jueves, 16 de abril de 2020

Alan: un año después

Memorias de García. Fuente: planetadelibros.com.pe

Hace un año, Alan García Pérez se quitó la vida cuando la fiscalía y miembros de la Diviac (y no la policía judicial) llegaron a su casa para detenerlo como parte de las investigaciones de la trama de Odebrecht. Hace un año, en un miércoles santo, por segunda vez en la historia peruana, un ex presidente se voló la tapa de los sesos con su pistola (el primero fue Gustavo Jiménez en 1933). Hace un año, García se sumó al club de los ex presidentes latinoamericanos que decidieron morir por sus propias manos: Balmaceda, Allende (Chile) y Vargas (Brasil). Hace un año el país quedó consternado por este hecho, dos días después del incendio de la catedral de Notre Dame de París, y cuatro días antes de la masacre de casi 300 católicos durante el domingo de Pascua en Sri Lanka. Sin duda, la Semana Santa de 2019 fue trágica para todos los cristianos, y la de este año fue insólita y dolorosa por no poder asistir a los oficios del Triduo Pascual a causa del confinamiento forzoso provocado por el virus COVID-19.

García en sus dos gobiernos. Fuente: elheraldo.co

García meditó y planeó su suicidio no sin antes terminar sus memorias y decidió publicarlas de manera póstuma. Me picó la curiosidad y acudí a la presentación del libro titulado "Metamemorias", a cargo de los periodistas Mariella Balbi, Carlos Meléndez y Mirko Lauer en el auditorio del Colegio de Ingenieros del Perú. Como era de esperarse, el lugar estaba atiborrado de apristas haciendo el aplauso hayista y gritando "¡Alan dignidad!". Por mi parte, me limité a escuchar los comentarios de los presentadores y al final, disfruté del vino de honor tras comprar mi respectivo ejemplar del libro. Ya antes había leído el libro de memorias de Omar Chehade "La gran usurpación", y también "Los años de Downing Street" de Margaret Thatcher, así que puedo decir que tengo algo de conocimiento sobre lo que es el género literario de las memorias.

Luciana García Nores leyendo la carta de despedida de su padre. Fuente: trome.pe

Son casi 500 páginas para conocer mejor la personalidad y la trayectoria de uno de los políticos más influyentes de nuestra historia reciente. El libro incluye fotografías de sus etapas vitales y su carta de despedida (llevaba su firma, rúbrica y huellas digitales), leída por su hija Luciana durante su sepelio en la Casa del Pueblo. En ella explica la razón de su acto y que les dejaba a sus familiares la dignidad de sus decisiones y una señal de orgullo para sus simpatizantes. Así como Luis Alberto Sánchez dejó en 6 gruesos tomos sus memorias tituladas "Testimonio personal", García lo hizo en un solo libro, como para cerrar su obra literaria, que comprende 20 libros que tratan diferentes temas.

García y su padre Carlos. Fuente: latina.pe

Los tres primeros capítulos de las Metamemorias hablan de las experiencias del ex presidente con sendos apristas que marcaron su trayectoria: 1) su abuela materna Celia Rojas, una mujer de fuerte carácter, cusqueña, librepensadora, antiespañola y anticlerical que se convirtió en el modelo emocional para García en lo referido a las pasiones como atributo que hace auténtica a una persona. 2) Su padre Carlos García Ronceros, a quien conoció a los 5 años y a quien le costó casi toda su vida llamarlo papá, pues éste era un preso político del régimen de Odría y también por su carácter frío, reservado y distante, lo cual le inspiró para actuar con cabeza fría y como organizador de eventos y juventudes en el partido aprista. 3) Finalmente, su mentor político, Víctor Raúl Haya De la Torre, como arquetipo de líder carismático y conductor de masas en torno a una ideología, objetivo para el cual se entregó de lleno toda su vida, sufriendo calumnias, persecuciones, cárcel y exilio, renunciando incluso a formar una familia.

García en su rol de constituyente ante Haya. Fuente: elperuano.pe

Con todo ese bagaje familiar, ideológico y emocional característico del aprismo de su tiempo, podemos entender las motivaciones de García para permanecer en el aprismo y convertirse en su nuevo líder, lo cual se aprecia en los capítulos siguientes: el segundo belaundismo, el primer y segundo gobierno aprista, la persecución y el exilio en Colombia y Francia durante el gobierno de Fujimori, el regreso, los gobiernos de Toledo, Humala, Kuczynski y parte del de Vizcarra. Incluye también anécdotas con políticos y gobernantes de otros países y citas literarias e históricas que enriquecen el relato y evidencian la erudición del ex presidente en temas relacionados con la Historia, la Economía y la Política internacional. Particularmente interesante fue cuando mencionó su libro sobre Francisco Pizarro, en el que hace un análisis político de la figura del conquistador y fundador de Lima, despojándolo de cualquier leyenda negra referida a la derrota del Incanato. Sin duda, algo que ayuda a conocer con mayor aproximación la empresa de la creación del Virreinato del Perú.

Obra de García sobre Francisco Pizarro. Fuente: amazon.com

Adicionalmente, García reconoce sus equivocaciones en lo referido al intento de estatizar la banca en 1987 y a su fallido intento de pasar a la segunda vuelta en 2016. Sin embargo, siento que le cuesta reconocer que en su primer gobierno, pese a la creación de la Policía Nacional del Perú (PNP) y a la labor del entonces ministro del interior Agustín Mantilla, Sendero Luminoso y el MRTA acrecentaron sus acciones subversivas, porque eso no disminuyó ni tampoco el número de terroristas, aunque él asevere lo contrario. No obstante, se defiende de los casos de corrupción por los cuales sus enemigos lo acusaron durante 30 años, aunque nunca se le pudo sentenciar debido, en parte, a la prescripción de la acción penal y a la falta de pruebas en su contra.

Nytha Pérez de 97 años en el sepelio de su hijo. Fuente: diariocorreo.com.pe

Los dos capítulos finales son apasionantes y denuncia la politización de la justicia, el creciente poder de las ONGs neomarxistas financiadas desde el extranjero, el autoritarismo populista del vizcarrismo en favor de las encuestas, la "mermelada" en muchos medios periodísticos, etc. Parecía que ahí se terminaba el libro, pero se produjo la súbita suspensión de su citación fiscal número 49, el impedimento de salida del país, el cargamontón periodístico y en las redes sociales, y el temor a un inminente pedido de detención preliminar, lo que llevó a García a incluir en su libro su fallido intento de asilo en la embajada de Uruguay. Ahí menciona que tenía ya lista su pistola para dispararse en caso de cualquier intento de ser detenido apenas saliera; cosa que no ocurriría aun. Culmina el texto con una despedida a todos sus familiares, simpatizantes y allegados y se puede percibir la tristeza que lo embargaba y cómo esto le afectó a su salud emocional.

Obra literaria de García

Es curioso que nunca mencione a sus parejas Carla Buscaglia, Pilar Nores o Roxanne Cheesman, madres de sus hijos. Tampoco hay fotos familiares con ellos. No se mencionan sus famosos balconazos durante el "Aprocalipsis" ni sus célebres frases como "El que no la debe no la teme", "En política no hay que ser ingenuo", "La plata llega sola" o "Demuéstrenlo pues, imbéciles". Tampoco menciona anécdotas como la patada propinada a Jesús Lora en Huancayo o el "baile del teteo" durante su campaña electoral de 2006, o sus memorables entrevistas con César Hildebrandt y Jaime Bayly (una vez llegó a decir "yo soy Mozart y Bayly es mi Salieri"), ambas concedidas en 2001 (la primera es actualmente objeto de estudio en instituciones políticas y de comunicación). Sus razones habrá tenido.

Presentación de las Metamemorias. Fuente: trendmap.com

En fin, hay tantas cosas de la vida de una persona que no aparecen en su libro de memorias, pues éste es sólo la versión de parte y se tiene que tomar como tal. Tampoco es un diario íntimo, así que nunca sabremos si era cierto el rumor de que Alan García consumía litio o si era un genio del robo, o si tenía una fe católica honesta (fue cargador del anda del Señor de los Milagros. El terreno de la intimidad está reservada para Dios. Nixon escribió sus memorias en 1978, pero siempre fue polémico, y todo parece indicar que Alan seguirá levantando pasiones encontradas, pues un año después de su muerte, y pese a la declaración de su ex secretario Miguel Atala como parte del caso Lava Jato, parece seguir parafraseando a sus enemigos "¿Quieren arrestarme, vejarme, juzgarme y encerrarme de por vida? ¡Resucítenme pues, imbéciles! ¡Intenten algo!". Lo que sí sabemos es que Alan no se limita, como afirma al final de su carta de despedida, a dejar su cadáver "como muestra de su desprecio hacia sus adversarios políticos", sino que, como dijo Mirko Lauer, nos deja unas Metamemorias apasionantes.

 

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