lunes, 16 de abril de 2018

Bienvenidos al mundo real


Ha terminado la VIII Cumbre de las Américas de la OEA celebrada en Lima. Se suscribió el acuerdo entre los 35 países integrantes de esta organización (con excepción de Venezuela) y todos ellos se comprometen a implementar medidas en la lucha contra la corrupción. Se tomaron fotos varios presidentes superponiendo sus manos como si fueran los Thundercats ("Justicia, verdad, honor y lealtad"), comieron sus sanguchitos de pollo con su café o agua, conversaron entre conocidos, familiares, séquito de seguridad, asistentes, etc., y se regresaron a sus respectivos países. ¡Qué maravilla! El acuerdo demuestra que hay disposición de actuar en equipo y que nadie nos va a detener como países integrantes del "nuevo mundo" (desde hace más de 500 años) en nuestro objetivo de derrotar a la corrupción y hacer prevalecer los derechos humanos en el continente.


Suena maravilloso, ¿no? Al menos la publicidad del gobierno lo presenta así en lo referido a la organización, la seguridad, la ejecución del programa de trabajo y a la actuación de los responsables de presentar y clausurar el evento ajustándose a las manecillas del reloj. Sin embargo, los espejismos también existen aquí, pues cuando algunas personas participaron en otras cumbres hace pocos años, manifestaron su decepción en la organización de este evento desarrollado en la capital peruana. ¿Cómo así? Nos vamos a enfocar exclusivamente en el desarrollo del Foro de participación de las Organizaciones de la Sociedad Civil (OSC) agrupadas en 28 coaliciones, cada una con objetivos diversos. Aquí algunos ejemplos de dichas organizaciones: pueblos originarios, afro-descendientes, LGTBs, organizaciones provida, evangélicos, "trabajadoras sexuales", entre otros.


El plan original era escuchar a los portavoces de cada coalición leer por tres minutos sus respectivos manifiestos delante de los embajadores de cada país participante y teniendo a nosotros, los integrantes de cada OSC como testigos. El miércoles nos reunimos entre nosotros para discutir cómo elaborar dicho manifiesto en defensa de la vida desde la concepción hasta la muerte natural y del matrimonio formado por un varón nacido varón y una mujer nacida mujer. Había que hacer énfasis en ese detalle, pues los grupos de poder promotores de la ideología de género infiltrados en el sistema de la OEA, se valdrían de cualquier término ambiguo o cliché para "jalar agua para su molino". Como bien reza el dicho, "el diablo se esconde en los detalles". Las aportaciones a la elaboración de dicho manifiesto fueron valiosas, especialmente las referidas a la lucha contra la corrupción y el fomento de una educación integral, junto con un desarrollo humano de los pueblos. Sin duda, una experiencia de aprendizaje y enriquecimiento el compartir con nacionales y extranjeros los mismos ideales.


Nadie niega el derecho a expresarse libremente en democracia a cada coalición. Sin embargo, para ser mi primera participación en un evento internacional donde todo se iba a discutir de manera respetuosa y alturada, lamentablemente se truncó por la presencia de comunistas cubanos y venezolanos financiados por la dictadura chavista, quienes durante casi tres horas no dejaron de gritar, sonar sus silbatos y descalificar a los organizadores y autoridades que iban a inaugurar este evento. Con apoyo de la inteligencia castrista, los agentes de ambas dictaduras se tumbaron la participación de los OSC y mostraban carteles y papeles impresos con palabras ofensivas y carentes de la más elemental tolerancia hacia los disidentes. Por supuesto, no faltaron las reacciones de los antichavistas venezolanos, los cuales gritaban en solidaridad con los exiliados venezolanos, y condenando la corrupción y la represión del régimen de Nicolás Maduro.


El socialista Luis Almagro, favorable al aborto y a la ideología de género en América Latina, oiría nuestro manifiesto, pero las recomendaciones le entrarían por un oído y le saldrían por el otro. Lo que no podría dejar de retener eran los temas de la corrupción y Venezuela. Al final, debido a la furibunda e irrespetuosa conducta de los agentes cubanos y chavistas (hay que decir las cosas por su nombre), Almagro no pudo pronunciar su discurso de bienvenida y optó por retirarse con todo su séquito de guardaespaldas. El premier Villanueva tampoco pudo decir mucho ni tampoco la ministra de Desarrollo e Inclusión Social, pese a sus esfuerzos por llamar a los asistentes al respeto y al diálogo. Con eso queda demostrada la falsa tolerancia de la izquierda mundial por semejante malcriadez en medio de un evento de alcance mundial y desde aquí condenamos enérgicamente semejante falta de respeto. Es decir, cual jauría de simios, ululaban y amenazaban, diciendo representar al pueblo y exigiendo respeto para Cuba pero insultando a quienes piden ser escuchados.


No obstante, la cosa no se quedaría ahí. Los colectivos de género empezaron a plegárseles para imponer su agenda a todos los países del hemisferio occidental, especialmente cuando los colectivos provida católicos y evangélicos salieron a exigir respeto y a condenar la "democracia" promovida por el paradisíaco Socialismo del Siglo XXI. Enarbolando sus banderas multicolor y exigiendo derechos en nombre de la tolerancia, empezaron a provocar mediante burlas y blasfemias a quienes oraban en medio de todo ese interminable griterío y se adherían papeles en sus espaldas con lemas como "no a la homofobia", "no a la transfobia", "no a la lesbofobia", etc. Sólo faltaba que dijeran "no a la heterofobia". Lo bueno es que eran fácilmente identificables: altos, con voces masculinas afeminadas, operados, anteojitos de colores, tatuajes, faldas y vestidos ceñidos, etc. También buscaban los asientos más cercanos cuando te identificaban por haber conversado con un solo miembro de tu coalición que ya hubieran "fichado" previamente. Quien escribe esto da fe de ello.


La situación se calmó en parte cuando los organizadores, ante la imposibilidad de callar a toda la turba comunista, decidieron hacer un cambio de planes: convocaron exclusivamente a los portavoces de cada coalición a otra sala para que pudieran, a puertas cerradas, leer sus manifiestos. Nadie más pudo ingresar, ni siquiera los delegados de las coaliciones. Simplemente se siguió con lo programado y cada OSC expresó su pedido concreto para incorporarlo a la agenda de la OEA. Lo malo era que de las 28 coaliciones, solamente 2 eran provida y profamilia, pero nuestras speakers se lucieron, pese a no recibir ningún aplauso, a diferencia de los demás. Como dice el Evangelio, "Somos siervos inútiles; hemos hecho lo que debíamos hacer" (Lucas 17, 7-10).


Con esto, podemos concluir que, si bien la organización del evento se hizo con esfuerzo, la seguridad fue burlada, pues Perú quedó en ridículo, pese a que la prensa intentó minimizar la situación ya que sólo le interesaban las intervenciones de los jefes de Estado en el Gran Teatro Nacional y en el Centro de Convenciones de San Borja, además de la presencia de Evo Morales, Mike Pence, Justin Trudeau, y especialmente, de la empresaria Ivanka Trump. De estos papelones se vale el comunismo para querer imponerse arbitrariamente. El rojerío peruano no es la excepción, aunque se queden calladitos.
 

Así que, como bien diría Laurence Fishburne en "Matrix", "Bienvenido al mundo real". La experiencia lo ha demostrado y es mejor dar testimonio de lo vivido para que la Cancillería y el sector Interior tomen cartas en el asunto, refuercen la seguridad e identificación de los participantes en un evento así y no cedan, ni siquiera a la presión política para crear esos absurdos "baños de género neutro" (Promperú y lobby del Sheraton) porque son una muestra de desprecio hacia las mujeres y una burla supina a la ley, a la ciencia y a la imagen del país anfitrión. Así de simple.

 

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