jueves, 13 de noviembre de 2025

Los domingos: Amor y dolor familiar


La cineasta Alauda Ruiz de Asúa entrega un filme que no sólo es el mejor de su corta carrera, sino que la impregna de una honestidad y transparencia excepcionales que ayudan a resaltar a Los domingos como una pequeña joya llena de humanidad, realismo y fe. En una época en la que el cine español se siente estancado en el plano creativo y poco visto debido a la dirección ideológica de los cineastas o de la invasión americana encabezada por Hollywood, propuestas como ésta se convierten en una bocanada de aire fresco que anima a muchos a volver a las salas de cine.


¿Por qué hago esta recomendación? ¿Qué de especial tiene esta película? ¿Es católica o anticlerical? ¿Hay actores conocidos? Todas esas preguntas, perfectamente legítimas, tienen sus respuestas resumidas en una sola palabra: autenticidad. La directora nos presenta la historia de una jovencita llamada Ainara (Blanca Soroa) que comunica a su familia que siente el llamado de Dios para abrazar la vida religiosa. Eso provoca un desconcierto en sus seres queridos, quienes, lejos de cuestionarla, discriminarla o amenazarla, intentan comprender cada uno el por qué de su deseo.


Todo comienza en un retiro mientras está terminando sus estudios de bachillerato. Su papá es dueño de un restaurante e intenta mantenerse al margen, apelando a su carácter reservado. Su tía Maite (excelente Patricia López Arnaiz), una mujer no creyente, se muestra inquieta por el futuro de Ainara, mientras su novio argentino actúa con cierta indiferencia, pero con cierta curiosidad por las prácticas religiosas de la chica (la escena en que Ainara le enseña a orar es ilustrativa).


Mientras la joven va discerniendo, su tía intenta disuadirle (de manera velada) haciendo que tenga experiencias propias del mundo secular: una posible carrera universitaria, amigos, un potencial novio que resulta ser miembro del coro en el que canta. Podría decirse que la tía representa a la sociedad postcristiana del siglo XXI que, tarde o temprano, sin llegar a la agresividad o al odio, revelará sus miedos, inseguridades y cuestionamientos frente a la postura religiosa, cada vez más convencida de Ainara.


Al mismo tiempo, la protagonista experimenta una serie de emociones encontradas que le sirven de reto para conocer si su deseo de ser monja de clausura es verdadero o solo una emoción pasajera por el estilo de vida de las religiosas del convento (bastante creíble la presentación de cada una, entre ellas una peruana y una guineana). Todo llega a su clímax en la escena en que Ainara ora entre lágrimas entregándose de corazón a la voluntad de Dios, tras la misa por el fallecimiento de su abuela. Sin duda, un momento importante en la trama para conocer la actitud de cada miembro de su familia ante lo trascendente.


Blanca Soroa es una revelación como actriz al brindar una performance realista y sensible de un ser humano idealista que debe tomar una decisión crucial para su propio futuro. Al mismo tiempo, Patricia López Arnaiz se luce con su mirada angustiosa que busca las respuestas existenciales para su vida, mientras crece la tensión en su entorno por su escepticismo hacia la vocación de su sobrina. Sin duda, ambas actrices son lo mejor de la película. 


Como vemos, Los domingos es una película que, sin ser católica (su directora no es creyente) aborda un tema profundo y sensible que muchas veces es objeto de burla y menosprecio en la sociedad actual y que, pese a ello, es una muestra del alma de una civilización reacia a verse huérfana de los referentes espirituales con las cuales su identidad fue construida: Cristo, la Virgen María, los santos, la Iglesia Católica y todas sus expresiones de piedad en lo artístico, cultural y educativo. Sin duda, un filme que no va a dejar indiferente a nadie.