tampoco para ganar el Oscar o la Palma de Oro. Es un cine consumista, hecho para pasar el rato, para poner en tu televisor cada vez que haces zapping, cuando no tienes otra cosa que ver con tus amigos en blu-ray o no te gusta ejercitar tus neuronas viendo tramas de abundante contenido debatible, como "2001, odisea del espacio". Incluso Christopher Nolan, confesó que le gustaban las películas de Bay, lo que le acarreó numerosas críticas, considerando el alto desarrollo de sus guiones, como el de "Inception". La verdad, no sabemos si lo dijo por provocar o por sinceridad, pero Bay y Nolan son antagónicos en sus estilos de hacer cine.
Todo lo anterior podrá ser entendido por un ducho en séptimo arte y que tenga formación especializada. Será por eso que los gustos de Rodrigo Bedoya Forno difieren de los de Bruno Pinasco, por citar un ejemplo. A esa gente le fascina revisionar cada cierto tiempo la filmografía de Bergman, Antonioni, Hitchcock, Truffaut, Kurosawa, Eisenstein, Kubrick, Buñuel, De Oliveira, Coppola, Fellini, etc. Ese gusto es propio de quienes ven el cine como arte y no como negocio, y esa es una minoría que ha tenido el interés de analizar y debatir todo lo relacionado a las corrientes estéticas y narrativas del lenguaje cinematográfico. A las mayorías les aburre esa clase de cine porque no se ajusta al gusto condicionado por la gran industria, de la misma forma como sucede con el mundo musical. Michael Bay es el representante máximo de ese gusto condicionador, pues todo es por llenar las arcas de productores codiciosos que no saben nada de cine como medio de expresión artística. Hay casos en los que la balanza sí es equilibrada, como el mencionado Nolan o Peter Jackson. Pero ese ya es un tema de talento y buen pulso.
Mientras exista el cine, habrán realizadores que busquen la plata fácil o quienes quieran expresar alguna idea y difundirla. Pero los gustos personales no definen si una película es buena o mala, sino la calidad del guión, el desarrollo de la narrativa y la dirección de los actores. Lo demás ya es puro criterio técnico que es plasmación de lo que se tiene en la mente. Si a esto último se le da mayor importancia, las películas se vuelven superficiales y ahí es donde se reconoce la intención de los productores de sacarte la plata un día martes para atontarte durante dos horas o hasta más. Esto es como condimentar en demasía un plato que necesita mucho cuidado en su preparación para que esté en su punto. lo que piensan los críticos acerca del cine de Michael Bay. Pero, como ya dijimos, eso le tiene sin cuidado.
Hasta hay películas de apariencia superficial o fantasiosa que pueden tener contenido interesante para debatir, sin ser obras maestras. Todo depende del gusto al escogerlas y también de la perspicacia con la que se cuente al momento de analizarlas. Por lo pronto, se vienen las películas "Transformers" 5 y 6 y eso será una pesadilla para la crítica de cine. Mejor, pues. Así se demuestra que hay libertad para contar cualquier historia de la forma que uno guste. No olvidemos que también el criterio de los críticos está influido por sus gustos personales, por más que aparenten ser objetivos en sus análisis. Después de todo, gusto y objetividad no siempre van de la mano. Algunos mandarán al diablo al chef y otros lo aplaudirán, pues como reza el popular dicho, "en gustos y colores no han escrito los autores".