“Hispanoamérica. Canto de vida y esperanza”, es una película que no tiene suficiente publicidad y no está en todas las salas de cine de Lima. Muchos creerán que es la típica película para presentar en museos, ciclos de cine latinoamericanos o simples círculos privados, pero esta obra es mucho más que eso, pues ofrece una visión a contracorriente del pensamiento hegemónico regional. Vamos a ver el por qué a continuación:
1) Casi siempre (por no decir siempre) nos han enseñado en el colegio que Perú, al igual que el resto de países americanos fueron colonias y que sus poblaciones fueron sojuzgadas por una minoría de españoles poderosos llenos de codicia, racismo e hipocresía.
2) Cuando llegaron esos barbudos europeos a Perú liquidaron a un imperio vasto y glorioso donde todos vivían felices y con sus derechos respetados y garantizados bajo la bandera del Tahuantinsuyo.
3) Cuando nos enseñan la historia del Perú en los colegios, siempre se destacan las obras de las culturas pre incaicas, los 14 incas con sus supuestos retratos, la independencia, la guerra con Chile y uno que otro episodio del siglo XIX y XX. ¿Y el virreinato? Pues los nombres de los 40 virreyes o los santos de esa etapa histórica. Nada más.
4) Dicen los antihispanistas que España perpetró un genocidio, que saquearon nuestras riquezas, que se llevaron el oro y nos dejaron pobres, desamparados y que por eso estamos mal hasta el día de hoy.
Estos cuatro puntos forman parte de un pensamiento que no nació en América, sino en la Europa protestante del siglo XIX, el cual fue alimentado por diferentes fuentes a lo largo del tiempo: la doctrina de la predestinación calvinista en el siglo XVI, el racismo anglosajón y neerlandés, los sesgados escritos del dominico Bartolomé de las Casas, las ideologías indigenistas de corte marxista, el desprecio a España y a su legado por parte de historiadores protestantes, y el consiguiente blanqueamiento de los crímenes cometidos en las colonias y territorios controlados o influenciados por Inglaterra, Holanda, Francia, Alemania, la Unión Soviética y Estados Unidos.
Todo esto es muy revelador y apasionante, pero a su vez, muy extenso para explicar y resumir en un solo artículo, por lo que su mención, por ahora, sirve de pistoletazo de salida de una serie de descubrimientos históricos nada lejanos que deben darse a conocer a las nuevas generaciones para superar cualquier muestra de alienación o resentimiento individual o colectivo nacido de la ignorancia o la manipulación derivada de las leyendas negras.
El documental Hispanoamérica, dirigido por el tres veces ganador del premio Goya (el Óscar español) José Luis Lopez-Linares, recientemente distinguido por el Congreso peruano, es un aporte valioso para empezar a revisar la historia virreinal de Perú y el resto de países de la América hispánica, separando los hechos de los mitos y las leyendas negras creadas por los enemigos de España desde el siglo XVI hasta la actualidad.
Esos enemigos, nacionales y extranjeros, con conocimiento o sin él, se convirtieron en instrumentos de un plan anglosajón de fragmentación de la hispanidad, apelando a prejuicios, nacionalismos, racismo; y todo con financiamientos internacionales poco transparentes y agendas ideológicas destinadas a favorecer al neocolonialismo internacional, como bien lo demuestra el argentino Marcelo Gullo en su libro “Nada por lo que pedir perdón” (2022), el que considero de lectura imprescindible.
En el caso del documental citado, comienza mostrando cómo muchos hispanos se creyeron el relato negrolegendario, cuando la hispanidad es el fruto del encuentro entre dos mundos, el europeo y el americano. Dicho mestizaje es único en la historia universal, pues el resto de potencias europeas practicaron el imperialismo, el colonialismo, el tráfico de esclavos y la matanza de pueblos insumisos. No olvidemos que los puritanos anglosajones repetían lo siguiente: “El único indio bueno es el indio muerto”. Esta frase sirvió para someter numerosos pueblos y explotar recursos naturales a lo largo y ancho del mundo. Lo peor es que eso es poco conocido o no se muestra en producciones televisivas o cinematográficas.
En el caso de España, sin negar que ocurrieron episodios de matanzas, corrupción, traiciones, injusticias y demás tropelías, ése no fue el objetivo de la empresa conquistadora. ¿Cómo pudo haber matanzas y expolios, y a la vez, construcción de hospitales, escuelas, ciudades, iglesias y conventos décadas antes que en Norteamérica? ¿Cómo puede decirse que los españoles exterminaron las culturas y lenguas indígenas, cuando ellos, al traer la escritura, preservaron dichas lenguas enriqueciéndolas con las reglas de la gramática? ¿Cómo puede afirmarse que impusieron la cultura europea y la religión católica, cuando la gran mayoría de los hispanos profesa el catolicismo y demás variantes de cristianismo en todos los países de la región y adaptaron sus vestidos, comidas, musica y bailes a la región? ¿Cómo puede decirse que se cometió un genocidio por el cual deberían pedir perdón, cuando se mezclaron españoles con indias e indios con españolas? ¿Cómo puede decirse que esclavizaron a los indígenas, cuando los diferentes reinos americanos fueron reconocidos e incorporados a las coronas de Castilla y Aragón, y luego la de España?
Todos estos interrogantes, junto con muchos otros, generan cuestionamientos acerca de lo transmitido a través de la leyenda negra y cómo la hispanidad es más profunda de lo que muchos imaginan. Ella es fruto del mestizaje que nos ha convertido en hermanos unidos por el idioma, las costumbres, la fe y la historia. Todos los imperios tienen luces y sombras y España no es ajena a eso. Lo que es importante es diferenciar la historia negra de la leyenda negra, y el documental de López-Linares es un valioso granito de arena para reconocer nuestra identidad hispana frente a quienes quieren dividirnos buscando enemigos donde no los hay.
Viviendo aquí en España y recorriendo sus pueblos y tratando a su gente, he podido apreciar más el legado que dejó en América, sus similitudes con los pueblos de la antiguas “Indias Occidentales” y la urgencia de defender nuestros lazos culturales e intelectuales con el aporte de quienes nos trajeron numerosas cosas buenas, en lugar de estar buscando culpables históricos para no asumir responsabilidades actuales.
“Hispanoamérica, canto de vida y esperanza” es una invitación a conocer mejor nuestra alma como civilización y a dejarnos emocionar por lo que, en base a lo narrado en el filme, podemos aportar al mundo. En pocas palabras, debemos trabajar por esta hermandad continental.