domingo, 31 de mayo de 2015

Mad Max: resignación versus esperanza

Se estrenó Mad Max: Furia en el camino, y vino precedida de muy buenas críticas por su visión pesimista, trágica, excéntrica, nihilista, violenta y llena de un soterrado humor negro sobre el futuro de la humanidad tras una guerra nuclear que devastó el mundo y lo redujo a un desierto interminable donde los más fuertes se lanzan a una brutal persecución de los débiles por el codiciado combustible, único recurso con el cual se puede sobrevivir en un entorno donde la especie humana parece que se está volviendo loca y la inocencia brilla por su ausencia. Las nuevas generaciones no conocen la trilogía protagonizada por Mel Gibson, por ser películas que sólo se pueden ver por TCM, pero que se han vuelto obras de culto por las siguientes características: delincuencia generalizada, muerte en las carreteras, inoperancia del sistema judicial, pérdida de la cordura, supervivencia permanente, desprecio por la vida, esclavitud a los señores de la guerra y extravagancia en el vestir y en el hablar como una forma de distinción. Sin ánimo de ser pesimista, siento que no estamos muy lejos de vivir en semejantes condiciones.
Es mejor, comenzar por el inicio de la historia para conocer mejor el universo que el cineasta George Miller inició en 1979: Max Rockatansky es un policía de carretera que es el mejor de su escuadrón, casado y con un hijo pequeño, que tras una persecución provoca la muerte del líder de una pandilla de motociclistas y de su novia. Todos juran vengarse provocando una serie de brutales crímenes que incluyen el asesinato de la familia de Max, lo cual provoca una violenta venganza de su parte, y, al mismo tiempo, el nacimiento de su condición de solitario anti-héroe que se aleja de la civilización para aprender a sobrellevar este fatídico suceso. Algo que sólo le genera amargura, frialdad en el actuar y parquedad en el hablar. Es como si el desierto fuera el reflejo de su alma atormentada. La película combina hábilmente acción, suspenso y hasta western con un estilo punk en los villanos que se acentúa en la siguiente película.
En la segunda película, estrenada en Estados Unidos en 1981 con el título de "El guerrero de la carretera" (The road warrior), Max encuentra una refinería que está siendo permanentemente acosada por un grupo de pandilleros armados. Para conseguir la gasolina que necesita, hace un trato con ellos proveyéndoles un tráiler capaz de movilizar la bomba lejos del sanguinario Humungus y sus codiciosas huestes. Sin duda, la mejor película de la trilogía y que ha sido influencia para otras producciones como "Mundo acuático" con Kevin Costner. La crudeza de las situaciones (asaltos, asesinatos, violaciones y ejecuciones) y la fuerza y realismo de las escenas de persecución le dan mayor impacto al filme, el cual fue hecho varios años antes de que se desarrollara la tecnología digital. Y ese ingrediente es un punto a favor.
En la tercera película (la menos lograda), titulada "Más allá de la cúpula del trueno", y estrenada en 1985, tras el robo de su vehículo y de sus camellos, Max busca recuperarlos aliándose con la excéntrica gobernadora de una ciudad (la cantante Tina Turner) para eliminar al tirano de una ciudad subterránea, ayudando, de paso, a un grupo de niños extraviados. Lo más logrado es la pelea dentro de la "cúpula" que da el título a la película, pues las persecuciones se redujeron notablemente. Por lo menos, Max salva a esos menores recuperando así, parte de su compasión e inocencia perdidas. Con esta película, parecía que la serie fílmica llegaba a su fin y, sin embargo, tuvieron que pasar 30 años para que George Miller se animara a dirigir el cuarto episodio.
Tom Hardy (Bane en "Batman, el caballero de la noche asciende") no posee el carisma de Mel Gibson, pero Miller lo compensa poniendo énfasis en el guión al personaje de Charlize Theron, verdadera protagonista de la historia: manca, aguerrida y que busca llegar hasta su pueblo natal huyendo del tiránico señor de la guerra Immortan Joe (Hugh Keays-Byrne, veterano de la primera trilogía) junto con su harén compuesto por 5 hermosas jóvenes. Todas ellas son perseguidas por Joe, quien las reclama como de su propiedad, aparte de que mantiene en la esclavitud a toda una población controlando el consumo de agua y el combustible gracias a su ejército privado de hombres rasurados, piel blanqueada y cuerpos deformes en algunos casos.
En esta cuarta aventura, la inocencia de la civilización, que se perdió en la primera película, desapareció casi por completo, convirtiéndose al mundo pre-nuclear en un recuerdo casi olvidado, pues la humanidad se rebajó hasta regresar a comportamientos cavernarios con tal de sobrevivir, pese a que aun existe el don de la fe (aunque sea "al que me pueda oir", como dice una de las chicas cuando ora), la esperanza y el amor, aunque se cuente con los dedos de las manos. Si en las dos primeras películas el bien codiciado es el combustible, ahora lo es también el agua, y hasta la sangre, pues la locura, la increencia, el pesimismo y la resignación colectivas llegan a niveles delirantes, por ejemplo, al considerar que los muertos que hayan servido a Joe irán al Valhalla, y al llamar a los fuertes y saludables "bolsas de sangre". Max es uno de ellos, antes de ser vendido como esclavo.
Ante tanta crudeza, parece que la extinción es la única salida. Max pensaría lo mismo, tras sufrir una pérdida que lo marcó, sin embargo nos enseña a darnos a los demás, aunque en esta última ocasión no sea por caridad, atracción física hacia alguna de las chicas, o la simple recuperación de su auto robado (es notable la colección de vehículos de guerra ensamblados con carrocería clásica). El único objetivo es liberarse y sobrevivir, para proseguir con su vida solitaria, al igual que en las películas anteriores. Max no es un personaje modélico, pero su instinto de supervivencia y los rezagos de consideración y ayuda a los demás que alguna vez puso en práctica como policía le sirven para reivindicarse, si es que toma esa decisión. Ojalá lo logre. Por lo pronto, disfrutemos de esta espectacular producción mientras esperamos al año 2017, cuando se estrene la quinta película: "Mad Max, la tierra baldía".