lunes, 20 de febrero de 2017

Un mensaje a la conciencia


Conociendo los predecibles gustos de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas (Hollywood, en otras palabras), sus miembros se inclinarán por "La La Land: Ciudad de sueños", la simpática, nostálgica, pero sobrevalorada película del joven Damien Chazelle, quien dirigió la aun más lograda "Whiplash: Música y obsesión" (2014). La favorita para el premio de la Academia tiene 14 nominaciones y ha igualado el récord de "La malvada" (1950) y "Titanic" (1997). Es encantadora y hasta notable por momentos, especialmente las secuencias del baile en la autopista, el clímax final del amor frustrado y, sobre todo, la escena del observatorio, sin duda, el mejor homenaje al cine musical clásico de los años 50. Verdadera muestra de proeza, color, romance y emoción que resumiría las apuestas por el triunfo de este filme, el domingo 26 de febrero.

 

 Pero esta columna no tiene por objetivo seguir alabando esta película, sino "Hasta el último hombre", el último trabajo del actor-director Mel Gibson y debo decir, que gracias a las excelentes críticas recibidas, la considero la más emocionante y merecedora del Oscar a mejor película. Tiene una factura técnica de gran calidad, excelentes actuaciones, especialmente del "sorprendente Hombre Araña" Andrew Garfield, escenas bélicas impactantes (sólo comparables a las de "Rescatando al soldado Ryan"), humor, romance y una buena dosis de humanidad aun en medio de las incomprensiones por preservar la paz de la conciencia mientras el mundo se destruye con la conflagración bélica. Las escenas finales de archivo del verdadero soldado y héroe médico-militar Desmond Doss emocionan y ayudan a entender sus motivos para no tocar un arma y apostar firmemente por ayudar a sus compañeros heridos durante la batalla de Okinawa. Cualquiera con esa fortaleza de corazón no salva a 75 soldados gravemente heridos. Por eso su testimonio inspira y nadie mejor que Mel Gibson para mostrar con sencillez su firmeza y su coraje en las dos mitades del filme que se complementan y ayudan a entender que la guerra comienza y se libra en el interior del ser humano, sin poder verse, en contraposición a las secuencias de la sangrienta batalla.


El tema de la objeción de conciencia sobre el que gravita la película, es base del presente artículo (el título no tiene nada que ver con los mensajes del recordado Hermano Pablo). Para ello nos centraremos en su definición, características y regulación en nuestra jurisprudencia y en la doctrina, especialmente la española y estadounidense. La película estimulará el estudio de este apasionante tema y, sobre todo, ayudará a su reconocimiento ante las amenazas que se ciernen sobre este derecho, especialmente en el plano sanitario y educativo en los últimos años. Para ello tomamos como base el libro "El derecho de libertad de conciencia y de religión en el ordenamiento jurídico peruano" (2005) de Susana Mosquera Monelos. Empezaremos definiendo el concepto de libertad de pensamiento, luego el de religión y finalmente, el de conciencia.

La libertad de pensamiento sería que todo individuo tiene de ejercitar libremente su pensamiento y dirigirlo hacia la búsqueda de la verdad esencial, de un conocimiento esencial sobre ciertas materias, sobre todo aquello que sea objeto de su interés. Libertad que tiene una manifestación interna y otra externa, en el primer caso se trata de un derecho absoluto, ámbito en el que nadie puede entrar, ahí la libertad de pensamiento alcanza su grado de expresión máximo; y otro ámbito, el externo, en el cual ese derecho a la libertad de pensamiento manifiesta la necesidad de exteriorizarse, de ser expuesto, ejercido materializado frente a terceros. Mi derecho a manifestar externamente mi libertad de pensamiento tiene como límite el ejercicio de derechos de terceras personas y el ordenamiento jurídico concreta esos límites en esos dos términos, salud y orden público.

 

En el ámbito internacional y, según se deriva de lo dispuesto en el artículo 18 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, la libertad de conciencia puede entenderse como la libertad de opinión que el juicio crítico realiza al respecto de un cierto pensamiento. Si la libertad de pensamiento es genérica, la liberta de conciencia es particular, se refiere a la opinión concreta que se tiene al respecto de un determinado postulado de la razón práctica, de manera que, se establece ahí la libertad de pensamiento. De ese modo la conciencia llega a formarse una opinión precisa sobre un determinado tema; esta manifestación de la libertad de pensamiento es la que lleva a algunos autores a derivar la existencia de un derecho a la objeción de conciencia.


De acuerdo con la jurisprudencia del Tribunal Constitucional peruano (en adelante TC), el reconocimiento de este derecho ha sido, efectivamente jurisprudencial, mas no legislativo, Así, la doctrina habla de supuestos de objeción de conciencia al aborto, esto es, el conflicto de intereses que se da cuando, despenalizado el aborto en ciertos supuestos, el médico encargado de llevar a cabo esa acción objeta en conciencia porque la práctica del aborto es contraria a sus creencias religiosas. Otro supuesto es el de la objeción de conciencia farmacéutica, que nace para ciertos profesionales de este sector que se niegan a dispensar métodos anticonceptivos; la objeción de conciencia electoral, que supone para los miembros de algunos grupos religiosos la imposibilidad de formar parte de los procesos electorales ya sea participando activamente con su voto o bien cumpliendo con la obligación de formar parte de las mesas electorales que se constituyen en cada distrito. Muchos otros supuestos hay, pero como ejemplos de objeciones de conciencia estos son suficientemente significativos. La objeción de conciencia implica una resistencia del individuo ante el cumplimiento de una norma cuando entre en conflicto con sus propias convicciones. No debe confundirse con la desobediencia civil, ni mucho menos con la revolucionaria. Es siempre una conducta pacífica y no violenta; es más, se la puede caracterizar como una conducta pasiva, pues consiste en abstenerse de cumplir un determinado deber impuesto por el ordenamiento.


El TC en el Expediente N° 0895-2001-AA/TC ha resuelto sobre derecho de modo inexacto, en opinión de la doctora Susana Mosquera, pues no lo solucionó de manera separada de la libertad religiosa, que sí está reconocida como derecho en el artículo 2,3 de la Constitución. Lo que pasa es que el TC sostiene que el derecho a la objeción de conciencia se deriva del de la libertad religiosa. Y en este caso era simplemente la objeción al trabajo el día sábado por parte de un Testigo de Jehová en ESSALUD. En el ordenamiento español, por vía jurisprudencial se resolvió se manera autónoma: el TC español en sentencias de los años 1982 y 1985. Esto duró hasta que se legisló este derecho en 1987 en lo referido al servicio militar. Por eso, es válida la técnica de los derechos implícitos que utilizó el TC peruano, pero no parece adecuado que uso que le ha dado para el caso concreto.


Es en Estados Unidos donde se dictan las primeras sentencias que analizan supuestas objeciones de conciencia; como referente histórico está el caso State vs. Wilson, de 1823 en el que se analiza un caso de objeción a formar parte de un jurado, petición que denegada por la corte que no reconoció tal derecho a objetar frente a una obligación legal cual es la de formar parte de un jurado popular. Lo curioso, es que nunca se ha reconocido un derecho genérico a la objeción de conciencia en Estados Unidos, pues su sistema está basado en el sistema del precedente, o del "case law", y además se basan en la Primera Enmienda a la Constitución, esto es, la Free Exercise Clause, que es el modo cómo el derecho estadounidense reconoce el derecho fundamental a la libertad religiosa. Así, los tribunales de ese país tienen mayor facilidad para analizar cada supuesto de objeción de conciencia, pero con libertad para dictar sentencia en sentido distinto. Así por ejemplo, en los casos relativos a objeciones de conciencia en el campo laboral, especialmente en cuanto a la jornada de descanso, la Corte Suprema ha reconocido la preferencia en el ejercicio del derecho de libertad religiosa cuando no existe un interés superior del Estado (compelling state interest) que justifique un atentado a dicho derecho fundamental (caso Sherbert vs. Verter, 1963). Pero cuando una empresa ha mostrado una actitud positiva intentando acomodar al trabajador que no puede por razones religiosas asistir a su puesto de trabajo en el día de descanso que señala su fe, pero no se ha logrado llegar a un acuerdo, la Corte Suprema ha dictado sentencia en sentido contrario y no ha reconocido ese derecho puesto que la acomodación de un trabajador no puede superar un coste mínimo ni discriminar a los demás trabajadores (caso T.W.A. vs. Hardison, 1974).


Se ha planteado, inclusive, que la objeción se trataba de un “derecho constitucional autónomo”, pero no de un “derecho fundamental”, pues se le consideraba un derecho a la exención de un deber constitucional (en referencia al servicio militar obligatorio), si bien se admitía que se encontraba protegido por el recurso de amparo. Finalmente, parte de la doctrina estima que la posibilidad de ejercer el derecho de objeción dependerá de la concepción que se considere prevaleciente en la Constitución española. En tal sentido, si se parte de una concepción positivista, sólo sería admisible el derecho en los supuestos en que esté expresamente reconocido y por tanto, en España, en el ámbito sanitario, sólo en los abortos en que se presenten las circunstancias establecidas en el artículo 19 de la Ley Orgánica 2/2010, del 3 de marzo de 1982, que regula el régimen del aborto o "interrupción voluntaria del embarazo". Se establece expresamente, en su ordinal 2, inciso 2º, que los profesionales de la salud tendrán el derecho de ejercer la objeción de conciencia. Algo que no respeta la Resolución Ministerial N° 486-2014/MINSA que aprueba la Guía para la aplicación del Protocolo de Aborto Terapéutico, cuyo pomposo nombre no repetiremos aquí, pues en su undécimo numeral abre las puertas a cualquier causal de patología que "ponga en riesgo la vida de la madre". El médico que se rehusara a practicar o colaborar con un aborto, lo hará bajo responsabilidad administrativa; algo inconstitucional e ilegal por donde se le mire.


Sin embargo, al tratar de precisarse los límites a la objeción de conciencia debe tenerse en cuenta que la jurisprudencia del Tribunal de Estrasburgo ha señalado, de forma constante, que la libertad religiosa sobre la que se basa, no habilita a que el individuo pueda comportarse en todo momento conforme con sus propias convicciones. Consecuentemente, las posibilidades de realización de la objeción de conciencia serán también limitadas, debiendo enmarcarse dentro de los límites al libre ejercicio de la religión que se contemplan en el Convenio. Dicho de otro modo, las objeciones de conciencia podrán ser válidamente desestimadas cuando ello resulte necesario en una sociedad democrática para salvaguardar algunos de los legítimos intereses enumerados en su artículo 9, debiéndose aplicar, en todo caso, un criterio de proporcionalidad que asegure que la libertad del individuo sólo padezca en la medida imprescindible para la salvaguarda del interés que se considera preponderante. A la hora de ponderar cuándo y en qué medida una objeción de conciencia puede colisionar con algunos de los intereses legítimos mencionados, el Tribunal de Estrasburgo ha venido reconociendo a los Estados miembros un amplio “margen de apreciación”.


Volviendo al EXP. N° 0895-2001-AA/TC, en su voto particular, la doctora Delia Revoredo Marsano considera que no ha prohibido al demandante ejercer su derecho a la libertad de religión ya que no se le impidió optar por su nueva confesión 5 años después de ingresar a trabajar a ESSALUD, pero otorga más relevancia a un hecho que nos parece fundamental, cual es "el demandante no condicionó su contratación laboral en dicho centro médico a no trabajar los días sábados". Además señala el peligro potencial que supone el reconocimiento de ese derecho genérico a la objeción de conciencia puesto que de él se podría derivar un "desorden público". La magistrada circunscribe ese desorden al posible conflicto que surgiría para conceder descansos a adventistas en los días sábados, en el ámbito laboral público o privado, a católicos en domingo, etc.


En el ordenamiento peruano la legislación se ha adaptado a la necesidad de ofrecer opción en la prestación de juramentos, Así, normas como el Decreto Legislativo N° 767 que aprobó la Ley Orgánica del Poder Judicial incluyó un artículo 230 en el que dispone que: "Es indispensable tomar posesión de un cargo judicial, prestar juramento de acuerdo a la siguiente fórmula: "Juro por Dios" o "Prometo por mi Honor", "Desempeñar fielmente los deberes del cargo que se me ha conferido...". No se plantea la opción de no juramentar, pero sí se da la variante dentro de la formulación de dicho juramento. En similares términos se expresa el Reglamento orgánico de la Academia Diplomática del Perú que para la ceremonia de clausura del curso al hacerse entrega de sus diplomas a los nuevos licenciados, se establece en el artículo 75 del D.S. N° 013-84-RE lo siguiente: "¿Juráis por Dios, por la patria y por vuestro honor desempeñar con lealtad y dedicación las funciones que os confiere el Estado y mantener secreto de todas las cuestiones que con éste carácter lleguéis a conocer por razón de vuestros cargos? - Sí, juro. - Si así lo hiciéreis que Dios y la patria os lo premien y si no, que os lo demanden". Quien no profesare religión, prestará promesa de honor". El 29 de julio de 2004 se publicó el Decreto Legislativo N° 957 que aprueba el nuevo Código Procesal Penal. Su artículo 118 se refiere al juramento, y dispone que: "1. Cuando se requiera juramento, se recibirá según las creencias de quien lo hace, después de instruirlo sobre la sanción que se haría acreedor por la comisión del delito contra la Administración de Justicia. El declarante prometerá decir la verdad en todo cuanto sepa y se le pregunte. 2. Si el declarante se niega a prestar juramento en virtud de creencias religiosas o ideológicas, se le exigirá promesa de decir la verdad, con las mismas advertencias del párrafo anterior".


En fin, tenemos tiempo y material para discutir sobre la importancia de este derecho, pero no quiero terminar sin hacer mención aparte a la fidelidad a la conciencia que dejó Santo Tomás Moro al rehusarse a prestar juramento sobre el matrimonio del rey Enrique VIII con Ana Bolena, tras romper con la Iglesia Católica en 1535. Moro, autor del libro "Utopía", como buen hombre de leyes y político humanista, sabía de las implicancias que tendrían sus palabras en Inglaterra y en toda Europa, así que se refugió en el silencio, pese a las presiones y amenazas reales contra su persona y su familia. Como bien lo muestra la oscarizada película "Un hombre para la eternidad" (1966), fue condenado a muerte, gracias un testimonio (bajo perjurio) de su ex criado y futuro Canciller inglés Richard Rich. Ahí no le quedó más remedio que romper su silencio y revelar su fidelidad su conciencia católica, a la Iglesia y al Santo Padre Clemente VI, lo que le costó la cabeza en el patíbulo, pero la gloria de la santidad y el título de "patrono de los políticos y los gobernantes". Que el debate y los ejemplos comiencen...

martes, 17 de enero de 2017

¿Construcción social o construcción mental? (segunda parte)


Ya hemos visto la mayor parte de nombres y posturas de quienes promueven la ideología de género en el artículo anterior. Espero no haberlos cansado con la frasecita "¡Otra vez la construcción social!", pero qué se va a hacer. Ésta se utiliza tanto, como las dictaduras dicen "revolución", "raza", "dignidad", "pueblo", "igualdad", etc. Así que, continuando con las minucias que trae consigo la heredera del comunismo, vamos a adentrarnos en un interesante análisis aportado por Rafael Mora, profesor titular de Prehistoria de la Universidad Autónoma de Barcelona y Profesor asociado de la Universidad de Alicante, España. El artículo lleva por título "La ideología de género: exposición y crítica" y cita interesantes fuentes bibliográficas que no encontraríamos con facilidad en este rincón del mundo, donde de manera extemporánea se quiere implantar subrepticiamente, sin consultar a la ciudadanía, este conjunto cerrado de ideas carente del más elemental sustento científico. Desde aquí mi agradecimiento al portal http://www.almudi.org


La Congregación para la Doctrina de la Fe de la Santa Sede emitió una carta titulada "Sobre la colaboración del hombre y de la mujer en la Iglesia y en el mundo" el 31 de mayo de 2004 en la que se habla de "algunas corrientes de pensamiento cuyas tesis frecuentemente no coinciden con la finalidad genuina de la promoción de la mujer". Una de esas corrientes de pensamiento es la que se ha denominado "ideología de género", que pretende imponer en todas las esferas sociales un modo de enfocar los asuntos referidos a la familia y a la sexualidad que llaman "perspectiva de género". Ese modo de pensar se originó en algunos círculos feministas norteamericanos de los últimos 60 y primeros 70, y se ha difundido extraordinariamente por todo el orbe a partir de la IV Conferencia Internacional sobre la Mujer que tuvo lugar en Pekín en 1995.


Ese mismo año, el Consejo de Europa aconsejó a los países miembros que integraran en los programas educativos "la perspectiva de género" [Equality and Democracy: Utopia or Challenge?, Palais del’Europe, Estrasburgo, 9-11 febrero 1995, p. 38.]. Esta recomendación que ha ido calando lenta pero inexorablemente en la esfera política y cultural europea, especialmente en España. Algunas de sus manifestaciones en el terreno legislativo la constituyen la ley contra la violencia de género o la que regula las uniones homosexuales, o más recientemente la ley LGTB promovida e impuesta por Cristina Cifuentes, presidenta de la Comunidad de Madrid. Un ejemplo de intento de difusión masivo de este tipo de perspectiva en el campo de la educación primaria es la "Guía para las niñas" difundida en octubre de 2005 por la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha y retirada poco después ante las protestas de los padres y de buena parte del profesorado; en ella, se recomendaba a las niñas experimentar nuevas formas de sexualidad, como la homosexualidad. No es tampoco ajeno a la "perspectiva de género" el enfoque de Dan Brown, el autor del "El Código da Vinci" al contraponer un supuesto cristianismo femenino propugnado por María Magdalena, que sería el querido por Jesucristo, a otro cristianismo masculino propugnado por Simón Pedro, que es el que habría triunfado históricamente dando origen a la Iglesia. Este absurdo sirvió, curiosamente, para conocer la verdadera historia de la Iglesia Católica y el acercamiento a la fe por parte de algunos, incluyendo quien escribe. Como bien dice el refrán "no hay mal que por bien no venga".


El término género procede del campo de la lingüística y designa una propiedad de algunos términos gramaticales. Así en castellano, como en otros idiomas, los sustantivos, pronombres, adjetivos y algunas formas verbales pueden tener tres géneros: masculino, femenino y neutro. Pero, a partir de la segunda mitad del pasado siglo, en las áreas culturales anglosajonas comenzó a utilizarse el término ‘gender’, traducido al castellano como ‘género’, con otra significación; en concreto, se utilizó para designar las diferencias socioculturales entre el varón y de la mujer. Con ello se pretendía afirmar que es preciso distinguir entre lo que es dado por la naturaleza biológica, a lo que se le denomina "sexo", de las construcciones culturales hechas según los roles o estereotipos que cada sociedad asigna a los sexos, a las que se denomina "género". En efecto, al analizar el sexo en sus múltiples vertientes se constata que está enraizado en lo biológico, pero tanto la conciencia que se tiene de la implicaciones de la propia sexualidad como el modo de manifestarla socialmente están profundamente influidas por el marco sociocultural.


Género versus sexo

Las palabras de la ex-congresista Bella Abzug (citada en la primera parte de este artículo) en la Conferencia de las Naciones Unidas de Pekín de 1995, esconden una cierta ambigüedad que necesita una mayor precisión. En concreto, los roles asignados socialmente a uno y otro sexo en una sociedad, ¿son absolutamente convencionales o hay algunas funciones socialmente asignadas al varón y a la mujer que no es posible variar sin violentar la naturaleza? Aunque la respuesta parece obvia, se ha respondido de modos diversos, que podemos resumir en tres bloques [ELOSEGUI, M. y MARCUELLO, A:M. "Sexo, género, identidad sexual y sus patologías" en Cuadernos de bioética n. 39, pp. 459-477]:


a) Identidad entre sexo y género.- Según este modo de entender las relaciones entre sexo y género, habría una correspondencia biunívoca entre los dos. A cada sexo, determinado biológicamente, le corresponderían unas funciones sociales que serían invariables a lo largo de la historia. Al hombre le corresponderían las funciones públicas (política, economía, trabajo remunerado), mientras que a la mujer le correspondería moverse en el ámbito de lo privado (reproducción, cría y educación de los hijos, economía doméstica). Como consecuencia de ello se justifica la subordinación de la mujer respecto al hombre, lo que tendría consecuencias en la estructura social y en el ordenamiento jurídico. Al menos en el mundo occidental, este planteamiento se considera hoy superado teórica y jurídicamente. Teóricamente, porque es evidente que hay construcciones culturales diversas que respetan las diferencias naturales de la mujer y el varón. Jurídicamente, porque la igualdad del hombre y la mujer ante la ley se ha ido imponiendo paulatinamente en todos los ordenamientos jurídicos. No obstante, persiste en algunas manifestaciones prácticas de la sociedad.


b) Independencia entre sexo y género.- Frente a este modo de entender las cosas, el feminismo radical reaccionó afirmando la absoluta independencia entre sexo y género. Este modo de entender este problema es el que se denomina ideología de género; según sus defensores, el género no tendría ninguna base biológica, sino que se trataría de una mera construcción cultural. Según las defensoras de este planteamiento, tanto el sexo psicológico o identidad sexual, como los roles que juegan en la sociedad las personas de uno o de otro sexo son construcciones meramente culturales sin enraizamiento en una naturaleza dada. Es significativa en este sentido la afirmación que escribió en 1949, Simone de Beauvoir: "No naces mujer, te hacen mujer" [Le deuxième sexe, Paris 1949, p. 285]. Se proponen cinco o seis géneros posibles:
varón heterosexual,
varón homosexual,
mujer heterosexual,
mujer homosexual y
bisexual (que algunos dividen en bisexual masculino y femenino).
En sus expresiones más radicales, los defensores de este tipo de relaciones entre sexo y género opinan que cada uno puede optar en cada una de las situaciones de su vida por el género que desee, independientemente de su corporeidad. Pero como la sociedad actual se fundamenta –según ella- en un modelo que perpetúa la diferencia irreductible entre sexos, hay que modificarla. Por eso, las feministas de género se plantean como finalidad deconstruir la sociedad, para establecer –dicen- otra sociedad idílica en la que cada uno pueda optar por el género que desee. Ese objetivo piensan que hay que lograrlo en tres pasos:


1) El primer paso es separar el género de la reproducción. En una sociedad más creativa, dicen, la reproducción biológica puede asegurarse con técnicas diversas a los contactos personales heterosexuales [HARTMANN, H., The Unhappy Marriage of Marxism and Feminism, Boston 1981, p. 16].
2) El segundo es redefinir la familia. Este será el siguiente paso del programa feminista de género: sustituir la familia por otro tipo de uniones con el mismo rango de cobertura legal.
3) El tercer escalón es eliminar las religiones positivas. El motivo fundamental es que piensan que las religiones tradicionales con un Dios masculino favorecen la sumisión de la mujer al hombre y proporcionan el fundamento ideológico a la organización social que se pretende deconstruir.

 

c) Relación, pero no identidad entre sexo y género.- Se puede reaccionar frente al primer modelo de un modo diverso al que se acaba de exponer. Los defensores de este tercer modelo sostienen que la condición sexuada de la persona humana es una realidad natural que se basa en la biología pero que la trasciende. A la vez sostienen que no todos los roles sociales tradicionalmente asignados al varón y a la mujer en nuestra civilización son consecuencia necesaria de la determinación sexual de uno y otro. Este tercer modo de entender las relaciones entre sexo y género sostiene:
1º) Que la mujer y el hombre tienen las mismas capacidades básicas que el hombre, y que desarrollarlas más o menos es una cuestión que depende de la educación.
2º) Que aunque el sexo no determine la conducta, sí condiciona las funciones que cada uno de los sexos puede jugar en la sociedad.

Breve historia de la ideología de género



Precedentes y apoyos ideológicos.- Los desarrollos teóricos de los partidarios de la ideología de género se apoyan en el pensamiento de los teóricos de la revolución sexual como Wilhelm Reich o Herbert Marcuse, en algunos estructuralistas sociales, y en las propuestas de existencialistas ateos como la citada Simone de Beauvoir.


Reich y Marcuse, entre otros autores, pretendieron sintetizar las enseñanzas de Marx y de Engels [Entre las obras marxistas sobre la sexualidad y la familia es fundamental la obra clásica de ENGELS, F., El origen de la familia, de la propiedad privada y del Estado, 1884] por una parte y de Sigmund Freud por otra, teorizaron sobre la lucha de sexos entendida como lucha de la clase oprimida (la mujer) frente a la opresora (el varón); un instrumento para liberarse consistía en experimentar todo tipo de situaciones sexuales [Así lo expone Marcuse en su obra de 1955 Eros y civilización. Por su parte Reich lo expuso en diversas obras, entre las que podemos citar La revolución sexual (1945)]. Las influencias estructuralistas se fundamentan principalmente en las teorías deconstruccionistas de Jacques Derrida [extraído de su libro Desconstrucción y pragmatismo]; teoría que el mismo aplicó a la sexualidad en algunas de sus obras [Por ejemplo en su artículo "Ser justo con Freud. La historia de la locura en la edad del psicoanálisis", en VV. AA., Pensar la locura. Ensayos sobre Michel Foucault, Trad. J. Piatigorsky. Paidós, Buenos Aires-Barcelona-México, 1996]. Más directamente aún influyó en el feminismo de género Simone de Beauvoir, tanto por su producción literaria que nos permite calificarla de existencialista atea, como por su implicación directa en el movimiento feminista.


Feminismo de género.- En el campo abonado ideológicamente con los precedentes anteriores germina en los años posteriores a las convulsiones revolucionarias ligadas de algún modo con el mayo del 68 francés el movimiento feminista de género. Friedrich Engels había escrito: "El primer antagonismo de clase de la historia coincide con el desarrollo del antagonismo entre el hombre y la mujer en el ámbito del matrimonio monogámico y la primera opresión de clase con la del sexo femenino por parte del masculino" [The Origins of the Family, Property and the State, International Publishers, New York 1972, pp 65-66] Se trata de afirmaciones que coinciden en gran parte con el primer movimiento feminista que pretendía la eliminación de los privilegios masculinos.


En torno al 1970 surgen planteamientos que pretenden superar esa postura. Tanto Shulamith Firestone como otras activistas de esa época (como Nancy Chorodow, Alison Jagger o Christine Riddiough, todas citadas por Dale  O'Leary y reproducidas en la primera parte de este artículo) pensaron que el núcleo de la opresión de la mujer se encuentra en su papel de madre y de educadora de los hijos. Por tanto habría que liberarla de una y otra tarea. Por eso afirman que convendría promocionar la contracepción, el aborto y otros modos de dominar el propio cuerpo en lo que respecta a la reproducción. De esa manera la humanidad se reapropiaría de "su sexualidad natural caracterizada por un pluralismo polimorfo" [JAGGER, A., "Political Philosophies of Women’s Liberation" en Feminism and Philosophy, Littlefield, Adams & Co., Totowa New Jersey 1977, p. 13]. Además, el Estado debería cargar con el peso de la reproducción y la educación de los niños. Como el objetivo previsto tenía muchos puntos de contacto con las pretensiones de los movimientos homosexuales, se pensó unir los esfuerzos feministas de género con los movimientos homosexuales. Y, para evitar el rechazo que pudieran suscitar estas ideas si se vieran como un ataque frontal a la familia, surge la idea de no rechazar el concepto mismo de familia, sino de modificar su significado de manera que puedan caber otros modos alternativos de familia distinta a la formada por un hombre y una mujer con sus hijos. Esos modelos se pretenden presentar como alternativas igualmente válidas. Por ello, se reivindica su legalización social y jurídica como una exigencia de la tolerancia y de la igualdad de derechos.


En el desarrollo y aceptación del feminismo de género jugó un papel importante un médico, el doctor John Money de la Johns Hopking University de Baltimore (USA). Fue él quien comenzó a usar la palabra ‘género’ con un sentido distinto al exclusivamente gramatical. Sostenía que lo que llamó identidad de género de una persona dependía exclusivamente de la educación recibida y podía ser distinta al sexo biológico de esa persona. En una obra suya relató presentó como prueba irrefutable de su teoría un caso del que había sido testigo. Se trataba de dos gemelos univitelinos de sexo masculino. Uno de ellos había sufrido una amputación del pene en una operación de circuncisión; los padres acudieron al dr. Money que les aconsejó que lo castraran y lo educaran como una mujer. Según el citado médico, el experimento había dado como resultado que uno de los dos gemelos desarrolló una identidad masculina y el otro una identidad femenina. Parecía, pues, incontestable que era la educación y no la naturaleza quien tiene la última palabra en la determinación de la identidad de género.

Análisis crítico de la ideología de género

La génesis de la ideología de género puede ayudarnos a entender mejor sus motivos. Este análisis lo efectuaremos en primer lugar desde una perspectiva biológico-sociológica y después desde una perspectiva filosófico-teológica.

Perspectiva biológico-sociológica.- En 1997 apareció un artículo [DIAMOND, M.; SIGMUNDSON, H.K., "Sex Reassignment at Birth: A Long Term Rewiew and Clinical Implications", Archives of Pediatrics and Adolescent medicine, March 1997, pp. 298-304] el que se decía que el dr. Money no había contado toda la verdad sobre el caso de los dos gemelos univitelinos de sexo masculino que parecía ser un apoyo firme de la ideología de género. El gemelo educado como mujer no se había adaptado nunca a su educación femenina; a los 14 años intentó suicidarse y fue sometido a una terapia psicológica. Los padres le revelaron la verdad, decidió vivir como varón, se sometió a una complicada operación de recomposición de los órganos masculinos y se casó. Más detalles en el siguiente enlace:


Es un hecho comprobado por todos los educadores que los niños y las niñas tienen preferencias por juguetes distintos. Gerianne Alexander ["An Evolutionary Perspective of Sex-Typed Toy Preference: Pink, Blue, and the Brain", en Archives of Sexual Behavior, vol. 32, 1, febrero de 2003, pp. 7-14] quiso investigar si hay una base biológica para ello o se trata de un mero proceso de imitación a los adultos por parte de los pequeños. Los estudios neurológicos de los hemisferios cerebrales de niños y niñas han puesto de manifiesto las diferencias existentes entre los cerebros de los varones y los de las mujeres. Esas diferencias les hacen percibir de manera distinta los colores, el movimiento y otras percepciones.


Por otra parte, hay una estrecha ligazón entre el desarrollo emotivo e intelectual de los neonatos y sus relaciones con su madre [SHORE, Affect Regulation and the Origin of Self: The Neurobiology of Emotional Development, p. 540]. Los recién nacidos, que durante el período de gestación en el seno de su madre han oído su voz, vienen al mundo buscando la luz a través de los ojos de su progenitora. Por otra parte, otros estudios avalan la importancia del amor paterno en el correcto desarrollo del niño [ROHNER, R.; VENEZINO, R., "The Importance of Father Love: History and Contemporary Evidence", en Review of General Psychology, vol. 5, 4, diciembre de 2001, pp. 382-405].
En lo referente a los estudios aportados para justificar una redefinición del matrimonio que permita incluir en esa institución a las uniones homosexuales y que les permita adoptar niños, "la mayor parte de los estudios sobre padres homosexuales está basada en investigaciones cuantitativamente insignificantes, viciadas desde el punto de vista metodológico y analítico (algunas de calidad poco más que anecdótica), y proporcionan una base empírica muy débil para determinar las políticas públicas" [WARDEL, L. "The Potential Impact of Homosexual Parenting on Children", en University of Illinois Law Review, 1997, p. 833].


En conclusión, vista la importancia de la maternidad por una parte y de la paternidad por otra en el desarrollo del recién nacido, y a la vista del irreductible fundamento biológico entre los varones y las mujeres, debe afirmarse que maternidad y paternidad no son meros roles asignados convencionalmente por la sociedad a mujeres y hombres respectivamente; más bien, tienen un fundamento en la realidad de las cosas. Por eso, es muy conveniente que la sociedad se organice de manera tal que se facilite a las mujeres una educación y unos medios tales que les permita ser buenas madres (y a los hombres ser buenos padres). Y no se debe interpretar ese modo de proceder como un deseo de mantener privilegios indebidos por parte del sexo masculino.


Perspectiva filosófico-teológica.- Resulta imprescindible el conjunto de reflexiones que realizó Juan Pablo II en las catequesis sobre la "teología del cuerpo" que comenzó en 1979 y concluyó en 1982. Se recogen allí, ampliados y sistematizados, algunos planteamientos que había expuesto en obras anteriores suyas, como Amor y Responsabilidad, otras ideas nuevas al hilo de los textos bíblicos que tratan sobre la sexualidad y el matrimonio. Para conocer el pensamiento del hoy santo pontífice Juan Pablo II sobre el particular, resultan también interesantes diversos documentos dirigidos a esclarecer la dignidad de la mujer, entre los que cabe destacar la Carta Apostólica Mulieris Dignitatem de 1988. Acudimos a estos textos no sólo por el enorme valor magisterial que tienen para los católicos, circunstancia que bastaría de por sí para que nos sirvieran de guía, sino también porque se trata de una de las exposiciones más lúcidas realizadas por un pensador sobre este particular.


Entre los textos bíblicos que analiza Juan Pablo II destacan:
a) Génesis 1, 27: "Creó pues Dios al ser humano a imagen suya, a imagen de Dios le creó, macho y hembra los creó."
b) Génesis 2, 24: "Por eso el hombre abandonará a su padre y a su madre y se unirá a su mujer y los dos serán una sola carne".
c) Génesis 3, 16: "Hacia tu marido irá tu apetencia, y él te dominará".
d) Mateo 19, 4-8: "El respondió: ¿No habéis leído que al principio el Creador los hizo varón y hembra, y que dijo: Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y serán los dos una sola carne? Así, pues, ya no son dos, sino una sola carne. Por tanto, lo que Dios unió no lo separe el hombre. Ellos le replicaron: ¿Por qué entonces Moisés mandó dar el libelo de repudio y despedirla? El les respondió: Moisés os permitió repudiar a vuestras mujeres a causa de la dureza de vuestro corazón; pero al principio no fue así". Este es el texto que se sitúa en el inicio de las catequesis. Y el que une, por así decirlo, todos los demás.
e) Un conjunto de textos sacados de las epístolas de San Pablo y uno de la Epístola de San Pedro.


Estos textos nos muestran que Dios interviene directamente para crear al hombre a imagen y semejanza suya como varón y hembra. Sólo cabe ser hombre con cuerpo masculino o con cuerpo femenino. De esa manera, la masculinidad y la feminidad son modalidades del ser hombre que están enraizadas en su corporeidad. La imagen y semejanza de Dios no se manifiesta sólo en la creación directa del alma por parte de Dios, sino también en la complementariedad de las personas humanas, y en particular en la complementariedad de los sexos, que permiten que el hombre sea imagen de un Dios que no es soledad sino Trinidad. Es decir, el hombre no es imagen de Dios tanto en la soledad primigenia de Adán, sino en la comunión que se da cuando el primer hombre descubre en Eva alguien que es de su misma naturaleza. Por eso, Juan Pablo II habla en la Carta a las mujeres de 1995 del hombre como "unidualidad personal complementaria".

El pecado original distorsiona la relación entre los sexos y la visión social de las tareas que le corresponde a cada uno. Aparece la concupiscencia (descubren la desnudez en un sentido peyorativo) y los intentos de sumisión de la mujer por parte del hombre. Es lo que aparece con crudeza en los textos de Génesis 3. El texto de San Mateo indica que Cristo ha venido a iluminar lo referente a la sexualidad y la familia para limpiarlas de las consecuencias del pecado y restaurarlas eran al principio. De ahí la referencia de Jesús "al principio". Es una de las misiones confiadas a los discípulos repristinar las relaciones entre el hombre y la mujer dentro del matrimonio y la familia de manera que refleje la novedad evangélica. Pero esa novedad no se asimiló inmediatamente en la sociedad, como no se asimiló la abolición de la esclavitud, por ejemplo. Por eso, algunos de los textos de San Pablo o San Pedro incluídos en el Nuevo Testamento, como los que se comentan en la cita 29 de la Mulieris Dignitatem no reflejan la novedad evangélica, sino la situación social de la época tal como se vivía entre los griegos, romanos y hebreos influenciada por el pecado original.


Conclusiones

La diferenciación de dos sexos es algo dado por Dios y esencial al hombre. Palabras como igualdad, modalidad, diferencia, reciprocidad o complementariedad son fundamentales para entender esa realidad. Todo ello bajo el prisma de la imagen de la Trinidad. Siempre que se mantenga la distinción entre sexo y género, la palabra ‘género’ puede ser útil para distinguir entre los roles y usos sociales que se asocian a lo masculino y lo femenino en una sociedad determinada de lo que le corresponde naturalmente, que se designaría con la palabra ‘sexo’. En opinión del profesor Rafael Mora, sería más propio hablar de ‘sexo sociológico’ o algo parecido, porque ‘género’, al ser un término utilizado para referirse a palabras y conceptos nos lleva hacia un inevitable relativismo, como si la diferencia sexual que existe en la humanidad fuera un constructo artificial de los hombres (¡otra vez la puñetera "construcción social"!), como lo son los diferentes idiomas.


En cuanto a la "perspectiva de género", es conveniente recordar que a cada sociedad le interesa que tanto el hombre como la mujer puedan intervenir tanto en el ámbito público como en el privado, y que lo hagan de hecho. De esa manera se aprovechará en ella lo propio de la masculinidad y de la feminidad. Por otra parte, es justo eliminar cualquier signo de discriminación respecto a la mujer. Por tanto, es positivo fomentar la participación activa de la mujer y la equiparación de derechos y oportunidades tanto en el plano jurídico, como en el social. Una "perspectiva de género" así entendida es algo positivo, siempre que se reconozca el derecho-deber a la diferencia entre sexos. Desde el punto de vista concreto, al establecer medidas jurídicas particulares en esa línea, el legislador o el gobernante deben valorar las consecuencias directas e indirectas de ellas en una situación dada.

Continuará...

¿Construcción social o construcción mental? (primera parte)


Cuando tú preguntas a cualquier persona común y corriente qué piensa sobre la ideología de género, te va a decir que trata de la defensa de la mujer, de su empoderamiento social, de la promoción de la igualdad de oportunidades sociales, laborales y políticas frente a los hombres y del rechazo a toda forma de violencia o discriminación. Pero quienes más te van a dar esa respuesta son los promotores de esa ideología metidos (por no decir infiltrados) en la administración pública, en las universidades, en los medios de comunicación "progres" y en las redes sociales. Nunca te van a decir lo que a continuación vas a leer, pues lo que sigue es un compendio de toda la información que existe sobre este fenómeno que está apoderándose de la cultura occidental de manera sigilosa, progresiva sin "llamar a la puerta". Después de los plantones realizados frente al Ministerio de Educación por la inclusión de la ideología de género en la currícula escolar 2017 (descolgada luego de su web), y dada la abundante información que mucha gente debe conocer y asimilar al respecto sobre lo que esto esconde, este artículo estará dividido en 3 partes extensas en las que se hará hincapié en los orígenes de esta ideología, sus promotores, sus consecuencias y propuestas de solución al respecto. Agradezco a Dale O'Leary, Churchforum y a Forumlibertas por la información proporcionada. Ahí va:


El feminismo de género
¿En qué consiste el "feminismo de género" y cuál es la diferencia con el comúnmente conocido feminismo? El término "feministas del género" fue acuñado en primer lugar por Christina Hoff Sommers en su libro "Who Stole Feminism?" ("¿Quién robó el Feminismo?"), con el fin de distinguir el feminismo de ideología radical surgido hacia fines de los años 60, del anterior movimiento feminista de equidad de derechos entre varones y mujeres. He aquí las palabras de Hoff Sommers: "El feminismo de ‘equidad’ es sencillamente la creencia en la igualdad legal y moral de los sexos. Una feminista de equidad quiere para la mujer lo que quiere para todos: tratamiento justo, ausencia de discriminación. Por el contrario, el feminismo del 'género' es una ideología que pretende abarcarlo todo, según la cual la mujer está presa en un sistema patriarcal opresivo. La feminista de equidad opina que las cosas han mejorado mucho para la mujer; la feminista del 'género' a menudo piensa que han empeorado. Ven señales de patriarcado por doquier y piensan que la situación se pondrá peor. Pero esto carece de base en la realidad. Las cosas nunca han estado mejores para la mujer, que hoy conforma el 55% del estudiantado universitario, mientras que la brecha salarial continúa cerrándose".


Este "feminismo de género" tuvo una fuerte presencia en la Conferencia de la Mujer de Las Naciones Unidas de Pekín en 1995. Así lo afirma Dale O'Leary, investigadora de la Asociación Médica Católica de Estados Unidos, autora de numerosos ensayos sobre la mujer y participante en la Conferencia de Pekín, quien asegura que durante todas las jornadas de trabajo, las mujeres que se identificaron como feministas abogaron persistentemente por incluir la "perspectiva del género" en el texto, definiendo "género" como "roles socialmente construidos" (recuerden esta frase, pues se va a repetir hasta el cansancio) y usándolo en sustitución de "mujer" u "hombre" o de masculino y femenino. De hecho, todas las personas familiarizadas con los objetivos del "feminismo de género", reconocieron inmediatamente la conexión entre la mencionada ideología y el borrador del "Programa de Acción" del 27 de febrero de ese mismo año que incluía propuestas aparentemente inocentes pero con términos ambiguos.


Neo Marxismo
El "feminismo de género" se basa en una interpretación neo-marxista de la historia. Comienza con la afirmación de Karl Marx de que toda la historia es una lucha de clases, de opresor contra oprimido, en una batalla que se resolverá sólo cuando los oprimidos se percaten de su situación, se alcen en revolución e impongan una dictadura de los oprimidos. La sociedad será totalmente reconstruida y emergerá la sociedad sin clases, libre de conflictos, que asegurará la paz y prosperidad utópicas para todos y ése será el "fin de la historia". Ya sabemos todo lo que originó a lo largo de los últimos 100 años dicha afirmación, materializada en el comunismo.
 

O'Leary agrega que fue Frederick Engels quien sentó las bases de la unión entre el marxismo y el feminismo. Para ello cita el libro "El Origen de la Familia, Propiedad y el Estado", escrito por el pensador alemán en 1884 en el que señala: "El primer antagonismo de clases de la historia coincide con el desarrollo del antagonismo entre el hombre y la mujer unidos en matrimonio monógamo, y la primera opresión de una clase por otra, con la del sexo femenino por el masculino". Los marxistas clásicos creían que el sistema de clases desaparecería una vez que se eliminara la propiedad privada, se facilitara el divorcio, se aceptara la ilegitimidad, se forzara la entrada de la mujer al mercado laboral, se colocara a los niños en institutos de cuidado diario y se eliminara la religión. Sin embargo, para las "feministas de género", los marxistas fracasaron por concentrarse en soluciones económicas sin atacar directamente a la familia, que era la verdadera causa de las clases. En otras palabras, el comunismo fracasó porque no destruyó la familia.


En ese sentido, la feminista Shulamith Firestone (igual que la marca de llantas) afirma la necesidad de destruir la diferencia de clases, más aún la diferencia de sexos: "… Asegurar la eliminación de las clases sexuales requiere que la clase subyugada (las mujeres) se alce en revolución y se apodere del control de la reproducción; se restaure a la mujer la propiedad sobre sus propios cuerpos, como también el control femenino de la fertilidad humana, incluyendo tanto las nuevas tecnologías como todas las instituciones sociales de nacimiento y cuidado de niños. Y así como la meta final de la revolución socialista era no sólo acabar con el privilegio de la clase económica, sino con la distinción misma entre clases económicas, la meta definitiva de la revolución feminista debe ser igualmente -a diferencia del primer movimiento feminista- no simplemente acabar con el privilegio masculino sino con la distinción de sexos misma: las diferencias genitales entre los seres humanos ya no importarían culturalmente".

Cuando la Naturaleza estorba
Está claro, pues, que para esta nueva "perspectiva de género", la realidad de la naturaleza incomoda, estorba, y por tanto, debe desaparecer. Al respecto, la propia Shulamith Firestone decía: "Lo 'natural' no es necesariamente un valor 'humano'. La humanidad ha comenzado a sobrepasar a la naturaleza; ya no podemos justificar la continuación de un sistema discriminatorio de clases por sexos sobre la base de sus orígenes en la Naturaleza. De hecho, por la sola razón de pragmatismo empieza a parecer que debemos deshacernos de ella". Para los apasionados defensores de la "nueva perspectiva", no se deben hacer distinciones porque cualquier diferencia es sospechosa, mala, ofensiva. Dicen, además, que toda diferencia entre el hombre y la mujer es construcción social (otra vez la "construcción social") y por consiguiente tiene que ser cambiada. Buscan establecer una igualdad total entre hombre y mujer, sin considerar las naturales diferencias entre ambos, especialmente las diferencias sexuales; más aún, relativizan la noción de sexo de tal manera que, según ellos, no existirían dos sexos, sino más bien muchas "orientaciones sexuales". Según O'Leary, las "feministas de género" a menudo denigran el respeto por la mujer con la misma vehemencia con que atacan la falta de respeto, porque para ellas el "enemigo" es la diferencia. Sin embargo, es evidente que no toda diferencia es mala ni mucho menos irreal. Tanto el hombre como la mujer tienen sus propias particularidades naturales que deben ser puestas al servicio del otro, para alcanzar un enriquecimiento mutuo. Esto, claro está, no significa que los recursos personales de la femineidad sean menores que los recursos de la masculinidad; simplemente significa que son diferentes.


Cuando se sustituye 'rol' por otro vocablo -tal como vocación-, se pone de manifiesto cómo el término 'rol' afecta nuestra percepción de identidad. Vocación se refiere a una llamada a acoger lo que nacimos para ser. Respondemos a nuestra vocación a realizar nuestra naturaleza o a desarrollar nuestros talentos y capacidades innatos. En ese sentido, por ejemplo, O'Leary destaca la vocación femenina a la maternidad, pues la maternidad no es un 'rol'. Esta relación madre-hijo define a la mujer, le plantea ciertas responsabilidades y afecta casi todos los aspectos de su vida. No está representando el papel de madre; es una madre. La cultura y la tradición ciertamente influyen sobre el modo en que la mujer cumple con las responsabilidades de la maternidad, pero no crean madres, aclara O'Leary.


Sin embargo, los promotores de la "perspectiva de género" insisten en decir que toda relación o actividad de los seres humanos es resultado de una "construcción social" (otra vez la "construcción social") que otorga al hombre una posición superior en la sociedad y a la mujer una inferior. Según esta perspectiva, el progreso de la mujer requiere que se libere a toda la sociedad de esta "construcción social", de modo que el hombre y la mujer sean iguales. Para ello, las "feministas de género" señalan la urgencia de "de-construir estos roles socialmente construidos" (otra vez la "construcción social"), que según ellas, pueden ser divididos en tres categorías principalmente:

  • Masculinidad y Feminidad. Consideran que el hombre y la mujer adultos son construcciones sociales (otra vez la "construcción social"); que en realidad el ser humano nace sexualmente neutral y que luego es socializado en hombre o mujer. Esta socialización, dicen, afecta a la mujer negativa e injustamente. Por ello, las feministas proponen depurar la educación y los medios de comunicación de todo estereotipo o imagen específica de género, para que los niños puedan crecer sin que se les exponga a trabajos "sexo-específicos".
  • Relaciones familiares: padre, madre, marido y mujer. Las feministas no sólo pretenden que se sustituyan estos términos "género-específicos" por palabras "género-neutrales", sino que aspiran a que no haya diferencias de conducta ni responsabilidad entre el hombre y la mujer en la familia. Según Dale O'Leary, ésta es la categoría de "roles socialmente construidos" (otra vez la "construcción social") a la que las feministas atribuyen mayor importancia porque consideran que la experiencia de relaciones "sexo-específicas" en la familia son la principal causa del sistema de clases "sexo/géneros".
  • Ocupaciones o profesiones.El tercer tipo de "roles socialmente construidos" abarca las ocupaciones que una sociedad asigna a uno u otro sexo.


Si bien las tres categorías de "construcción social" (otra vez la "construcción social") ya podrían ser suficientes, el repertorio de las "feministas de género" incluye una más: la reproducción humana que, según dicen, también es determinada socialmente. Al respecto, Heidi Hartmann afirma: "La forma en que se propaga la especie es determinada socialmente. Si biológicamente la gente es sexualmente polimorfa y la sociedad estuviera organizada de modo que se permitiera por igual toda forma de expresión sexual, la reproducción sería resultado sólo de algunos encuentros sexuales: los heterosexuales. La división estricta del trabajo por sexos, un invento social común a toda sociedad conocida, crea dos géneros muy separados y la necesidad de que el hombre y la mujer se junten por razones económicas. Contribuye así a orientar sus exigencias sexuales hacia la realización heterosexual, y a asegurar la reproducción biológica. En sociedades más imaginativas, la reproducción biológica podría asegurarse con otras técnicas".

Definición de género: "roles socialmente construidos"
Precisamente en la cumbre de Pekín, muchos de los delegados participantes que ignoraban esta "nueva perspectiva" del término en cuestión, solicitaron a sus principales propulsores una definición clara que pudiera iluminar el debate. Así, la directiva de la conferencia de la ONU emitió la siguiente definición: "El género se refiere a las relaciones entre mujeres y hombres basadas en roles definidos socialmente que se asignan a uno u otro sexo". Esta definición creó confusión entre los delegados a la cumbre, muchos de los cuales solicitaron una descripción más explícita del término, presintiendo que pudiera encubrir la promoción de ciertas ideas acerca de las orientaciones e identidades homosexuales, entre otras cosas.


Fue entonces cuando Bella Abzug, ex-congresista de Estados Unidos, intervino para completar la novedosa interpretación del término "género":
"El sentido del término 'género' ha evolucionado, diferenciándose de la palabra 'sexo' para expresar la realidad de que la situación y los roles de la mujer y del hombre son construcciones sociales sujetas a cambio". Quedaba claro, pues, que los partidarios de la perspectiva de género proponían algo tan temerario como, por ejemplo, que "no existe un hombre natural o una mujer natural, que no hay conjunción de características o de una conducta exclusiva de un sólo sexo, ni siquiera en la vida psíquica". Así, "la inexistencia de una esencia femenina o masculina nos permite rechazar la supuesta 'superioridad' de uno u otro sexo, y cuestionar en lo posible si existe una forma 'natural' de sexualidad humana". Ante tal situación, muchos delegados cuestionaron el término así como su inclusión en el documento. Sin embargo, Abzug abogó férreamente en su favor: “El concepto de 'género' está enclavado en el discurso social, político y legal contemporáneo. Ha sido integrado a la planificación conceptual, al lenguaje, los documentos y programas de los sistemas de las Naciones Unidas… los intentos actuales de varios Estados Miembros de borrar el término 'género' en la Plataforma de Acción y reemplazarlo por 'sexo' es una tentativa insultante y degradante (¿?) de revocar los logros de las mujeres, de intimidarnos y de bloquear el progreso futuro".
El apasionamiento de Bella Abzug por incluir el término en Pekín llamó la atención de muchos delegados. Sin embargo, el asombro y desconcierto fue mayor luego que uno de los participantes difundiera algunos textos empleados por las feministas de género, profesoras de reconocidas Universidades de Estados Unidos. De acuerdo a la lista de lecturas obtenida por el delegado, las "feministas de género" defienden y difunden las siguientes definiciones:

  • “Hegemonía o hegemónico”: Ideas o conceptos aceptados universalmente como naturales, pero que en realidad son construcciones sociales.
  • “Deconstrucción”: La tarea de denunciar las ideas y el lenguaje hegemónico (es decir, aceptados universalmente como naturales), con el fin de persuadir a la gente de que sus percepciones de la realidad son construcciones sociales.
  • “Patriarcado”, “Patriarcal”: Institucionalización del control masculino sobre la mujer, los hijos y la sociedad, que perpetúa la posición subordinada de la mujer.
  • “Perversidad polimorfa”, “sexualmente polimorfo”: Los hombres y las mujeres no sienten atracción por personas del sexo opuesto por naturaleza, sino más bien por un condicionamiento de la sociedad (otra vez la "construcción social"). Así, el deseo sexual puede dirigirse a cualquiera
  • “Heterosexualidad obligatoria”: Se fuerza a las personas a pensar que el mundo está dividido en dos sexos que se atraen sexualmente uno al otro.
  • “Preferencia u orientación sexual”: Existen diversas formas de sexualidad, que incluyen homosexuales, lesbianas, bisexuales, transexuales y travestidos- como equivalentes a la heterosexualidad.
  • “Homofobia”: Temor a relaciones con personas del mismo sexo; personas con prejuicios en contra de los homosexuales. El término se basa en la noción de que el prejuicio contra los homosexuales tiene sus raíces en el ensalzamiento de las tendencias homosexuales.

Estas definiciones fueron tomadas del material obligatorio del curso "Re-imagen del Género" impartido en una prestigiosa universidad norteamericana. Asimismo, las siguientes afirmaciones corresponden a la bibliografía obligatoria del mismo: "La teoría feminista ya no puede permitirse el lujo simplemente de proclamar una tolerancia del 'lesbianismo' como 'estilo alternativo de vida' o hacer alusión y mostrar a las lesbianas. Se ha retrasado demasiado una crítica feminista de la orientación heterosexual obligatoria de la mujer". "Una estrategia apropiada y viable del derecho al aborto es la de informar a toda mujer que la penetración heterosexual es una violación, sea cual fuere su experiencia subjetiva contraria". Las afirmaciones citadas podrían parecer suficientemente reveladoras sobre la peligrosa agenda de los promotores de esta "perspectiva". Sin embargo, existen aún otros postulados que las "feministas de género" propagan cada vez con mayor fuerza: "Cada niño se asigna a una u otra categoría sobre la base de la forma y tamaño de sus órganos genitales. Una vez hecha esta asignación, nos convertimos en lo que la cultura piensa que cada uno es -femenina o masculino-. Aunque muchos crean que el hombre y la mujer son expresión natural de un plano genético, el género es producto de la cultura y el pensamiento humano, una construcción social (otra vez la "construcción social") que crea la 'verdadera naturaleza' de todo individuo".
Así pues, para las "feministas de género", éste "implica la pertenencia a una clase, y la clase presupone una desigualdad. La lucha por de-construir el género llevará mucho más rápidamente a la meta".



El objetivo: de-construir la sociedad
Queda claro pues, que la meta de los promotores de la "perspectiva de género", fuertemente presente en Pekín, es llegar a una sociedad sin clases de sexo. Para ello, proponen de-construir el lenguaje, las relaciones familiares, la reproducción, la sexualidad, la educación, la religión, la cultura, entre otras cosas. Para ello, también proponen la "de-construcción de la educación" tal como se lee en el discurso de la Presidenta de Islandia, Vigdis Finnbogadottir, en una conferencia preparatoria de la Conferencia de Pekín, organizada por el Consejo Europeo en febrero de 1995. Para ella, así como para todos los demás defensores de la "perspectiva de género", urge de-construir no sólo la familia sino también la educación. Las niñas deben ser orientadas hacia áreas no tradicionales sin exponerlas a la imagen de la mujer como esposa o madre, ni involucrarlas en actividades femeninas tradicionales.


"La educación es una estrategia importante para cambiar los prejuicios sobre los roles del hombre y la mujer en la sociedad. La perspectiva del 'género' debe integrarse en los programas. Deben eliminarse los estereotipos en los textos escolares y sensibilizar en este sentido a los maestros, para asegurar así que niñas y niños hagan una selección profesional informada, y no sobre la base de tradiciones llenas de prejuicios sobre el ‘género’".

Primer blanco, la familia
"El final de la familia biológica eliminará también la necesidad de la represión sexual. La homosexualidad masculina, el lesbianismo y las relaciones sexuales extramaritales ya no se verán en la forma liberal como opciones alternativas, fuera del alcance de la regulación estatal… en vez de esto, hasta las categorías de homosexualidad y heterosexualidad serán abandonadas: la misma 'institución de las relaciones sexuales', en que hombre y mujer desempeñan un rol bien definido, desaparecerá. La humanidad podría revertir finalmente a su sexualidad polimorfamente perversa natural".


Estas palabras de Alison Jegger, autora de diversos libros de texto utilizados en programas de estudios femeninos en universidades norteamericanas, revelan claramente la hostilidad de las "feministas del género" frente a la familia. "La igualdad feminista radical significa, no simplemente igualdad bajo la ley y ni siquiera igual satisfacción de necesidades básicas, sino más bien que las mujeres -al igual que los hombres- no tengan que dar a luz… La destrucción de la familia biológica que Freud jamás visualizó, permitirá la emergencia de mujeres y hombres nuevos, diferentes de cuantos han existido anteriormente".

Al parecer, la principal razón del rechazo feminista a la familia es que, para ellas, esta institución básica de la sociedad "crea y apoya el sistema de clases sexo/género". Así lo explica Christine Riddiough, colaboradora de la revista publicada por la institución internacional anti-vida “Catholics for a Free Choice” ("Católicas por el derecho a decidir", organización feminista y abortista rechazada por la Iglesia):


"La familia nos da las primeras lecciones de ideología de clase dominante y también provee de legitimidad a otras instituciones de la sociedad civil. Nuestras familias son las que nos enseñan primero la religión, a ser buenos ciudadanos… tan completa es la hegemonía de la clase dominante en la familia, que se nos enseña que ésta encarna el orden natural de las cosas. Se basa en particular en una relación entre el hombre y la mujer que reprime la sexualidad, especialmente la sexualidad de la mujer".

Diferente es siempre desigual y desigual siempre es opresor
Para quienes tienen una visión marxista de las diferencias de clases como causa de los problemas, apunta O'Leary, 'diferente' es siempre 'desigual' y 'desigual' siempre es 'opresor' (¿?). En este sentido, las "feministas de género" consideran que cuando la mujer cuida a sus hijos en el hogar y el esposo trabaja fuera de casa, las responsabilidades son diferentes y por tanto no igualitarias. Entonces ven esta 'desigualdad' en el hogar como causa de 'desigualdad' en la vida pública, ya que la mujer, cuyo interés primario sería el hogar, no siempre tendría el tiempo y la energía para dedicarse a la vida pública. Por ello afirman: "Pensamos que ninguna mujer debería tener esta opción. No debería autorizarse a ninguna mujer a quedarse en casa para cuidar a sus hijos. La sociedad debe ser totalmente diferente. Las mujeres no deben tener esa opción, porque si esa opción existe, demasiadas mujeres decidirán por ella".


Además, las "feministas de género" insisten en la de-construcción de la familia no sólo porque según ellas esclaviza a la mujer, sino porque condiciona socialmente a los hijos para que acepten la familia, el matrimonio y la maternidad como algo natural. Al respecto, Nancy Chodorow afirma: "Si nuestra meta es acabar con la división sexual del trabajo en la que la mujer se hace maternal, tenemos que entender en primer lugar los mecanismos que la reproducen. Éste es el punto en el que debe intervenirse. Cualquier estrategia para el cambio cuya meta abarque la liberación de las restricciones impuestas por una desigual organización social por géneros, debe tomar en cuenta la necesidad de una reorganización fundamental del cuidado de los hijos, para que sea compartido igualmente por hombres y mujeres". Queda claro que para los propulsores del "género" las responsabilidades de la mujer en la familia son supuestamente enemigas de la realización de la mujer. El entorno privado se considera secundario y menos importante; la familia y el trabajo del hogar se ven como "carga" que afecta negativamente los "proyectos profesionales" de la mujer.


Este ataque declarado contra la familia, sin embargo, contrasta notablemente con la Declaración Universal de los Derechos Humanos promulgada por la ONU en 1948. En el artículo 16 de la misma, las Naciones Unidas defienden con énfasis la familia y el matrimonio: Los hombres y las mujeres, a partir de la edad núbil, tienen derecho, sin restricción alguna por motivos de raza, nacionalidad o religión, a casarse y fundar una familia; y disfrutarán de iguales derechos en cuanto al matrimonio, durante el matrimonio y en caso de disolución del matrimonio. Sólo mediante libre y pleno consentimiento de los futuros esposos podrá contraerse el matrimonio. La familia es el elemento natural y fundamental de la sociedad y tiene derecho a la protección de la sociedad y del Estado.

Salud y derechos sexuales reproductivos
En la misma línea, las "feministas de género" incluyen como parte esencial de su agenda la promoción de la "libre elección" o “derecho a decidir” en asuntos de reproducción y de estilo de vida. Según O'Leary, "libre elección de reproducción" es la expresión clave para referirse al aborto a petición; mientras que "estilo de vida" apunta a promover la homosexualidad, el lesbianismo, otras formas de sexualidad, dentro o fuera del matrimonio. Así, por ejemplo, los representantes del Consejo Europeo en Pekín lanzaron la siguiente propuesta: "Deben escucharse las voces de mujeres jóvenes, ya que la vida sexual no gira sólo alrededor del matrimonio. Esto lleva al aspecto del derecho a ser diferente, ya sea en términos de estilo de vida -la elección de vivir en familia o sola, con o sin hijos- o de preferencias sexuales. Deben reconocerse los derechos reproductivos de la mujer lesbiana". Estos "derechos" de las lesbianas, incluirían también el "derecho" de las parejas lesbianas a concebir hijos a través de la inseminación artificial, y de adoptar legalmente a los hijos de sus compañeras. Pero los defensores del "género" no tienen sólo estas propuestas sino que, además, defienden el "derecho a la salud" que, en honor a la verdad, se aleja por completo de la verdadera salud del ser humano. En efecto, ignorando el derecho de todo ser humano a la vida, proponen un derecho a la salud que incluye el derecho a la salud sexual y reproductiva. Paradójicamente, esta "salud reproductiva" incluye el aborto y por tanto, la "muerte" de seres humanos no nacidos.


No en vano, las "feministas de género" son fuertes aliadas de los Ambientalistas y “Poblacionistas” (o partidarios del control de natalidad). Según O'Leary, aunque las tres ideologías no concuerdan en todos sus aspectos, tienen en común el proyecto del aborto. Por un lado, los ambientalistas y “poblacionistas”, consideran esencial para el éxito de sus agendas, el estricto control de la fertilidad y para ello están dispuestos a usar la "perspectiva de género". La siguiente cita de la Division for the Advance of Women (División para el Avance de las Mujeres) propuesta en una reunión organizada en consulta con el Fondo de Población de la ONU, revela la manera de pensar de aquellos interesados primariamente en que haya cada vez menos gente que vea el "género": "Para ser efectivos a largo plazo, los programas de planificación familiar deben buscar no sólo reducir la fertilidad dentro de los roles de género existentes, sino más bien cambiar los roles de género con el fin de reducir la fertilidad". Así, los "nuevos derechos" propuestos por las "feministas de género" no se reducen simplemente a los derechos de "salud reproductiva" que como hemos mencionado ya, promueven el aborto de un ser humano no nacido, sino que además exigen el "derecho" a determinar la propia identidad sexual. En un volante que circuló durante la Conferencia de Pekín, la ONG “International Gay and Lesbian Human Rights Comisión” (Comisión Internacional de los Derechos Humanos de Homosexuales y Lesbianas) exigió este derecho en los siguientes términos: "Nosotros, los abajo firmantes, hacemos una llamada a los Estados Miembros a reconocer el derecho a determinar la propia identidad sexual; el derecho a controlar el propio cuerpo, particularmente al establecer relaciones de intimidad; y el derecho a escoger, dado el caso, cuándo y con quién engendrar y criar hijos, como elementos fundamentales de todos los derechos humanos de toda mujer, sin distinción de orientación sexual".


Esto es más preocupante aún si se toma en cuenta que para las "feministas de género" existen cinco sexos. Rebecca J. Cook, profesora de Derecho en la Universidad de Toronto y redactora del informe oficial de la ONU en Pekín, señala en la misma línea de sus compañeros de batalla, que los géneros masculino y femenino, serían una "construcción de la realidad social" y deberían ser abolidos. Aunque resulte increíble, el documento elaborado por la feminista canadiense afirma que "los sexos ya no son dos sino cinco", y por tanto no se debería hablar de hombre y mujer, sino de "mujeres heterosexuales, mujeres homosexuales, hombres heterosexuales, hombres homosexuales y bisexuales". La "libertad" de los propulsores del "género" para afirmar la existencia de 5 sexos, contrasta con todas las pruebas científicas existentes según las cuales, sólo hay dos opciones desde el punto de vista genético: o se es hombre o se es mujer, no hay absolutamente nada, científicamente hablando, que esté en el medio.

Ataque a la religión
Si bien las "feministas de género" promueven la "de-construcción" de la familia, la educación y la cultura como solución para todos los problemas, ponen especial énfasis en la "de-construcción" de la religión que, según dicen, es la causa principal de la opresión de la mujer. Numerosas ONGs acreditadas ante la ONU, se han empeñado en criticar a quienes ellos denominan "fundamentalistas" (Cristianos Católicos, Evangélicos y Ortodoxos, Judíos y Musulmanes, o cualquier persona que rehúse ajustar las doctrinas de su religión a la agenda del "feminismo de género"). Un video promotor del Foro de las ONGs en la Conferencia de Pekín, producido por Judith Lasch, señala: "Nada ha hecho más por constreñir a la mujer que los credos y las enseñanzas religiosas". Para el "feminismo de género", la religión es un invento humano y las religiones principales fueron inventadas por hombres para oprimir a las mujeres. Por ello, las feministas radicales postulan la re-imagen de Dios como Sophia: Sabiduría femenina. En ese sentido, las "teólogas del feminismo de género" proponen descubrir y adorar no a Dios, sino a la Diosa. Por ejemplo, Carol Christ, autodenominada "teóloga feminista de género" afirma lo siguiente:


"Una mujer que se haga eco de la afirmación dramática de Ntosake Shange: 'Encontré a Dios en mí misma y la amé ferozmente' está diciendo: 'El poder femenino es fuerte y creativo'. Está diciendo que el principio divino, el poder salvador y sustentador, está en ella misma y que ya no verá al hombre o a la figura masculina como salvador".

Igual de extrañas son las palabras de Elisabeth Schussler Fiorenza, otra "teóloga feminista de género" que niega de raíz la posibilidad de la Revelación, tal como se lee en la siguiente cita:


"Los textos bíblicos no son revelación de inspiración verbal ni principios doctrinales, sino formulaciones históricas… Análogamente, la teoría feminista insiste en que todos los textos son producto de una cultura e historia patriarcal androcéntrica".

Además, Joanne Carlson Brown y Carole R. Bohn, también autodenominadas teólogas de la "escuela feminista de género", atacan directamente al cristianismo como propulsor del abuso infantil:

"El cristianismo es una teología abusiva que glorifica el sufrimiento. ¿Cabe asombrarse de que haya mucho abuso en la sociedad moderna, cuando la imagen teológica dominante de la cultura es el 'abuso divino del hijo' - Dios Padre que exige y efectúa el sufrimiento y la muerte de su propio hijo? Si el cristianismo ha de ser liberador del oprimido, debe primero liberarse de esta teología". Por todo ello, los dueños de la "nueva perspectiva" promueven el ataque frontal al cristianismo y a toda figura que lo represente.

En 1994, Rhonda Copelon y Berta Esperanza Hernández elaboraron un folleto para una serie de sesiones de trabajo de la Conferencia Internacional de Población y Desarrollo del Cairo. El folleto atacaba directamente al Vaticano por oponerse a su agenda que entre otras cosas incluye los "derechos a la salud reproductiva" y por consecuencia al aborto.


"… este reclamo de derechos humanos elementales se enfrenta con la oposición de todo tipo de fundamentalistas religiosos, con el Vaticano como líder en la organización de oposición religiosa a la salud y a los derechos reproductivos, incluyendo hasta los servicios de planificación familiar". En contraste con todas estas posturas de ataque y agresión a la religión, a la Iglesia, concretamente al Vaticano, son las posturas de la mayoría de mujeres del mundo que según el informe de O'Leary defienden sus tradiciones religiosas como la mejor protección de los derechos y la dignidad de la mujer. Mujeres católicas, evangélicas, ortodoxas y judías agradecen, en particular, las enseñanzas de sus credos sobre el matrimonio, la familia, la sexualidad y el respeto por la vida humana.


La Santa Sede, por su parte, señaló en los meses previos a Pekín el peligro de la tendencia del texto planteado por la ONU, a dejar de lado el derecho de las mujeres a la libertad de conciencia y de religión en las instituciones educativas.

Conclusión
En palabras de Dale O'Leary, el "feminismo de género" es un sistema cerrado contra el cual no hay forma de argumentar. No puede apelarse a la naturaleza, ni a la razón, la experiencia o las opiniones y deseos de mujeres verdaderas, porque según las "feministas de género" todo esto es "socialmente construido". No importa cuánta evidencia se acumule contra sus ideas; ellas continuarán insistiendo en que es simplemente prueba adicional de la conspiración patriarcal masiva en contra de la mujer. Sin embargo, existen muchas personas que quizás por falta de información, aún no están al tanto de la nueva propuesta y de los peligrosos alcances de la misma. Vale la pena pues, conocer esta "perspectiva de género" que, según informaciones fidedignas, en la actualidad no sólo está tomando fuerza en los países desarrollados sino que al parecer, también ha empezado a filtrarse en otros medios. Basta revisar algunos materiales educativos difundidos no sólo en los colegios sino también en prestigiosas universidades.


Ahora bien, en Estados Unidos el "feminismo de género", heredero del marxismo, ha logrado exitosamente ubicarse en el centro de la corriente cultural norteamericana, un país tradicionalmente antimarxista. Prestigiosas universidades de los Estados Unidos difunden abiertamente esta perspectiva. Además, numerosas series televisivas norteamericanas hacen su parte difundiendo el siguiente mensaje: la identidad sexual puede "de-construirse" y la masculinidad y feminidad no son más que "roles de géneros construidos socialmente".


Si tomamos en cuenta que el avance de las tecnologías ha logrado que dichos programas con toda la nueva "perspectiva de género" lleguen diariamente a los países en vías de desarrollo principalmente a través de la televisión por cable, sin descartar las muchos otros medios que existen en nuestro tiempo, esto nos pone ante un nuevo reto al que debemos enfrentarnos lo antes posible para evitar las graves consecuencias que ya está ocasionando en el Primer Mundo. Más aún cuando en palabras de O'Leary, la "de-construcción" de la familia y el ataque a la religión, la tradición y los valores culturales que las "feministas de género" promueven en los países en desarrollo, afecta al mundo entero.

Continuará...